|| Siete ||

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Pareces cansado, Esmeralda —habló Tom en su mente.

Harry miró hacia enfrente y sonrió con cariño, negando con la cabeza.

El estúpido del Alfa me está haciendo papilla —comentó riendo—, y ya te he dicho que me llamo Harry.

Eres mi esmeralda —aseguró Riddle desde su rama—. La pequeña esmeralda...

¡Tom! —chilló avergonzado el menor, haciendo reír al mayor— Algunas veces eres detestable.

Oh, gracias. Eres la primera persona que me lo dice.

—¿Por qué? ¿Los tuyos sí te aguantan?

Y me respetan —aclaró el mayor con autoridad.

Harry sólo pone los ojos en blanco antes de mirar fijamente al mayor, quien lo observaba como una hermosa joya la cual debía robar. Como un esmeralda.

¿Esmeralda? —preguntó cauteloso el mayor. Harry asintió mirando a los ojos del pelinegro— ¿Por qué no te afectan las lunas llenas?

El chico se congeló por un momento, antes de decidir confiar en él.

No sé —contestó con sinceridad—, papá dice que nadie sabe, pero estoy seguro que algo me esconden entre él y el Alfa. Algunas veces que también mamá...

¿Por eso no tienes amigos? 

Harry miró fijamente al vampiro antes de suspirar y asentir con tristeza.

Me tienen miedo —declaró.

¿Por qué? Eres tan lindo e inteligente...

Siempre pude hacer cosas que los demás licántropos no —se encogió de hombro—. Magia sin varita, hablar con serpientes, la luna llena, mi resistencia, mi agilidad... ¡Joder! Hasta mi físico es distinto. Me ven como un monstruo, y no lo niego...

Eres hermoso, Esmeralda —afirmó Tom sonriendo desde la distancia—. Si se alejan de ti, si te tienen miedo, ¿qué más da? Ellos de lo pierden —comentó moviendo la mano como si estuviera alejando una mosca—. Eres especial, ellos sólo te envidian.

Harry sonrió con calidez mirando a Tom con cariño. Todos los de su manada aseguran que todos los vampiros son malos, pero él se había dado cuenta que no todos eran así. No eran como Gellert Grindelwald, no entendía porqué tanto rencor cuando, en todas las guerras, tanto los hombres lobos como los vampiros tuvieron el mismo porcentaje en culpa.

Decidieron pasar unos minutos más hablando hasta que Tom se tuvo que ir como toda noche, dejando al azabache solo.

Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora