Capítulo 21

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Aparentemente, el último soltero de la recordada serie "Destino" y que se encuentra en grabaciones de un especial por su aniversario, está enamorado. O, al menos tiene una relación estrecha con una chica muy especial, a juzgar por las fotos que están viendo. Y no, como seguramente lo adivinan al verlas, no es una modelo ni una actriz, como nos tiene acostumbradas. Es una chica simple, totalmente simple y desconocida.

Esta sería la primera vez que el apuesto Dante, su personaje en la serie, se fija en una chica que no tiene extraordinaria belleza o una fama merecida. ¿Qué dicen, chicas? ¿Hay una relación o solo son amigos?


Emma sintió como un temblor de impotencia e ira la recorría conforme se sucedían una a una las palabras de la presentadora. Apretó las manos en un puño y con la mirada fija aún en el televisor, gritó el nombre de Nick.


–Definitivamente relación –habló una de las mujeres que integraba el panel–. ¡Solo mira como le toma la mano! –y, al terminar de decirlo, hubo un acercamiento a una de las tres imágenes que los retrataba juntos.


Nick alarmado giró la cabeza hacia la sala y caminó para saber qué le sucedía a Emma. Aquel llamado parecía contener angustia y eso no era algo normal.

–Si no encuentras el control remoto, tampoco es para tanto –estaba diciendo pero se silenció.

Dos cosas captaron su atención, una a continuación de la otra. La primera, Emma estaba parada en mitad de la sala, estrujando el control en su mano y con toda la apariencia de ponerse a gritar en cualquier instante. Y, la segunda, fue la mirada fija de Emma que lo guio hasta la pantalla del televisor. Ahí fue consciente de lo que estaban diciendo, apenas empezó a escuchar al notar unos rostros muy familiares en televisión. El suyo... y el de Emma.

¿Qué rayos estaba pasando? ¿Dónde habían sido tomadas esas fotografías? Y, ¿por qué demonios esas periodistas no se callaban?


–Estoy sorprendida –intervino la tercera– si ese fuera el caso, que no lo creo. ¿No les parece que es más fraternal que nada? ¡Solo mírenla! Chicas, no hay que perder la esperanza. Nick Wright sigue soltero.

–Eso seguro ya que la chica no tiene gracia alguna y...


La imagen se desvaneció y la sala quedó sumida en el silencio. Emma notó que ya no sostenía el control, pues Nick se lo había arrebatado y había apagado el televisor. Inspiró hondo, consciente de lo estúpida que debía parecer. Y era muy apropiado, pues así precisamente era como se sentía. ¡Qué idiota había sido al pensar que ella y Nick...! Era absurdo. Ella y Nick, ¡nunca! Era imposible. Realmente, tenían toda la razón, era simple, común y no tenía gracia. Era la verdad. Sin embargo, dolía.

Se sorprendió al reconocer aquello. ¿Por qué le dolía? ¿Por qué sentía intensas ganas de llorar? ¡Era tan idiota!

–Lo siento Nick, pero debo irme –habló con rapidez y tomó su chaqueta, dirigiéndose hacia la puerta– la cena deberá...

–Emma, espera –Nick la alcanzó y tomó su brazo con suavidad, solo para detenerla– ¿qué estás haciendo? Espera –repitió.

–No Nick, esto ha sido una locura. ¿Cómo han podido...? ¡Dios, qué van a pensar todos! Se reirán de mí, en el hospital y... ¡el único maldito día que nos descuidamos alguien toma fotografías! ¿Cómo lo soportas, Nick? ¡No puedo creerlo!

–Emma, calma –la miró con sus ojos verdes llenos de preocupación– esos programas están llenos de especulaciones, todo el mundo lo sabe. Y, dudo mucho que alguien lo haya visto, no debes irte.

–Claro que sí. Esto no... –Emma cerró los ojos por un instante, con fuerza– no puedo hacerlo. No quiero escucharlo más.

–¿A mí? –preguntó Nick sin entender. Emma negó– ¿entonces?

–A ellas. ¡A todas ellas! ¿Crees que son las únicas? Y no, no que yo piense que tú y yo... que tú podrías fijarte en mí o... ¡pero no! ¿Con qué derecho dicen cosas así? Yo... yo... –Emma inspiró hondo– me voy a mi casa.

–Emma, por favor... –rogó Nick sin soltarla– primero debes calmarte y hablaremos.

–No. Nick no quiero hablar –acotó con seguridad– solo quiero estar sola.

–Está bien –suspiró con cansancio– pero no te permitiré ir así, sola. Te llevaré.

–No es necesario. Vine en mi auto y...

–Emma, si crees que dejaré que te marches en ese estado es que no me conoces en lo absoluto –habló con firmeza Nick–. Yo conduciré, me aseguraré que llegues bien a tu casa y no hay nada más que decir.

–Nick, no...

–Es eso o te quedas aquí y hablamos –espetó–. Tú eliges.

Emma no tenía ánimo de discutir. Necesitaba calmarse, volver a ser ella misma y dejar de sentirse como una idiota para poder replicar. Asintió y le entregó las llaves de su auto a Nick.

Hicieron el recorrido en silencio, hasta que Emma notó que era la primera vez que no sabía que decir. No, en realidad la primera vez que no quería decirle nada y a la vez quería decirle todo. Solo que no tenía la menor idea de que era ese todo.

–Nick, ¿cómo regresarás a tu casa? –interrogó Emma, al notar que eso no se lo había planteado antes.

–No hay problema. Llamaré a alguien para que venga por mí –restó importancia Nick y dio la última curva antes de vislumbrar la cuadra en la que Emma vivía.

–¿A alguien? –Emma ladeó su rostro hacia Nick. Él no sonreía, parecía bastante... bueno, solo no parecía él.

–Sí. Quizás a Lucian... o Derek.

–Ah... –volvió su mirada hacia el exterior. Ya no faltaba más de un minuto para llegar y no quería que Nick se marchara. No obstante, tampoco quería hablar con él. No sabía lo que quería, eso era lo único que estaba claro.

–¿Por qué? –inquirió Nick al estacionar el auto.

–¿Por qué? –repitió Emma sin entender a qué se refería.

–¿Por qué no quieres hablar conmigo?

–¿Lo he dicho en voz alta? –exclamó alarmada.

–Un poco –soltó evasivo Nick–. ¿Hice algo que te molestó? Emma, yo no tengo la menor idea de cómo esas fotos...

–El hospital –contestó Emma de inmediato. Nick la miró interrogante– fueron tomadas en el hospital, en la cafetería. ¿Recuerdas la tarde que fuiste a verme?

¡Por supuesto! –pensó Nick. No había visto demasiado de las imágenes y solo había escuchado un poco de los estúpidos comentarios de las presentadoras, pero Emma tenía razón. Era la única vez que habían estado en público y... ¿cómo había sucedido algo así? ¿Quién los había visto?

–Yo no quise que esto sucediera, Emma. Debes creerme.

–Lo sé, Nick –Emma se encogió de hombros– pero sucedió. Sabíamos que existía el peligro de que nos vieran si éramos amigos, ¿o no?

–Claro... –Nick giró su rostro totalmente para clavar sus ojos en el perfil de Emma– ¿es eso lo que somos? ¿Amigos?

–Sí –respondió sucintamente Emma– ¿qué otra cosa seríamos?

–Bueno... –él tamborileó los dedos con impaciencia– precisamente de eso quería hablarte hoy.

–Sí, bueno, creo que ya no es necesario –Emma lo miró directamente– evidentemente, ya no podemos ser amigos.

–Lo sé –admitió Nick impaciente– ya es hora de que empieces a salir conmigo.

Definitivamente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora