Capítulo 38 "No temas, y el destino te sorprenderá"

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Las expectativas estratégicas de Frank eran una barrera para que tuviera la posibilidad de ver cada cosa con claridad. Veía tan de cerca la sangre de Eilense pasando por sus manos y por las plantas de sus pies... Era tan fortuita la idea de tanta venganza cubierta por la percepción que él tenía sobre el mundo y ese "cómo poder salvarlo"
Lo que él no sabía era que Thiago y Jenny ya habían acabado de salir del caso donde atrapaban a aquél hombre, y al parecer nunca lo sabría por un enredo de hilos y una confusión entre una aguja y una aguja de crochet.
Frank se acercaba al lugar y cada paso que daba era un golpe de un mal presentimiento que lo atacaba. La tarde se esfumaba con pájaros cantando un coro perfecto para una canción de una bienvenida al otoño y las hojas en forma de estrella caían despidiéndose del invierno con olor a funeral.
Frank se quitó su suéter gris con bolsillos y lo tiró al suelo antes de llegar a la vista de la antigua iglesia ya quemada.
Miró a cada esquina y no había nadie, ni tan sólo la carta; al parecer, ya había sido leída.
Si hubiese sido Thiago o Jenny, hubieran estado ahí para esperar a Frank y hacerle saber que Eilense ya estaba atrapado. Pero no fueron ellos, entonces... No hay otra opción- pensó Frank angustiado- Fue él...

