|| Veintiuno ||

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Tom sólo pudo ver unos segundos a Harry cuando éste se adentró a una casa en llamas con rapidez, no negará que se asustó en ese momento. De no haber sido que el licántropo salió tan rápido como entró se hubiera asustado hasta la muerte, ¿qué sería de él sí perdía a su pequeño lobo?

—Toma —gruñó Harry dejando a un niño en sus brazos y corriendo nuevamente a otra casa en llamas.

Tom no pudo detenerlo, simplemente miró al niño antes de fruncir el ceño, el mocoso lo miraba con miedo. Bufó y miró a su alrededor, notando cómo los demás vampiros empezaban a llegar, maldijo para sus adentros acercándose al de mayor rango después de él.

—Dije que sólo los sanadores —comentó dándole el niño con algo de asco.

Severus agarró con cuidado al pequeño y lo arrulló suavemente antes de encarar a su líder.

—No les pude detener —contestó mirándole a los ojos—, verlos corriendo con urgencia les preocupó. No puedes regañarles por querer protejer lo que quieren.

Tom miró a los demás miembros de Slytherin, quienes ya se encontraban ayudando con agilidad al pueblo de Gryffindor, pudo notar cómo algunas hadas del lago les ayudaban apagando el fuego. Sonrió para sus adentros, ¿qué le había hecho Harry a su familia?

—Curen a los heridos —dictaminó a quienes todavía esperaban sus órdenes—, rescaten a quien puedan. No olviden mostrar respeto, éste no es nuestro territorio, si algún licántropo se pone agresivo, un petrificus deberá ser suficiente.

Los vampiros asintieron con firmeza. Tom no se quedó a ver cómo hacían el trabajo, sino que corrió hacia dónde se había ido su pequeño híbrido, tratando de diferenciar su olor entre tanto humo.

Fue cuestión de cinco minutos cuando encontró a su Esmeralda saliendo de una casa completamente en llamas con una mujer en su espalda. Se acercó con rapidez y lo ayudó a cargar a la mujer, quien tenía pequeñas quemaduras por sus brazos y mejillas.

Harry se dio la vuelta y volvió a meterse, olvidándose de que su pareja estaba acompañándole en un territorio donde no era bienvenido, sin decir que era odiado y repudiado por todos.

El ojiazul suspiró con preocupación, confiaba en Harry a tal punto que confiaba que iba a estar bien, su niño era fuerte, pero... ¿por qué tenía esa inquietud en su pecho? Un pequeño dolor se formaba dentro de sí sin saber con exactitud en dónde colocarse. Lo peor era que no reconocía ese dolor, no era suyo.

Miró con preocupación la casa en llamas una vez dejó a la mujer en una pequeña camilla que había sido una roca segundos atrás. La casa beige con detalles en rojo ladrillo se le hacía familiar. Tal vez si se le quitaba todas esas llamas, se le ponía más color y la miraba desde el costado la reconocería, pero no tuvo tiempo de inspeccionar a fondo.

—James —tosió la pelirroja empezando a sentarse de donde estaba.

Los ojos verdes de la mujer le recordaron mucho a Harry, pero los de ella estaban teñidos en desconcierto, shock y, hasta cierto, calculadora. En ningún momento denotaba miedo o terror, su mirada era tan firme que llegaba a dar escalofríos.

—No debería hacer movimientos bruscos —aconsejó hincándose frente a ella con cuidado, no quería tener a un licántropo encima de él queriéndole matar—. Se encuentra en mal estado y sus niveles de energía están casi agotados.

Susurró con tranquilidad una vez que le hizo un análisis mágico. La pelirroja lo miró frunciendo el ceño.

—¿Qué haces aquí? —gruñó con voz feroz. Tom suspiró ante eso, levantando sus manos.

—Ayudarlo —comentó con simpleza.

—¿Tú? Ahora me dirás que el gran Lord Voldemort quiere ayudarnos cuando lleva más de cincuenta años declarando la guerra en contra de nosotros. —Tom se alejó un poco cuando notó que las garras empezaban a salir, dejando atrás las uñas humanas.

—Le declaré la guerra de Dumbledore —explicó tratando que su voz se oyera lo más tranquila posible—, ahora él no es su alfa, no tengo necesidad de hacer una guerra donde mi adversario ya está muerto —comentó sin importancia—. A parte, no estoy aquí para hacer un tratado de paz, yo sólo estoy ayudando a la manada de mi pareja.

—¿Tu pareja? ¿Me dirás qué tienes sentimientos? —se burló casi con ironía.

—¿No los estoy demostrando salvando a Gryffindor? —contraatacó levantándose— Puede que sea frío, pero no hay que olvidar que dentro de las personas frías se esconde el mejor de los fuegos —siseó viendo a la mujer—. No me importa si no me quieren aquí o si me odian con todo el alma. Mi Esmeralda les aprecia, por más loca que suene la idea. Parece que aún sigue teniendo esperanza en ustedes sin importar el daño que le han hecho.

El vampiro miró a la mujer antes de sonreír. Los licántropos eran demasiado tontos en algunos momentos.

Harry salió de la casa en llamas con una pequeña mochila y miró a su novio antes de indicarle con la cabeza una dirección. El mayor no tuvo que preguntar cuando ya en encontraron en marcha a algún lugar, el azabache miró el cielo antes de olfatear y salir corriendo de ese lugar. Tom no tardó en seguirlo, siguiéndole el paso con facilidad.

Lily Potter miró la escena antes de volverse a acostar en la camilla y abrazarse a sí misma. No sabía qué pasaba con seguridad, pero algo le decía que las cosas iban a cambiar dentro de Gryffindor.

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¡Gracias por leer!
No olviden sus votos y/o comentarios, espero les guste, no pude subir porque... pues porque me la pasé leyendo y se me fue el rol. No fue hasta que vi que tenía muchas notificaciones que recordé que debía subir... Bue', ¿qué le hago?

Espero no haberles hecho esperar mucho, soy demasiado distraída y se me olvidan las cosas, perdónenme nwn"

¡Les amo!

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora