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Capítulo 36

Hay sorpresas y noticias que causan un gran impacto, fuerte y emocionante; sin embargo, nadie lo sabe, pero es difícil de entender que el presente es lo que menos se vive; lo único que queda son recuerdos en un futuro no comprado. De una manera rápida y frustrante llega el cansancio construido cómo un altar a base de una rutina tras otra, hasta que haya en ellas una sucesión cómo el ir y venir de un tren, y es justo en ese momento cuando llega el pensamiento: No hay días en los que se sienta una emoción fuerte, por lo tanto, pasan desapercibidos por toda una vida.

Este fue el día en el que Cristopher tuvo que decidir si pasar desapercibido o gritarle al mundo todo lo que sabía acerca de Izan. Seguramente, cómo lo tenía pensado... Izan era el pirómano detrás de ese asesino. De todos modos, si no fuese así, el bien y el mal no tendrían una incertidumbre a largo plazo que les dificultara, aún más, el trabajo.

Para Cristopher, Izan era una persona agradable pero sabía que esas pequeñas cosas que se conservaba llegaban por el camino de la caracterización de esas personas de las que solía hablar Ann. Esas personas con una doble personalidad; con algunos... Un lobo hambriento, mientras con otros... Sólo una pequeña e inocente oveja.

Cristopher se puso de pie heroicamente y bajó al primer piso donde se encontraba Hammer, de nuevo, en el comedor junto a su madre Ann. Cristopher al asomarse, los ve sonrientes y tan juntos... ¿Pero valdría la pena arruinar un momento tan agradable?, Claro que sí, se respondía Cristopher; que de alguna manera, no sabía si llegar gritando donde su padre, o llegar de una manera tranquila y asustadiza.

- Padre tengo algo que decir.

Lo dijo muy tranquilo y discreto

- ¿Sí?, Adelante- Se sorprendió y se le quitó poco a poco la sonrisa de su rostro.

- Sé quién fue el desgraciado que le hizo eso a mi tía Mai- Afirmó y su mirada en el suelo se alineó perfectamente con la de Hammer.

Hammer se levantó de una manera brusca de su silla y quedó paralizado cómo una estatua por tres segundos.

- Es Izan Niemi-Afirmó Cristopher.

- Izan... ¿Nuestro vecino?. ¡¿Él?!- Exclamó sin expresar mucha felicidad, decepción o siquiera angustia-¿Cómo lo supiste? - Volvió a preguntar.

- Bueno... se sabe que el asesino es un pirómano, ¿No?. Lo vi...

- Tenemos que comunicarnos con los investigadores.

Hammer tomó el teléfono en presencia de Cristopher y Ann, y no lo pensó dos veces para llamar a los investigadores.

- Lo tenemos... - Afirmó sin ninguna expresión en su rostro.

- Vamos para allá- Contestó Thiago.

A un pasar de pocas horas, todo el vecindario estaba lleno de personas uniformadas. Había militares, altamente, calificados; sonaban sirenas y habían luces que rodeaban, en forma de circunferencia, toda la zona. Cómo si fuesen a atrapar a un tipo que trae la verdad, para callarlo y que nunca más se exponga al mundo exterior; algo así, pero sólo iban en busca de un asesino.

Un hombre con sombrero que parecía de marinero de esos clásicos, dijo de forma sólida y firme: -Niemi, salga de manera lenta, con las manos en su cabeza. No queremos entrar por la fuerza.

Thiago se encontraba en una esquina de la casa mientras apuntaba hacia las ventanas. Jenny estaba detrás de un auto, apuntando a la puerta sin ni siquiera parpadear.

- Una vez más. Niemi, le daremos tres segundos para que salga de su pequeño escondite, rata de alcantarilla- Volvió a decir el hombre con sombrero de marinero mientras decidía comenzar a hacer una cuenta regresiva- 3... Niemi, es preferible una casa para ratas a que muera cómo un puto pecador. 2... Niemi, una vez más; piénselo, le volaremos el cráneo. 1; Dispa- Esperen... abrió la puerta.

Para muchos fue una sorpresa, pero otros consideraban que esa "rata" no tenía alternativa, es cómo sí sus pies estuvieran ardiendo de manera imparable; no tenía salida. Salió con sus manos en su cabeza mientras un revoltijo dentro de él, se lo tragaba por completo.

Ese hombre que gritaba a través de un micrófono, se encargó de meter a Izan al auto, y antes de cerrar la puerta orgulloso, le susurró a su oído: - Te pudrirás en la fría celda.

Y cerró la puerta...