|| Veinte ||

7K 1K 50
                                    

—¡No, Tom! —gritó mientras se trataba de obtener equilibrio en los brazos del nombrado, quien no tardó en colocarlo en sus hombros— ¡Riddle, bájame!

—Uh, creo que no será posible, mi lady—contestó con burla, mientras empezaba a caminar por una de las calles.

La mayoría de los vampiros que transitaban por ahí -Harry pudo reconocer a todos ya que Slytherin era un poco más pequeño de lo que realmente creían los licántropos- los miraba con una sonrisa cariñosa, por alguna extraña razón todos parecían una gran familia amorosa cuando se trataba de estar con ellos mismos, algunas veces había una fiesta y todos terminaban en ella, desayunos, comidas... ¡Hasta hacían noches bohemias! Era realmente mágico, sin contar que dentro de ellos hacían algunas tradiciones antiguas... Nada comparado con Gryffindor, distantes e indiferentes hasta con las tradiciones.

—¡Riddle! —regañó cuando sintió el agua mojar sus pies.

De un momento a otro se encontraba rodeado de agua, flotando hacia la superficie. Cuando salió miró a su alrededor mientras luchaba para no ahogarse con su nado de principiante.

—¿Tom? —preguntó al no verlo a su alrededor. Si el desgraciado se había ido dejándolo ahí lo iba a matar.

Unas manos se centraron en su cintura y lo levantaron unos pequeños centímetros.

—¿Me buscabas? —preguntó el mayor pegando el cuerpo del menor a su pecho. Harry dio media vuelta y abrazó el cuello del ojiazul mientras enredaba sus piernas con las contrarias.

—Algunas veces te odio, ¿lo sabes?

—Pensé que amabas mojarte...

—¡Tom!

El nombrado soltó dos enormes carcajadas para luego empezar a dar pequeños besos en el rostro del menor, quien rió suavemente ante eso.

—Te adoro —susurró Tom en sus labios antes de darle un pequeño beso en sus labios, del cual siguieron otro más largo.

Harry cerró los ojos sonriendo con alegría, dejando que su novio alargara el beso tanto como quisiera. Se apoyó un poco más en el cuerpo del mayor, quedando completamente pegado al cuerpo ajeno que lo sujetaba con firmeza cerca de él, como si quisiera fundirlo con el sólo hecho de poder compartir suaves besos.

Y Harry no lo dudó.

Sonrieron entre el beso con cariño, el menor rasgó suavemente la camisa del contrario, queriendo quitársela de algún momento, hasta que lo escuchó.

Gritos, aullidos, el crepitar del fuego, golpes, casas cayendo. Abrió los ojos sorprendido y se separó del mayor, quien lo miró con confusión, fue ahí cuando el olor a quemado le golpeó el olfato con fuerza.

—¿Harry? —preguntó Tom frunciendo el ceño preocupado— ¿Estás bien?

—¿No hueles a quemado? —cuestionó en cambio. El vampiro negó— ¿Y los gritos? ¿Los oyes?

—Harry, ¿en serio te encuentras bien?

Antes de podes asentir, un grito conocido llegó a sus oídos. Si tuviera orejas, éstas de seguro estarían alzadas con atención, tratando de recibir otra alerta de peligro. Y la recibió.

Rápidamente se soltó de su novio y nadó hacia la orilla, una vez ahí se secó con un movimiento de mano, dejando a su magia hacerse cargo del agua. Dándoles poca importancia cuando Tom por fin pudo salir del lago echó a correr dejándose guiar por los gritos de horror y el olor abrazador que recorría todo el clima.

—¡Harry! —gritó preocupado, llamando la atención de algunos vampiros que caminaban por ahí.

El nombrado no pudo oír el llamado, sólo pudiendo oír aquella espantosa escena que pasaba en alguna parte de todo Hogwarts. Salió corriendo del lago negro donde se encontraba Slytherin, sin mirar atrás en algún momento.

—¿Tom...? —preguntó Severus acercándose a su líder con urgencia al ver cómo su pequeño niño salía corriendo a sabe-dónde.

—No sé —interrumpió deteniéndose abruptamente—, dijo que oía gritos y olía a quemado...

—No entiendo...

—Ni yo —cortó empezando a correr detrás de su pareja—, llama a los sanadores por si acaso, trata de seguirnos el rastro —gritó desapareciendo después de traspasar las plantas colgantes que escondían el pueblo de Slytherin.

Corrió todo lo que pudo siguiendo el aroma de su pareja y, justo cuando reconoció el camino que estaba recorrió, lo olió, y no sólo eso. El humo se empezaba a expandir por todo el bosque prohibido cuando logró alcanzarlo y ver qué era lo que pasaba.

Gryffindor ardía en llamas.

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora