Capítulo 9

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Emma tamborileó con sus dedos una vez más, sin siquiera notarlo hasta que la persona que dictaba la conferencia fijó sus ojos en ella. En su mano, exactamente. Miró hacia la mesa, notando lo que hacía y se detuvo. Era un gesto nervioso y de impaciencia. Pero, ¿por qué? Le encantaban sus clases y eran interesantes siempre.

Aunque claro, ese era el día. El día. Nick. ¿Por qué se sentía inquieta? No lo entendía. Quizá por inseguridad. Sabía que Nick no buscaba nada ni remotamente romántico, ella ni siquiera lo soñaría, y eso debía tranquilizarla. Solo que no llegaba a hacerlo. Y se desesperaba. Eso la impacientaba.

Una nueva mirada irritada hacia ella hizo que se fijara en su mano. ¿Lo había vuelto a hacer? Esperaba que no. Eso ya se estaba poniendo imposible. No era una cita ni nada parecido, no había razón para estar nerviosa. Ya había estado con Nick, había comido con él, habían cocinado juntos y... se habían besado. Pero eso no había sido algo extraordinario. Bueno, sí extraordinario, sin embargo nada que fuera a repetirse. Solo serían amigos. No era una cita, se repitió. Debía calmarse.

–¿Y comerás con nosotras? –interrogó Becca una vez más a Emma, que parecía fuera de ese mundo durante todo el día–. ¿Emma?

–¿Sí? –Emma pestañeó repetidamente y la miró. Ni siquiera recordaba haber salido de la conferencia– ¿me decías algo?

–¿Estás bien? –esta vez, Rachel le tocó la frente–. No pareces tener fiebre.

–Soy doctora, sabría si tengo fiebre –refunfuñó Emma y las dos chicas rieron– ¿qué es tan gracioso?

–Este día no pareces tú misma –soltó Becca encogiéndose de hombros– ¿estás ansiosa por el fin de semana?

–¿Fin de semana? –Emma preguntó como idiota. ¿Viernes? ¡Claro que era viernes! El día que había quedado con Nick, viernes. Sintió un escalofrío.

–¿Verdad, Emma? –terminó Rachel y Emma volvió sus ojos castaños con confusión. Evidentemente, le había estado diciendo algo–. ¿Vendrás a la fiesta?

–¿Qué fiesta?– Emma no era muy dada a las fiestas y sospechaba que lo sería aún menos si era una celebrada en esa ciudad.

–Una pequeña reunión, para disipar los ánimos –restó importancia Becca– puedes venir y conocer a unos amigos...

–No son tan guapos como tus amigos, pero... –comentó con tono casual Rachel.

–No tengo idea a qué te refieres –protestó Emma poniendo en blanco los ojos.

–¡Vamos, Emma! Debes contarnos. ¿También conoces a los otros chicos?

Emma abrió la boca para replicar pero la cerró. ¿Los otros chicos? ¿Los de la serie?

–¿Los de "Destino"? –inquirió y las dos asintieron al mismo tiempo–. Pues no demasiado. Los vi una vez... quizá dos.

–¿Dónde? ¿Cómo es que los conociste? ¿Hace cuánto tiempo? –interrogó Becca y Rachel le tocó el hombro, indicándole que debía respirar.

–En Italia, en la boda de un amigo –contestó Emma recordando vagamente a Derek y como reía mientras ella discutía con Nick. ¡Qué espectáculo habían dado!

–¿Por qué te has sonrojado? –Rachel señaló y Emma sintió que el rubor subía de tono– ¿pasó algo ahí?

–Claro que no –Emma negó presurosa–. Recordaba las circunstancias en que conocí a Nick y luego fue él quien me presentó a Derek. A Donovan lo vi muy poco y había hablado antes con Lucian.

–¡Rayos! Qué suerte tienes, mujer –exclamó Becca incrédula– ¿cómo es que no te ligaste a uno de esos chicos?

–¿Yo? –Emma se señaló riendo–. Becca, ¿cómo puedes preguntarme eso? Ellos tienen a las mujeres más hermosas y no están interesados en alguien como yo.

–¿Ni siquiera Nick? –preguntó Rachel con una sonrisa divertida. Emma puso en blanco los ojos y soltó el aire lentamente.

–No, absolutamente no –Emma miró su reloj y decidió que era hora de irse–. Bueno chicas, las veo el lunes.

–¡Emma! ¿Acaso no vienes a la fiesta? –Becca insistió y Emma suspiró. Asintió y volvió a acercarse–. Aquí tienes la dirección.

–Si no vienes, iremos a buscarte –aseguró Rachel y Emma apretó los labios para no decirle que eso era poco probable, ya que no conocían donde vivía.

–Adiós, chicas –sacudió la cabeza Emma y caminó hasta la salida. Ya que Nick había ofrecido recogerla, decidió no llevar su auto. Irían a su casa. Conocería la casa de Nick Wright. ¿Quién lo habría dicho?

Caminó una cuadra antes de llegar a la intersección donde se encontrarían. Un auto increíblemente práctico estaba estacionado ahí. Emma sonrió y Nick le abrió la puerta desde dentro.

–Pensé que te gustaría algo discreto –se encogió de hombros Nick. Emma asintió, aprobadora– ¿cómo estás?

–Muy bien, no podía esperar a que terminara la última conferencia. Se volvió un poco pesada.

–¿Por qué? ¿No te sientes bien? –Nick la observó atentamente.

–¿Por qué me dicen eso? ¿Acaso me veo mal? –Emma chasqueó la lengua y Nick rió.

–No, es solo que la pasión con la que hablabas de tu carrera y ahora te ¿aburriste?

–No es eso... –Emma no sabía cómo continuar. ¿Qué iba a decir? ¿Qué le costaba concentrarse pensando en que se encontrarían? ¡Absurdo!

–No importa, ya estamos aquí –Nick arrancó el auto y se incorporó al tráfico de la ciudad– ¿sigues desconfiando de mí?

–No desconfío de ti –contestó Emma negando– es solo que me sorprendió la invitación. Si me hubieras explicado primero...

–Sí, bueno –Nick curvó y empezó a pensar que quizás era cierto, solo que él ya estaba acostumbrado a eso. Si quería privacidad y evitar rumores, debía organizar reuniones y lo que fuera en casa, solo en casa o en la casa de alguien que fuera muy discreto y su amigo. Lo que era difícil conseguir. Sus amigos eran contados– supongo que yo estoy acostumbrado ya...

–Sí y las personas que están contigo –asintió Emma– tus amistades.

–Sí –Nick no supo por qué pero sintió como si Emma quisiera añadir algo aunque no lo hacía. ¿Por qué? La Emma que él recordaba no se guardaba nada. Nada.

–¿Estás molesto? –Emma interrogó y él la miró por un segundo, con curiosidad–. Es que has fruncido el ceño.

–¿De verdad? –Nick se enorgullecía de ejercer absoluto control en las emociones que reflejaba, lo que le había servido mucho mientras filmaba. ¿Cómo entonces no había notado que había hecho aquel gesto?

–De nuevo –habló Emma y él volvió a mirarla– lo has hecho de nuevo.

–¿Sí? –Nick se sintió incrédulo. Vaya, al parecer junto a Emma, no podía disimular tan bien como pensaba– es una tontería.

–Me gustaría escucharla –pidió Emma– si no te molesta.

–Bien, es que me parecía que te guardaste algo antes. ¿Es así?

¿Cómo es que Nick lo había sabido? ¡Era increíble! ¿Cómo lo notó? ¿Su voz la delató? Porque su rostro no podía ser ya que él no la estaba mirando.

–Al decir las personas que están contigo, no sé por qué pensé que quizás... a tu novia no le gustaría que fuera a tu casa otra mujer.

–Tú no eres otra mujer, eres Emma –respondió risueño Nick y ella sintió una punzada de algo que no supo explicar; no obstante, asintió, intentando sonreír.

Definitivamente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora