Capítulo 35

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No muchas, pero hay personas que conocen al menos una persona que tiene el secreto de la felicidad, y siempre al querer interrogarlo no responde por algún motivo; pero una voz quebrantada en su interior responde, fríamente, algo similar a: conocí la muerte, el sufrimiento, cada pañuelo que limpió las gotas de sudor en mi frente al ser pateado una y otra vez.

Cristopher abrió la puerta después de que tocaran una tarde.
Era Izan Niemi, elegante y sonriente, con un guante de béisbol y un bate en su mano.
-¡Cristopher!. ¿Qué tal?
-¿Cómo está, señor Niemi?
-Bien, pero que me digan señor me hace sentir algo viejo, y aún soy joven- Confesó y recostó el bate sobre la pared.
-Lo siento...
-Está bien. Vine para saber si tienes una pelota de béisbol que me pudieras prestar- Solicitó con una actitud amable mientras golpeaba el guante con su puño derecho.
-De hecho, sí. Iré a mirar. Espéreme aquí abajo.
Izan colocó sus manos atrás y se dispuso a esperar mientras observaba el interior de la casa Rolvsson.
-Niemi... Buenas tardes, ¿Se le ofrece algo, vecino?- Preguntó Hammer después de haber sorprendido a Izan por su parte trasera.
-Oh, jodido susto el que me ha dado, Rolvsson- Suspiró- Sólo he venido por una pelota de béisbol
-Ah, ¿sí?. Cuente con eso, vecino-Dijo-Entraré, está haciendo un frío aterrador.
-Espere...
-¿Sí?- Se dio media vuelta.
-¿Quiénes eran esas personas?- Preguntó Izan en voz baja.
-Hijos de papi y mami. Investigadores... ¿Porqué?
-Nada... curiosidad
-Entiendo.
Cristopher bajó con la pelota de béisbol en mano.
-Acá tiene, Niemi
-¿Quisieras acompañarme?; llegaremos antes de que caiga la noche. El béisbol no se puede jugar solo
-Me gustaría, pero no sé jugar béisbol
-Yo podría enseñarte algunas técnicas. La verdad... Sólo necesito compañía; me he sentido muy solo y alejado desde que me mudé a este lugar. Eso es todo
-Bueno, no quiero lágrimas. Ve, Cris; acompáñalo, pero regresa antes de la noche
-Está bien, padre. Lo haré- Sonrió y tomó el bate en sus manos.
Finalmente, Izan cruzó su mirada con la de Hammer y se volteó para encontrar, calle bajo, el camino hacia el solar.

Izan hablaba cómo un niño frente a Cristopher; relataba sus sueños prometidos, contaba anécdotas y reía simultáneamente; todo con un toque de conservación.
Se dio cuenta que Cristopher era algo torpe para el béisbol. Se preguntó, sin duda, ¿qué podía ser llamativo para la atención de Cristopher?. Tenía que ser cómo esa parte de la humanidad que es torpe y lenta a la hora de accionar "con las manos", pero es increíble la capacidad intelectual que esta parte de la humanidad conlleva. Se tiene que ser bueno para algo; esto es así, por muy descartable y inservible que parezca. Lo grandioso es que esa parte de la humanidad al tener una gran capacidad, los hace versátiles; pero cuando se enfocan en un punto determinado, pueden explotar y pueden crear cosas nuevas tras otras.
Cristopher no agachó su rostro frente a Izan. Al parecer Hammer le había dado una educación bastante extraordinaria y difícil de encontrar en días cómo estos.
-Es hora de irnos... Fue una buena tarde, Cris
-Gracias, Niemi; ¿Volveremos?
-Indiscutiblemente, tenemos que volver. Pero tienes que prometer que harás mejor esfuerzo
-Sin duda, lo haré.
Antes de partir, Izan sacó uno de sus cigarrillos que escondía bajo su manga izquierda, lo puso en su boca y, a continuación, revisó sus dos bolsillos; tomó el encendedor y... Lo dejó caer al suelo.
-Puedo ayudarle- Afirmó Cristopher.
Se agachó y tomó el encendedor en sus manos. Lo contempló por un breve momento. Observó que tenía una torre Eiffel dibujada sobre él.
Cristopher se sorprendió al verlo. Pues sabía que al hacerlo conocido, estaba en lo correcto.
Lo tiró al suelo. Estaba impactado y atemorizado.
Lo único válido en su cabeza era correr, correr y correr mientras en sus pies se arrastraba la voz de Izan gritando: ¡Cris!, ¡Espera¡. ¡¿Qué ocurre?!
Las imágenes de la hoguera de aquél día se unían a la imagen de ese hombre misterioso, quitándose el gorro de su oscura toga y volteando en tiempo ralentizado para sorprender a Cristopher con el rostro de Izan tras esa presencia misteriosa; y las heridas abiertas en su mano posicionando la mente de Cristopher, hacía que él nunca quisiera regresar.

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