El máximo error que podría cometer Frank era su miedo, demostrar que tenía miedo cómo una víctima más que no pudo terminar un diario vivir o morir sin "escupir sus últimas palabras". Por un momento sus pensamientos se fueron a esos momentos cuando era sólo un niño, tenía miedos comunes cómo el miedo a la oscuridad o a quedarse sólo en casa mientras todos se iban sin él. Eran tantos miedos pequeños en su mente bajando cómo una bola de nieve mientras su tamaño incrementaba cada vez más, así que decidió retroceder lentamente y al caminar de espaldas, su respiración se hacía cada vez más fuerte y no quería exponer su espalda por el temor a ser atacado de una manera sutil e inmediata.
Poco a poco, en su mente se intensificaban las voces de miedo. Eran temores en forma de gritos que reprochaban el hecho de seguir temiendo, aún, al pasar de los días.
Puso sus manos en su cabeza y se arrodilló mientras cerraba sus ojos con fuerza.
- Frank...- Dijo Eilense con una voz tranquila que se ocultaba entre las sombras.
Frank quitó la manos de su rostro y sus ojos fueron en dirección a la oscuridad que había en el fondo cubierto de flores polvorientas y extensas.
- ¿Quién es?- Preguntó Frank paranoico después de levantarse con un afán súbito.
- Soy yo... Eilense
- ¿Qué es lo que quieres?
- ¿Qué es lo que quiero?, Me sorprende que esa pregunta venga de un doctor cómo tú
- ¿Porqué habría de sorprenderte?
- Porque ya es la segunda sorpresa con la que me encuentro este día- Contestó al tanto que daba pasos lentos acercándose a Frank.
- No entiendo... ¿Qué podría sorprender a una persona cómo tú?
- Te lo dije... Soy un siervo más de un pueblo llano, soy un hombre que sobresale en la confianza pero que se oculta en los temores, soy un par de ojos más, pero rebeldes en cuanto a lo que pueden ver e interpretar
- ¿Y qué interpretas?- Preguntó con curiosidad
- La traición es una forma en la que yo puedo ver a las personas a mi alrededor, ¿Sabes por qué lo digo?- Preguntó subiendo el tono en su voz.
- No lo sé
- Trataste de traicionarme...
Frank quedó en silencio mientras buscaba las palabras acertadas para defender su postura frente al asunto.
- Te dí una oportunidad, Frank. ¡Y NO QUISISTE APROVECHARLA!- Gritó Eilense con sentimientos de frustración y repulsión.
Eilense con su sombrero negro que ocultaba sus ojos tras una sombra que acababa en la mitad de sus mejillas; tomó marcha de inmediata para acercarse a Frank y, entonces, tomó su navaja sofisticada y empuñándola fuerte en su mano venenosa se la enterró a Frank en el hombro de una manera increíblemente rápida y amenazante, pasaron pocos segundos donde Frank sacaba aire de lo más profundo de su diafragma para gritar de dolor, miedo y desesperación mientras apretaba sus dientes y su mirada se concentraba en el punto fijo del rostro tras la sombra amenazante de Eilense; fue difícil tal intento, porque el tiempo se consumía en milésimas de segundos entre la presencia de Eilense con la navaja en el hombro de Frank mientras intentaba sacarla y la lentitud en la mente de Frank mientras gritaba y sentía la adrenalina intensa e imparable de descubrir a esa persona tras la "mascara" y finalmente cumplir con una de las dos funciones de un arranque nervioso, atacar o correr...
- ¿Traición, Frank?. Quise ser confiable para ti... ¡Y desaprovechaste los votos!, ¡Maldita sea, Frank!. No quería llegar hasta este punto; sí ves lo que me haces hacer...- Dijo tensando su voz después de estar ofendido y al borde de las decisiones que podían ahogar a Frank en un río negro y sin fin.
Pasó con lentitud su navaja por la frente de Frank haciendo una gran herida en forma de una especie de "L" pasando por los pómulos y terminando en el mentón.
- ¿Qué es lo que quieres...?- Preguntó Frank en voz baja, con su rostro inclinado y con el sudor resbalándose hasta por los lugares más estrechos de su cuerpo.
- Ya no quiero ni espero nada, Frank- Contestó mientras estaba a espaldas de Frank que para entonces, estaba arrodillado desangrándose y buscando una u otra esperanza que le hiciera decidir entre diferentes caminos de escape y de respuestas.
- Cobarde... ¡COBARDE!- Llamó Frank a Eilense con lágrimas de rabia y cólera violento fugándose de sus adentros.
Eilense se paralizó como una estatua por un par de segundos y luego se arrodilló frente a Frank.
- ¿Cobarde?, ¿Ése es tu mayor insulto?
- Eres un hijo de perra- Dijo como si las palabras de ofensa fueran sus últimas armas para combatir o para ser lo más sincero posible.
Frank escupió en el rostro de Eilense como una muestra de un desahogo de desprecio y contradicción.
Eilense tomó, de nuevo, su navaja y la enterró en el hombro izquierdo de Frank, aumentando así las posibilidades de que Frank se desangrara más rápido y se debilitara.
Más y más gritos de Frank, y parecía ser que Eilense al estar ahí, presenciando el dolor, sentía placer o una especie de satisfacción; pero... Al parecer, no era suficiente. Eilense arrastró a Frank de los pies, lo llevó a un lugar donde había varías hojas acariciando el suelo, había una escases de árboles y la claridad se desvanecía en esa parte del cielo. Frank estaba débil y pensaba en las cosas que le impidieron progresar y dejar el miedo a un lado y también por su mente pasaba cada cosa que le permitieron ser diferenciado en una sociedad donde un saludo y un cruce de miradas no se vive, y su conciencia quedaba atrapada en los pensamientos cálidos que sobresalen sobre la frialdad de un vida.
Frank despertó y se encontraba atrapado en una cruz aun poco más grande que su medida. Parece ser una sorpresa, pero Frank, estaba tranquilo; después de haber pensado más que el primer hombre en la tierra, se dio cuenta que, todo lo que había ocurrido fue por culpa de sus miedos, temores e inseguridades. Sabía que de haber hecho las cosas con seguridad, habría obtenido una mayor respuesta, más concreta, igual de difícil pero victoriosa.
Frank estaba preparado para irse, pero sin antes dejar su legado y su palabra "de un doctor más sobre la tierra".
Eilense se quitó su sombrero ante Frank, y él se sorprendió de quién era esa persona detrás de la "mascara".
Frank dijo a Eilense: No vivirás más, alguien llegará y acabará con tigo y con tu egoísta y estúpida ideología de acabar con las personas "miserables"; por si no lo sabes, acá tú eres el miserable.
Y Eilense sólo susurraba: "Eso no pasará".
Luego tomó de su bolsillo un encendedor y lo lanzó a la base de la cruz, que por consiguiente, se consumió en llamas que se llevaban todo de Frank menos su valioso y apreciado legado junto a su seguridad de que alguien acabaría con Eilense.
No temas y el destino te sorprenderá.

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