-Tu hermana es muy chistosa. Me gustaría conocerla.
Miré a Emma mientras ella hojeaba un libro.
Le sonreí.
-Ella es un poco... Efusiva. Probablemente en cuanto te vea te abrazará y gritará que por fin tengo novia.
Emma se sonrojó.
-¿La tienes?
Yo también me sonrojé.
-Yo...
No sabía qué contestar. Si decía que sí, era dar por sentada la relación; y si decía que no, era negarme la posibilidad de estar con ella.
Emma solucionó mi problema atrayéndome hacia sí para besarme.
-Quizás.-Respondió por mí.-¿No lo crees?
Asentí con cara de bobo. Ella sonrió y estiró su brazo para guardar unos libros.
No llegaba al estante, era demasiado bajita. Sonreí y los tomé para guardarlos yo mismo.
-Ayer parecías de mi misma altura.-Observé.
-Ayer llevaba tacones. Hoy no.-Sonrió.-Son incómodos para caminar.
-A mi hermana le encantan.
-A la mayoría de las mujeres. Excepto yo.
Reí.
-Eso definitivamente te hace muy original. La chica más original que he conocido.
Su sonrisa me causó una sensación de vértigo en el estómago.
-Gracias, caballero.
Emma sacó un libro del estante.
-¿Leíste este?
Miré la portada.
-No.
-Tienes que hacerlo. Es el mejor libro sobre las personas que jamás se haya escrito.
Lo tomé y le sonreí.
-Entonces lo compraré.
Sonrió y besó suavemente mi mejilla.
-Te encantará.
Mi mejilla ardía de placer. Su boca era tan suave...
La miré mientras seguía observando libros. Parecía muy inocente, aunque realmente podría volverse salvaje si la llevaba hasta mi cama...
No pienses en eso, idiota. Contrólate.
Sonreí. Era hermosa. Y la forma en que su cuerpo entero se iluminaba cuando estaba feliz me agradaba. Mucho.
Ella levantó la vista y me atrapó observándola. Se sonrojó levemente y se acercó.
-Creo que acabé de ver estos libros... Por ahora. Vamos a tomar algo.
Asentí.
-Ve tomando asiento, yo compraré el libro.
Me acerqué a la caja, pagué por mi compra; luego fui hasta la mesa y me senté a su lado.
-¿De qué hablaban tú y mi hermana?
Rió.
-Tu hermana estaba contribuyendo muy generosamente a la charla que me dieron mis padres.
Enrojecí y enterré mi rostro en mis manos. Emma rió.
-No te preocupes... Además me preguntó cuáles eran mis intenciones contigo y si pensaba romper tu corazón.
-¿Y qué le dijiste?
-Que me encantaba que se preocupara tanto por su hermano y que de seguro disfrutaríamos siendo cuñadas.
Reí. Ahora veía por qué a Bonnie le había agradado.
Emma y yo ordenamos al mesero y luego seguimos conversando.
-¿De qué se trata el libro que me hiciste comprar?-Pregunté.
Sonrió.
-Son reflexiones sobre las personas. Me encanta, de verdad. Creo que cualquier persona debería leerlo una vez antes de morir.
-¿Cómo lo encontraste?
-Me lo obsequiaron una vez. Creo que fue mi tía. Me encantó.
Sonrió y le acaricié una mejilla. Me incliné sobre su rostro y nuestros labios se encontraron. Cerré los ojos y dejé que su boca correspondiera a la mía.
Aún sentía el deseo, pero sólo por hacerla feliz y verla sonreír.
De verdad no sabía qué me estaba pasando, yo no solía ser así. No de esa forma. Nunca me sentía de esa manera.
Emma fue la que se separó primero. Sonrió.
-Besas bien.-Susurró.
-Gracias. No practico mucho.
-Yo puedo ocuparme de eso.
Reímos. Se había sonrojado.
-Estás muy bonita hoy.-Susurré.
-Gracias.
La conversación siguió tranquilamente.
Pero mi estómago cosquilleaba de forma insistente y no sabía si podría lograr que se detuviera...
No quería que se detuviera.
Emma era una chica realmente muy interesante. Era dulce y amable y teníamos gustos similares. Los dos teníamos padres que eran algo antiguos respecto a las tradiciones y pensábamos de forma similar con respecto a varios temas.
Hablamos de muchas cosas.
Excepto de amor.
No hablamos sobre eso. Sí sobre amistad, diversión, gustos... Pero no sobre amor.
Temía estar enamorándome de ella.
Me había prometido no enamorarme jamás. ¿Qué pasaría si todo acababa mal?
Pero al verla sonreír y si escuchaba al sentimiento de deseo que me nublaba la mente...
¿Me estaba enamorando de ella?
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Su sonrisa [Grintson]
FanfictionOdiaba las tontas cenas de mis padres. Solían invitar a miles de personas y yo jamás conocía a ninguna. De vez en cuando me dejaban invitar a uno o dos de mis amigos pero no era esa la ocasión. -Rupert.-Mi madre me hizo una seña.-Ellos son los señor...