Capítulo 10

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Mientras tanto Clarisse y Coralie, estaban esperando a Frank en el sillón de la sala, y posteriormente, a su invitado.
Suena el teléfono. Clarisse corre ansiosa a contestarlo.
— Hola, ¿Quien?
— Soy yo Frank. Debemos hablar...
Frank pidió a Hammer que saliera del consultorio, mientras este cada vez más se preocupaba.
Frank retomó el teléfono.
— Es importante, tengo un paciente, el cual tiene un hijo con TDAH. Aconsejé que debía internar a su hijo en una escuela, antes de tiempo, así que... ¿Por qué no?, Le dije que había una posibilidad de que ingresara a
— Enkilini- (Escuela del sur de Helsinki/Finlandia).
— Pero... Claro... No hay ningún problema con eso, tengo un cupo en el salón de clases, donde está nuestra hija Coralie. No veo el problema.- Contestó Clarisse tranquilamente— Claro... Siempre y cuando no sea uno de esos católicos, todo está perfecto.
— Mmm.
— ¿Qué?
— Es que... Ahí está el "gran problema"... La familia Rolvsson...
— ¿Qué?, ¿Acaso son católicos?— Preguntó Clarisse fríamente, al mismo tiempo que pensaba que Frank estaba apunto de cometer una locura.
— Sí Clarisse, es correcto. Ellos son católicos.
— ¿Entonces que planeas Frank?... ¡¿Traicionar tus creencias que se te han inculcado desde una tradición?!—Respondió Clarisse a Frank con un tono alto, casi llegando a los gritos.
— No Clarisse, no. Estás equivocada... Tú no entiendes que es faltar a mi ética profesional, por culpa de el egoísmo que nos causa tener creencias diferentes.
— Por favor Frank... Soy tu esposa, llevamos demasiados años juntos, deja de decirme que no lo entiendo, cuando sabes que sí, y como también sabes que eres demasiado inteligente para saber que ese " temita" es algo delicado.
Así que... En conclusión no vamos a aceptar un niño católico en el salón de clases donde se encuentra nuestra hija protestante... Sabes que es un roce muy delicado no?
— ¿Conclusión?... No Clarisse, sabes que no soy un tipo sentimental, mis pacientes no me causan pesar, ni mucho menos dolor... Creo que este niño es distinto, no creo que pueda hacerle daño a nuestra niña, haré lo posible para que pueda ingresar a Enkilini, demos una oportunidad a ese pequeño, ¿sí?— Pidió Frank con humildad y sumisión.
Hubo un largo.... Silencio, aunque solo transcurrieron cinco o seis segundos, en los que el único presente era la resonancia del viento a través del vacío de los teléfonos. Clarisse tomó una decisión rápida, llegando a una conclusión ingenua acompañada con una pequeña advertencia.

— Tú... Si que sabes convencerme. Solo quiero que pienses en las consecuencias que podríamos tener al tener un choque repentino con los Rolvsson.
— Yo lo he pensado Clarisse. Tenemos que guardar discreción frente a cualquier situación.
— Está bien, te haré caso, sólo porque ese chico tiene una necesidad, y teniendo en cuenta la escasez de instituciones en esta ciudad, debe ser aceptado.
— Gracias...
— No me agradezcas nada, tú fuiste el que decidió insistir.
— Solo quiero que ese chico mocoso pueda luchar contra sus incapacidades.
— Te veo en la casa, no llegues tarde, el invitado está por llegar.
Frank guardó su teléfono, mientras se preparaba para dar la gran noticia a Hammer. Así que se levantó de su silla, colocó sus dos manos sobre su escritorio, y hace pasar a Hammer.
— Puede seguir.... Tome asiento Señor.
Hammer se encontraba intrigado, o bueno... Demasiado intrigado.
— Ya no me torture más doctor. Es un sí o un no?— Preguntó con una voz que salía desde lo más profundo de sus entrañas, causándole un leve dolor en su estómago.
— Es un sí. Ahora salga de este hospital, y haga lo que tenga que hacer. Tómese su tiempo, para hablar con su hijo.
Hammer estaba muy agradecido con Frank, de alguna manera quería tener otra forma de agradecimiento, pero al no encontrarla, salió del consultorio como alma que lleva el diablo, a contarle la buena noticia a Cristopher. Pero al salir... Este no estaba.
— Cristopher... Cristopher... ¿Dónde estás?...

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