·Madelaine·

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Madelaine abrió la puerta del coche y dejó pasar a Jade, rodeó el coche y entró por la otra puerta. Le dio la dirección al chofer y se puso el cinturón. Sin darse cuenta, se cogieron de la mano. Ambas estaban muy nerviosas, por que, aun que el trabajo de la detective fuese con cadáveres aquí y allá, no era agradable ir a investigar la muerte de alguien en medio de una cita, ya que, sí, al fin y al cabo aquello fue una cita. Su primera cita.

Incluso antes de llegar, pudieron ver las luces de los coches policiales. Bajaron del coche y se dirigieron hacia la escena del crimen. Se hicieron paso entre la multitud, sin soltarse de la mano,  hasta llegar enfrente de una  cinta de color amarillo, en la cual ponía: ESCENA DEL CRIMEN, NO PASAR. Le enseñó su placa al agente que tenía enfrente, él la dejó pasar pero no a Jade.

-Tranquilo, Carl, viene conmigo. -con desgana el hombre la dejó pasar.

Ambas se acercaron a los inspectores Martínez y Tomlinson.

-Hola chicos -les saludó su compañera, a lo que ellos se giraron- supongo que conoceréis a Jade Zanetti... -los dos muchachos se quedaron boquiabiertos al ver a la morena con ese vestido. No voy a mentiros, sí, Jade se veía increíble en ese vestido rojo, le quedaba como un guante, y sí, Madelaine también se había dado cuenta de ello.

-Por supuesto...Soy Bruno Martínez, encantado -se estrecharon la mano mirándose a los ojos. Luego, el chico, miro a Madelaine, la cual miraba a la morena, y entonces lo entendió. Entendió por que Jade estaba allí, entendió por que habían llegado cogidas de la mano, entendió por que ambas iban tan arregladas, entendió por que la pelirroja miraba a Jade con esos ojos, entendió por que su compañera sonreía disimuladamente, entendió lo muy enamorada que estaba Madelaine.

-Yo soy Harry Tomlinson, encantado. -también se dieron la mano.

-Es un placer conoceros, chicos.

- Bien, ¿qué tenemos? -la detective fue directa al grano. Ante la pregunta, se acercaron al cadáver.

-Varón, 23 años, sin identificación, le torturaron hasta la muerte, le encontró una pareja paseando al perro. Son los únicos testigos por el momento. -le contestó Bruno.

-Entonces, ¿le torturaron hasta la muerte y luego lo dejaron aquí? -intuyó la ojos miel.

-Elemental querida Watson, -el hispano la llama así de vez en cuando, ella se lo prohibió, pero no le hizo caso- eso significa que querían mandar un mensaje.

-Sí, pero ¿a quién? -preguntó Harry.

-A mí. -contestó Jade, sorprendiendo a los tres detectives que se giraron hacía ella- Ese chico es Álvaro Ramírez, después de que la familia Ramírez desapareciera misteriosamente -dijo la última palabra dramáticamente-  el pobre chico vino a nosotros pidiendo ayuda y refugio, era el más joven de todos y el único que no desapareció.

-¿Y lo hicisteis? -preguntó el moreno.

-Acababa de perder a toda su familia, por supuesto que lo hicimos. -continuó- Estaba trabajando para nosotros, no sé muy bien en qué, es una verdadera lastima. -miró el cadáver con tristeza.

-Pero, ¿porqué a ti? -preguntó el castaño de ojos verdes.

-Por que soy yo quién se a puesto en contacto con la policía para encarcelar a mi padre.

-Entonces, ¿es tu padre quién envia el mensaje? 

-No. -Jade le contó toda la historia de los coreanos a los dos agentes y como aniquilaron a los Ramírez. -El echo de que Álvaro este muerto, es por miedo a que se vaya de la lengüa y cuente algo sobre ellos. Lo que intentan decir, es que si digo algo acabaré como él.

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