Nick observó a Emma con ansiedad, esperando que continuara con el diálogo que seguía. Estaba prácticamente seguro que era su turno. Pero ella no decía nada. Sus ojos se limitaban a volar por la página con avidez, sonriendo ocasionalmente o formando un ¡oh! o un ¡ah!
–Emma, si quieres leerlo... –repitió su ofrecimiento, anticipando la respuesta negativa que efectivamente llegó.
–No, por supuesto que no –carraspeó–. ¿Es mi turno, verdad?
–Sí –confirmó Nick. Estaban repasando una escena en la que aparecían él y sus otros tres hermanos, así que lógicamente muchos de los "turnos" eran de Emma.
–Lo siento, no volverá a pasar –susurró Emma sonrojada. Pasaron un par de segundos, antes de que elevara sus ojos castaños hacia él– ¿en dónde estábamos?
De verdad, si Emma no fuera tan encantadora, él ya habría perdido la paciencia. Bueno, quizá no. No lo sabía, pero su confusión era adorable. La disculpa reflejada en sus ojos enormemente castaños... ¿Qué, qué había estado pensando?
–¿Nick? –llamó Emma intrigada. Él parecía estar muy lejos de ahí.
–¡Ah sí! La línea en que mi hermano mayor me ofrece una generosa remuneración por casarme (en broma, por supuesto).
–¡Cierto! –Emma localizó el fragmento y continuaron el repaso por varios minutos más, antes de que pasaran de hoja y ella volviera a distraerse y perderse. Tras dos horas de intentos similares, Emma accedió a regañadientes a leer el libreto completo (al menos la parte que tenía Nick ahí) mientras él iba por algo de tomar.
Después de compartir una comida juntos, la cual habían pedido a domicilio, decidieron continuar con la escena en que Dante y Christie estaban juntos.
–¡No lo sé! –soltó Emma, intentando imitar los gestos que suponía requería aquella escena. Nick se veía totalmente concentrado en su papel– ¿cómo puedo estar tranquila después de lo que me has dicho?
–Pero, Christie, no hay nada de lo que preocuparse. Has estado con mis hermanos y sus familias antes. ¿Te agradan, verdad?
–Sí, pero... –Emma se sobresaltó cuando Nick le pasó una mano por la mejilla y clavó sus ojos verdes con intensidad en ella. ¿Cuándo se había acercado tanto? ¿Cómo es que ella no lo había notado hasta ahora? ¿Por qué no podía continuar? ¡Cielos, solo estaba actuando! No era real– pero...
Nick esperó. Y esperó un poco más, intentando no salir de su personaje pero Emma se había quedado en absoluto silencio. Bien, parecía querer hablar porque sus labios se movían pero no emitían sonido alguno. Nada.
–¿Christie? –inquirió Nick con impaciencia, pero una nota de diversión se escuchó en su voz.
–¡Lo siento, Nick! No sirvo para esto –se lamentó Emma, alejándose de él y tomando respiraciones profundas– lo siento.
–No pasa nada, Emma –Nick se acercó con una sonrisa leve– de verdad, me estás ayudando mucho, no tienes por qué disculparte.
–Es que por un momento, yo... –Emma abrió los ojos con espanto y se llevó una mano para cubrirse la boca. ¡Demonios! ¡¿Qué había estado a punto de decir?!
–¿Tú...? –Nick la instó a hablar y quería mirarla de frente pero Emma volvió a darle la espalda– ¿Emma, pasa algo?
–No, claro que no –respondió rápidamente y giró con una sonrisa forzada–. Creo que debemos saltarnos esta escena. ¿No tienes otra con tus hermanos?
–¿Por qué? –la miró con curiosidad y se encogió de hombros–. ¿Podríamos terminar esta? –sugirió– es la que tengo mañana.
–Oh... –soltó, como si no tuviera nada más que decir. ¿Había sonado decepcionada?
–Pero si no quieres, no pasa nada –la tranquilizó. Emma negó.
–No, vamos a continuar –inspiró hondo, varias veces– Nick... Dante.
Nick sonrió. Se colocó frente a ella y Emma elevó su barbilla unos centímetros, para mirarlo directamente a los ojos por unos segundos.
–Bien, Dante... –Emma paseó la mirada por el libreto– ¡ah sí! Sí, me agradan tus hermanos pero no puedo evitar sentir que algo no saldrá como debería. ¡Oh Dante, hemos tenido tantos contratiempos! Creo que no deberíamos casarnos.
–¿Qué? –la expresión de Nick (no, no Nick. De Dante) era de desconcierto total– ¿cómo puedes decir algo así? ¡Christie, yo te amo! ¿Acaso ya no me amas? ¿Ha sucedido algo? ¿Qué pudo haber cambiado desde ayer?
–Nada, por supuesto que no –Emma se mordió el labio con nerviosismo– es solo que... ¡quisiera tanto poder explicártelo!
–Hazlo. Me encantará escucharlo –su tono era totalmente dolido. Emma no pudo evitar abrir los ojos con sorpresa. Nick era increíble actuando. Eso ya lo sabía claro, pero en vivo era hipnotizante. Increíble.
–Dante... –Emma intentó su mejor imitación de una mujer al borde de la tristeza. Los ojos verdes de Nick se fijaron en ella, antes de colocar sus manos en las mejillas de Emma para que no pudiera dejar de observarlo.
–Christie... –susurró Nick, olvidando el resto de su línea. Si realmente tenía alguna línea en ese punto. ¿Qué era lo que debía hacer? No lo sabía. Pero sí que sabía lo que QUERÍA hacer. Besarla. A ella. No a Christie. A Emma.
Y no tenía la menor idea de lo que eso significaba. O, de hecho, por qué lo sorprendía tanto. Ya la había besado, hace un par de años, cuando se conocieron ¿no? Claro, pero eso era diferente. Totalmente diferente. Él era mucho más... bueno, impulsivo. Ahora, quería pensar, que ya no tanto. Pero...
Pero, seguía queriendo besarla. Se acercó unos milímetros más, sin planearlo realmente. Solo siguiendo ¿un impulso?
Emma se perdió en los ojos verdes de Nick, no podría apartar la vista de ellos ni aun si la casa cayera sobre sus cabezas. Era increíble. No podía respirar. No podía pensar. Ni siquiera podía moverse. ¿Qué le estaba sucediendo? Y, si no hubiera sigo algo totalmente absurdo, habría pensado que Nick también lo estaba sintiendo.
Solo que no era así. Ese no era Nick. Era Dante. Estaba actuando. Y ella no era Christie, era Emma, su amiga que lo ayudaba con las líneas. Aunque, oh Dios, sí que quería ser Christie y que él fuera Dante. Solo por ese instante. Por un instante.
¿Para qué? No lo sabía. ¿Acaso se suponía que era su turno de hablar? No tenía la menor idea. Con un gran esfuerzo, nerviosamente, al sentir el aroma de Nick llenando su espacio se obligó a mirar el libreto que aferraba en su mano.
(Dante la besa). Eso decía. Él debía besarla. Dante a Christie. No Nick a ella. ¡Con razón se había quedado esperando! ¿Verdad? ¿Debía decir algo?
–Eh, Nick... –Emma pronunció dando un salto hacia atrás– ahora Dante besa a Christie, la abraza un poco más y se terminó la escena –rió nerviosamente–. ¿Quieres que te ayude en otra?
Él la miraba. No sabía como la miraba. Con extrañeza, confusión, ¿desilusión?
No tenía ni idea. No lo entendía. Pero rogaba que hablara. Necesitaba que dijera algo que la hiciera sentir menos incómoda por haber olvidado que todo se trataba de una actuación.
–Creo que son todas las que tengo mañana –habló Nick finalmente, medio arrastrando las palabras–. Antes, yo...
–¡Es que actúas tan bien! Es difícil no perderse en el personaje teniéndote a ti al lado –justificó Emma sonriendo demasiado, obligadamente–. Eres muy bueno.
–Gracias, Christie –bromeó él guiñándole un ojo. Emma meneó levemente la cabeza–. ¿Y no me darás ni siquiera un abrazo? Bueno, a Dante, ¿no?
–No lo creo –Emma inspiró hondo– yo no soy Christie, ¿recuerdas?
Nick ladeó el rostro y asintió. Sí, Emma hacía bien en recordárselo. No era ella.
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Definitivamente amor
RomanceUna razón válida para no asistir a un matrimonio debía ser la circunstancia en que Emma se encontraba. Hacía un par de meses había conocido al hombre perfecto... el mismo que se casaba aquel día, absolutamente enamorado por supuesto. Y no con ella (...