Seguridad

925 41 0
                                    

Emma me despertó con un beso delicado. Abrí los ojos agradeciendo estar vivo.

Ella me sonrió y se mordió el labio inferior.

-Tu madre te llamó. Yo atendí y le conté lo que pasó. Espero que no te moleste.

Sonreí.

-No hay problema.

La abracé contra mí y la besé.

-Creí que no volvería a hacer esto.-Murmuré contra su boca.

La sentía, podía sentir la urgencia en sus labios, en sus manos.

Acaricié su cintura y dejé que se acostara sobre mí para quitarme la parte superior del pijama. Mi piel debió estar fría porque cuando apoyó su mano sobre mi pecho la sentí muy caliente.

El efecto que causaba en mí era tal que no deseaba que ninguna mujer me tocara nunca más. Sólo ella podía hacerlo.

Exploró mi boca con su lengua. El beso me estaba volteando la cabeza.

-Amor...-Susurré entrelazando nuestras manos.-No tienes idea de lo que me haces sentir. ¿Cómo puedes temer que te olvide?

-Quizás si te aburres de mí...

-Jamás. Sencillamente en tu compañía me siento tan bien que deseo que sólo tú mantengas el poder de besarme y acariciarme.

-No quiero que ningún hombre me toque si no eres tú.-Susurró acariciando mi pecho y bajando sus manos por mi vientre.

Fuego sería una buena palabra para explicar lo que sentí con esa caricia.

-Emma.-Tomé sus muñecas.

Ella se apartó completamente.

-Lo siento. Tienes que descansar, has estado en una situación muy...

-Te deseo.-Susurré tomando su rostro.-¿Crees que puedas hacerme el amor? Pero apenas tengo energías así que tendrás que ocuparte de hacer casi todo.

Sonrió y se mordió el labio inferior.

-Anoche iba a mostrarte algo nuevo que compré.

Desabrochó su pijama. Su sostén era negro, de encaje fino y delicado. Jadeé de sólo pensar en acariciar sus pechos por encima de esa tela... Y por debajo.

Mis manos fueron más rápido que mi cabeza y antes de darme cuenta estaba masajeando sus senos salvajemente mientras ella gemía.

-Por los cielos. Rupert...

Emma me desvistió rápidamente, acariciando mi piel expuesta con delicadeza.

-Emma.-Gemí, fuera de mí.

Tomé su cintura y la acosté a mi lado. Mis músculos se quejaron por el esfuerzo, pero no me importó. La deseaba. Sentía una urgencia bastante particular.

-Estás herido.-Susurró acariciando mis pequeñas heridas.-Mi cielo.

-Estoy bien.-Dije.

Emma me besó con suavidad para levantarme el ánimo. Sonreí y enredé mis manos bajo su cabello.

-Te amo.

Su sonrisa me hizo sentir bastante menos cansado.

-Yo también.-Dijo.

Hacerle el amor fue lo que necesitaba para sentirme seguro otra vez.

Fue reconfortante. Diferente a la primera vez, pero se sintió increíble. Realmente increíble.

Emma tomó el control con cuidado. Me gustó eso. Me gustó verla sudando y gimiendo desnuda sobre mí, mientras se movía y me hacía ver las estrellas.

Y me gustó que cayera rendida sobre mi pecho tras un buen rato de hacer el amor.

Acaricié su rostro y la besé. Realmente había creído que no tendría la oportunidad de hacerlo otra vez con ella.

Emma me sonrió.

-Te amo.

-Y yo a ti.

Su sonrisa [Grintson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora