Confesiones en la oscuridad

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Emma se despidió de sus padres y subió un bolso hasta mi cuarto.

Ahora sólo quedaba mi familia en mi casa.

Pensé en cómo deshacerme de ellos cuando la solución se presentó sola. Mis hermanos hablaron de marcharse a una discoteca para adultos y se fueron.

Mis padres rieron ante la situación.

Pensé en mis sobrinos, que suponía que dormían...

Maldición. No podría hacer ruido con ellos allí.

Pero cuando los busqué, los cuartos estaban vacíos.

Fruncí el ceño.

Mis hermanos me solucionaron el misterio con unos mensajes. Nadie había ido a la discoteca. Se habían ido a un hotel porque coincidían en que nuestros padres no podían cargar con tanto estrés. Mi hermana se había marchado con Daniel a su departamento.

Mis padres estaban levantando la mesa cuando volví a bajar.

-Rupert, ¿tú y Emma van a quedarse aquí?-Preguntó papá, cansado.

-Sí.

Precisamente. No iba a marcharme a ninguna parte.

-Bien. Tu madre y yo tenemos que ir de visita a la casa de una hermana de tu madre porque falleció el padre de su marido. Estaremos de vuelta mañana a la noche o pasado mañana.

Asentí.

La casa estaba completamente vacía cuando mis padres se marcharon. La recorrí de arriba a abajo sabiendo que, a excepción de mi cuarto, estaba desierta.

Podía sentir los nervios en mi estómago.

Sólo vas a dormir, Rupert. Cálmate.

Entré a mi habitación. Emma estaba deshaciendo su trenza. Sonreí. Su elegancia no la dejaba en ningún momento y se veía como una princesa tras un baile en la corte, cuando deja sus ropajes para irse a dormir.

-¿Tus padres necesitan ayuda con la limpieza?

-Mis padres no están. Mis hermanos tampoco...

Le resumí la situación lo mejor que pude.

-De modo que estamos solos.-Dijo.

Asentí.

Ella volteó a verme y sonrió. Sus ojos brillantes sugerían todo tipo de cosas indecorosas que me gustaría hacerle en esa cama sobre la que estaba sentada.

Pero no sería tan sencillo. No sería tan seco.

Iba a confesarme. Iba a decirle realmente lo que sentía.

Mientras la observaba, suspiré y fijé mis ojos en los suyos.

-Estoy enamorado de ti.-Murmuré.

Ya no podía soportarlo más. Ella no me había comprendido, a juzgar por su rostro.

-¿Cómo dices?-Preguntó con extrema dulzura.-No te oí.

-Emma, me he enamorado perdidamente de ti.

Me acerqué a ella y tomé su cintura. Su expresión era de total sorpresa. Realmente no esperaba que yo le dijera eso. Ahora que ya había comenzado a hablar, iba a ser difícil dejar de hacerlo. Tomé aire profundamente.

-Nunca quise enamorarme de nadie. Creí que el amor traería problemas y dolor a mi vida. Juré que no me enamoraría de ti. Lo juré. Me lo prometí a mí mismo. Traté de verte como a una chica cualquiera, pero no pude. No puedo. El amor... Siempre creí que me costaría un gran dolor, pero lo cierto es que ha iluminado mi existencia y me ha hecho realmente feliz.

Su sonrisa [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora