¿Final feliz? ¿Eso existe? (Dylmas)

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"La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días."

-Benjamin Franklin.

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¿Felicidad?

Esa palabra no existía en el vocabulario de Dylan; un chico lleno de carencias. Donde uno no podía darse el lujo de derrochar dinero en cosas innecesarias y vacías. Donde el tiempo nunca sobraba para tener amigos o disfrutar de un buen libro después de la jornada. Donde la energía faltaba cuando se quedaba a las 3 de la mañana estudiando para su examen de la universidad. Y sobretodo, donde el amor era totalmente innecesario en estos tiempos tan difíciles...

O bueno, eso decía su madre cuando le rechazaba un abrazo o cuando era interrogada del por qué era tan fría con él, su hijo.

Entonces... ¿qué era felicidad?

Pero no esa emoción momentánea que hace que uno se sienta satisfecho, lleno de gozo por unos minutos. No. Se refería a ese sentimiento latente que hacía que realmente amaras la vida.

Dylan realmente no conocía eso. Y probablemente no lo haga...

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-¡Dylan!-exclamó con alegría la pequeña de dos trencitas y un vestidito rosa, corrió hacia él y Dylan sonrió mientras abría sus brazos para recibirla.

-¡Lizzy!-saludó Dylan con emoción. La estrechó entre sus brazos e inhaló el fresco y dulce aroma a cerezas de la nena. Era como si estuviera aspirando el cálido aroma a hogar. 

Al separarse, Lizzy hizo un puchero muy tierno. Dylan no pudo evitar derretirse de amor por ese dulce gesto.

-¿Qué pasa, Liz?

-Thomas me llevó al dentista.

Thomas era como el hermano mayor de Lizzy. Y prácticamente, el mayor de los niños huérfanos del orfanato. Dylan nunca había podido establecer una conversación con él, el chico era muy tímido y respondía con monosílabos para después escabullirse con rapidez.

-Pero es bueno, pequeña. No queremos que se te caigan los dientes por los bichos ¿o sí?

-¡No! ¡Bichos no! ¡Todo menos bichos!

Dylan rio sonoramente al ver a la pequeña Elizabeth sacudiendo su diminuto cuerpo para eliminar cualquier tipo de insecto.

A lo lejos vio a un rubio sonreír de manera disimulada mientras fingía leer un libro. El castaño le saludó y Thomas se sonrojó violentamente por la vergüenza de haber sido atrapado mirándolos. Por lo que apartó la mirada.

-Siempre se pone nervioso cuando vienes. No lo entiendo.

Dylan sonrió.

-Creo que yo tengo una idea.

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El juego de las miradas fugaces, sonrisas amables y sonrojos adorables cada vez era más frecuente entre Dylan y Thomas. Y no había que negarlo, existía química entre ellos dos. O'Brien lo sabía, por supuesto, y por eso lo desconcertaba que el rubio se cohibiera más ante él, siendo que debería ser lo contrario.

Por eso mismo, aprovechando la Kermés que la señorita Olivia -la encargada del orfanato- había organizado para reunir vastos fondos y utilizarlos en los regalos de Navidad de los niños del orfanato, decidió que era una excelente oportunidad para hablar con el rubio que se escabullía con facilidad.

Sólo esperaba no arruinar semejante ocasión...

Soltó una profunda bocanada de aire ante ese pensamiento mientras seguía arreglando su puesto, el cual consistía en un juego de dardos. De reojo miró hacia atrás, donde Jacob -el hijo adoptivo de Olivia- y Thomas platicaban  animadamente acompañada de varias risas. No es necesario añadir que la sangre del castaño hirvió de furia.

One shots (newtmas & dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora