Prólogo

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Se sentía desanimada. Aun más que antes. Haberlo buscado había sido un error. No por él en sí, sino porque debía esperar lo que había sucedido. Alessandra había sido una excusa. Sí, tan solo un pretexto para ver a Marcos. ¿Quién imaginaría que ella buscaría un pretexto para verlo? ¿Por qué lo haría? No tenía sentido. No obstante, lo había hecho. Y se había enterado de su boda.

Marcos... no que ella se hubiera imaginado nada romántico con él. Demasiado perfecto; y en su vida, nada era ni remotamente perfecto. ¿Alguien como Marcos para ella? No, no era tan ingenua. Y sin embargo...

Debió haberlo imaginado, su tono de voz cuando lo había llamado para hablar con él, era diferente. Estaba feliz. ¿Pero casarse? Claro, él había dicho que estaba enamorado de alguien, pero se habían separado. Ahora, por supuesto, eso había pasado. Y no. No estaba enamorada. Imposible.

Solo le gustaba pensar que había hombres como él. Raro encontrarlos, pero existían. Era bueno saberlo... después de todo.

De pronto, recordó lo que la había llevado hasta él. Alessandra, su mejor amiga estaba en medio de una relación "no muy conveniente" con el primo de Marcos, André. Si tan solo André fuera más como Marcos, ella estaría mucho más tranquila. Por eso había querido hablar con Marcos, ya que intentó contactarse con el mejor amigo de André, Alex, pero no estaba en Italia. Y la situación cada vez se sentía más... rara. Esto no tenía un buen aspecto. Algo estaba pasando. Algo grande. Y Alessandra no parecía notarlo.

Incluso habían discutido. Nunca había sido un secreto la aversión que sentía por André, sin embargo esto era diferente.

Cerró los ojos mientras apoyaba sus manos en el volante. ¿Le había invitado Marcos a la boda? ¿Realmente estaba considerando ir?

No. No había manera. Por nada en especial. No le dolía. ¿Por qué habría de? Marcos era su amigo, o al menos lo apreciaba bastante para considerarlo como tal y querer su felicidad.

Por eso, cuando recibió la noticia de que Alessandra iría a la boda con André, se sorprendió. No solo porque era una señal de que quizás estaba equivocada, sino porque sería la primera vez que Alessandra asistiría a un evento familiar de André y se encontraba nerviosa.

Naturalmente, no pudo negarse. Mucho menos cuando Alessandra comentó que Marcos había dicho que estaba invitada. Sí, debía ir. ¿Qué podía decir? ¿Podría inventarse una excusa que no fuera obvia?

Eso esperaba. Tenía la ligera esperanza... incluso cuando se vio con el vestido que Alessandra le había ayudado a elegir para la ocasión. En alguna parte del camino, finalmente, perdió el atisbo de luz. No podría escapar. Y tendría que sonreír. No sería difícil. Realmente estaba feliz por Marcos. ¿Cómo podría no estarlo? Él sí que merecía ser feliz.

Ese pensamiento la llevó directamente al rostro del hombre que las acompañaba. André conducía su auto en total silencio, algo poco común en el tiempo que lo conocía. El fatídico tiempo que llevaba saliendo con Alessandra. Miró la ilusión de su amiga... sus ojos brillaban y André, estaba serio. Algo iba a salir mal. Muy mal.

Pero no podía decir mucho más. Quizá solo imaginaba cosas. Quizá no. Hizo lo único que podía hacer, quedarse en silencio.

–Estoy cambiando de idea –de pronto pronunció Alessandra y Emma se detuvo, giró extrañada hacia su amiga–. Es que... conocer a la familia de André, todo parece tan...

–Ya los conoces, ¿verdad? A sus primos al menos, sus hermanas... –Emma se contuvo de expresar sus verdaderos sentimientos y temores.

–Es diferente –su voz intentó sonar impaciente, pero se notaba un ligero temblor–. ¿Y si no les agrado? ¿Qué tal si...?

–Alessandra, lo harás bien –Emma le sonrió–. Eres una persona muy simpática, agradas a los demás naturalmente.

Alessandra suspiró y le dio un breve abrazo. Inspiró hondo y tomó el brazo que le ofrecía el recién llegado André, que había insistido en verificar donde estacionaban su auto. Emma continuó unos pasos detrás, admirando el lugar y tropezó con un hombre que venía en su dirección, sin mirar, hablando por móvil. Él detuvo su caída y ella lo miró con rabia.

–¿Podrías tener más cuidado? –increpó con furia– ¡por poco tropiezo con un jarrón!

–Pero no lo hiciste –él la miró con diversión–. Estás bien –aseguró, deteniéndola un poco más y la soltó.

–No sé qué es tan divertido –Emma se sacudió el vestido, como si invisibles gotas de agua del jarrón hubieran podido alcanzarla–. ¿Me permites pasar?

–Por supuesto. ¿Eres invitada? –interrogó con curiosidad.

–¿Eres quien ubica a las personas en sus lugares? –replicó irónica, haciendo un amago de sonrisa–. ¿Dónde están Alessandra y André? –murmuró.

–¿Vienes con André? –mientras él pronunciaba eso, supo que era un error. Emma lo miró con sospecha, entrecerrando los ojos–. ¿Qué sucede?

–Tenía que ser... amigo de él –su desprecio era patente–. ¿Podría pasar?

–Claro –se encogió de hombros y su rostro denotaba el esfuerzo que hacía por no reírse–. ¿Te acompaño? –se ofreció, porque la situación era totalmente irreal.

–No, gracias –murmuró con un poco de sorpresa. Él dio un paso al costado y antes que Emma avanzara, pudo notar su sonrisa. Estaba sonriendo y... ¡qué sonrisa tenía ese hombre!


Nick giró con la sonrisa aun dibujada en su rostro. Esa mujer era interesante. Ácida en su humor quizá, pero interesante. Necesitaba algo así en su vida; no definitivo, por supuesto, pero alguien con quien mantener una conversación coherente, para variar.

No que ella pareciera especialmente interesada, lo que lo hacía aun más interesante. Intrigante... definitivamente, intrigante. Además que no parecía conocerlo, por lo que la escena había sido más que divertida.

A él ya le había pasado. No en una boda, por supuesto, pero algo bastante parecido. Idéntico. Con otra mujer, en otro país... en la vida no – real que llevaba. Su vida ficticia; bueno, no su vida precisamente, la de Dante, su personaje en "Destino", la serie en la que actuaba. ¿Realmente recordaba bien?

¡Y pensar que había estado dudando con venir a esta boda! Dos bodas en corto tiempo era demasiado para él, pero al final había decidido asistir. Vacaciones en Italia, no veía por qué no. Ahora, se sentía un tanto desconcertado y sumamente divertido.

Podía recordar la escena con claridad, a pesar de los años. Quizás había sido en la tercera o cuarta temporada. Él caminaba distraído por un pasillo, a paso rápido pues debía alcanzar a uno de sus hermanos e impedir que cometiera algún tipo de locura. Irónicamente, él era el menor, pero estaba atravesando la etapa de "demuestro que estoy madurando" así que continuaba y tropezaba con una hermosa mujer, a la que detenía; sin embargo ella, a diferencia de la chica con la que se había encontrado ahora, no se resistía. Se sorprendía, sonreía, agradecía y él debía sentirse fascinado, o eso creía recordar. Quien sabía siquiera como se llamaba siquiera la chica... ¿Y esta chica? ¿La de la boda?

–¿Qué haces ahí? –Lucian se acercaba a él–. La boda está por empezar –avisó y Nick asintió, ingresando al lugar.

–¿De casualidad conoces a la acompañante de André? –preguntó y eso llamó la atención de Lucian, quien lo miró con absoluta sorpresa.

Definitivamente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora