·Bruno·

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Se levantó, se duchó, se vistió y se fue al salón. Allí, estaba su compañera de piso Keira, todavía con el pijama puesto y con su pelo largo y rubio sin peinar. Estaba sentada en el sofá, comiéndose un bol de cereales de colores, frente a la televisión.

-¿Es que no trabajas nunca o qué? -le pregunto a la chica.

-¿Es que tu nunca dejas de trabajar o qué? -contestó.

-No, soy poli ¿recuerdas? -cogió sus cosas y se puso un abrigo.- Me voy, no quemes la casa, no pienso pagarla esta vez. -Y salió por la puerta.

Bruno llevaba dos años viviendo con ella. Para él, era como su hermana pequeña. Se conocieron hace tiempo, cuando llego a Nueva York. Ella es venezolana y, aun que él no es de allí, todo fue más fácil para ambos teniendo a alguien con quién hablar en español. Pero a decir verdad, su relación se había enfriado mucho. Bruno apenas estaba en casa por culpa de su trabajo, Keira se había vuelto una irresponsable que no pagaba su parte del alquiler, y aunque se hicieron amigos por el hecho de poder hablar en español, siempre acababan hablando en inglés. Además, con la única persona con la que hablaba en ese idioma, era con Madelaine, quién se había dado las molestias de aprenderlo por él. Lo único que quería era irse a vivir a otro sitio, dónde se sintiera realmente cómo en casa. El moreno, ya ni tan sólo veia a Keira como una hermana, si no como una extraña que se pasaba el día en su ho.

En aquél momento, su única família era Madelaine y los demás compañeros en la comisaria. También se llevaba muy bien con la família de la pelirroja, pero todavía era pronto para llamarlos: família. ________________________________________________________________________________

Al llegar a la comisaría, se encontró con Sam, que cargando un montón de cajas, mientras esperaba al ascensor.

-¡Buenos días! -le sonrió- ¿Qué es todo esto?

-Buenos días Bruno. Estos son algunos de los "aparatos" que tenía en mi laboratorio de Los Ángeles. Me han llegado esta mañana, pero no sabía que pesaran tanto.

-¿Por qué no esta Madelaine ayudándote?

-Se ha escabullido con la excusa de que iba a por cafés. -justo entonces se abrieron las puertas del ascensor.

-¿Te ayudo? -preguntó, refiriéndose a las cajas.

-Sí, porfa -contestó dulcemente. El joven cogió las demás cajas y entró al ascensor. Sam le dio a uno de los millones de botones, y las puertas se cerraron.

Caminaron hasta su laboratorio y dejaron las cajas sobre la mesa.

-Gracias Bruno, espero que estos "aparatos" nos ayuden con el caso.

-De nada. Bueno, será mejor que suba, sino tu hermana me matará.

-Una pregunta Bruno, ¿haces algo esta noche?

-No, ¿por qué?

-Madelaine tiene una cita con Jade esta noche, en casa. Así que tengo que pasarme toda la noche fuera, pero llevo tanto tiempo lejos de Nueva York, que ya ni me acuerdo de los bares a donde iba.

-Oh, ya entiendo. Puedes estar tranquilo, te llevaré a los mejores sitios que conozco.

-Gracias, te debo una.

-Pues nos vemos después del curro. -Dijo mientras salía por la puerta.

-¡Adiós!

-A y, feliz segundo día de trabajo.

-¡Muchas gracias!

Camino del ascensor se encontró con la Doctora Camila.

-¡Buenos días doc!

-Buenos días detective, ¿qué le trae por aquí?

-Estaba ayudando a Sam con unas cajas. ¿Encontró algo en el cuerpo de la víctima que nos pueda ayudar?

-Lo lamento, pero no.

-No pasa nada, ¡nos vemos!

-¡Hasta luego!

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Al llegar a la planta de homicidios, se encontró con su compañera mirando fijamente una pizarra blanca. En esta, se encontraban fotos y datos sobre el crimen.

-¿Estás estancada, pequeña mota de polvo? -le dijo en español.

-Sí, no se me ocurre nada. Espera, ¿pequeña mota de polvo? ¿enserio? -le contestó en el mismo idioma.

-Sabes, cuando no sabías español, te gustaban más mis apodos.

-Eso es porque no sabía sus significados. -rieron.

-Buenos días agentes. -se presento el comisario.

-Buenos días, señor.-dijeron a la vez.

-Disculpe, señor -le dijo Watson- Hace tiempo que quería preguntarle algo.

-Usted dirá, inspectora.

-¿Por qué nos dio el trabajo a nosotros? ¿Por qué no al FBI o a la CIA? 

-¿Podemos hablarlo en mi despacho, agentes?

-Por supuesto, señor. -contestaron a la vez. 

-Verán, la verdad es que nosotros no tenemos las riendas de este caso. La única razón por la que les informamos de esta misión, es porque la señorita Jade Zanetti aclaró que solo hablaría con alguien de su confianza.

-Conmigo. -intuyó su  compañera.

-Sí, fue idea de la inspectora Jordan Hills del FBI. Esta acargo del caso. -ambos se quedaron sin habla al escuchar ese nombre.

-Espere espere, ¿Jordan? -se giró hacia Madelaine- ¿Tu Jordan?

-Está seguro de que es ella, señor. -dijo preocupada.

-Más claro que el agua, inspectora.

-Entiendo. Si me disculpan. -dijo nerviosa abriendo la puerta. Bruno fue tras ella.

-¡Watson espera!

-No, déjalo, estoy bien. Solo voy a por café.

-¡Pero si ni tan solo te has terminado el tuyo! 

-Pues a por té...

-¡Odias el té!

-Voy a tomar el aire ¿vale? -dijo nerviosa, MUY nerviosa- Yo...necesito salir de aquí.

-¿Qué le pasa? -preguntó Harry, que acababa de llegar, mientras su compañera salía pitando de allí.

-Nos acabamos de enterar que en realidad es el FBI quién lleva el caso. Y para colmo, su ex es la inspectora a cargo.

-Wow... pues si que empezamos bien la mañana. ¿Qué les pasó, a ellas dos?

-Es una historia muy larga, y muy personal.

-Entiendo. Será mejor que empecemos a trabajar. -dijo, caminando hasta su mesa.

-Sí...supongo que sí...


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