Cinco años después
Emma se apoyó en el balcón de la casa y observó la ciudad que se extendía a sus pies. Cerró los ojos por un momento dejando que la brisa despeinara su cabello suelto. De pronto sintió unos brazos deslizarse por su cintura y los labios de su amado esposo empezaron a recorrer la base de su cuello con delicadeza.
–Buenas noches, amor –sonrió Nick deslizando sus dedos por el cabello de Emma– te ves preciosa.
–Nick –rió Emma encantada– te extrañaba tanto –giró y lo abrazó con fuerza–. ¿Cómo estuvo la filmación?
–Agotadora –soltó el aire lentamente– y me alegra que haya terminado porque no veía la hora de estar a tu lado.
–¿Sí? –sonrió Emma emocionada–. ¡Y yo de verte! Tengo algo que decirte.
–¿Me regañarás por el beso que le di a la protagonista? –hizo un puchero Nick y Emma lo empujó negando.
–No, ni siquiera sabía eso. ¡Mal de ti, Nicholas! –cruzó los brazos con indignación.
–Me siento como un niño cuando me regañas así –Nick simuló un escalofrío pero sus ojos verdes estaban absolutamente risueños–. ¿Entramos? La noche está un poco fría y no me gustaría que te resfriaras.
–Mi amor –Emma se dejó llevar por él hasta la sala– ¿recuerdas cuando bromeaste aquella mañana que te llevé el desayuno a la cama?
–Por supuesto, la primera noche que dormiste en mi habitación –guiñó un ojo con una sonrisa pícara– te dije que sería increíblemente bueno estar casado si así me atenderías, ¿verdad?
–Algo por el estilo –negó Emma riendo–. Pero te contesté que sería una doctora y tú me dijiste que estarías orgulloso de mí hiciera lo que hiciera.
–Sí y así es –confirmó Nick– estoy muy orgulloso de mi bella e inteligente esposa.
–Nick –Emma se echó en sus brazos– te amo, mi amor.
–Y yo te amo –le besó en la punta de la nariz–. ¿Querías decirme algo, cierto?
–¡Oh sí! –Emma se golpeó la frente– es que creo que dejaré de ejercer la medicina.
–¿De verdad? ¿Por qué? ¿Por cuánto tiempo? –inquirió sorprendido.
–Indefinidamente –encogió un hombro–. ¿Te importa?
–No, solo me sorprende –admitió Nick– ¿hay alguna razón especial?
–De hecho, sí –Emma se sonrojó– no quiero que pienses que soy idiota, pero...
–Yo nunca pensaría algo así de ti –acarició su mejilla con cariño– mi vida.
–Bien, es que quiero estar en casa –explicó con suavidad– porque quiero cuidar a nuestro futuro hijo o hija.
–¿Nuestro...? –Nick abrió los ojos con sorpresa– ¿eso significa que estás embarazada? –exclamó y en cuanto Emma asintió la elevó por los aires.
–¡Nick, bájame! –protestó Emma riendo– harás que me maree.
–Lo siento mi amor –se disculpó Nick pero sus ojos verdes estaban brillantes de emoción– es que no puedo evitar sentirme... ¡estoy demasiado feliz!
–¿De verdad? –Emma sintió como una gran emoción la embargaba–. Sé que habíamos hablado de continuar en Los Ángeles, pero...
–Te gustaría volver a Italia –completó Nick y ella asintió–. Creo que es hora –accedió y Emma lo miró sorprendida–. ¿Qué sucede? Mi hogar está donde tú estés. Y en adelante, donde estén mi hijo y tú –añadió.
–Mi Nick –lo abrazó Emma y empezó a recorrer su rostro con pequeños besos– te amo tanto, tanto.
–Nunca imaginé que podría sentir tanto amor. Y cada día me demuestras que sí puedo –Nick acarició el cabello suelto de su esposa– me encanta que lo lleves así. Me recuerda a la primera vez que me quedé embelesado por ti.
–¿Eso sucedió? ¿Cuándo? ¿Aquí en el balcón? ¿En el bosque?
–No –negó Nick– en la puerta de tu casa en Italia –contestó y ella sonrió sorprendida–. Sí, ¿recuerdas cuándo me abriste y me invitaste a comer? ¡Casi no podía hablar al observar el sol reflejado en tu cabello! Me fascinaste.
–Tu sonrisa –declaró Emma y él la miró esperando que siguiera–. Lo primero que recuerdo fue tu sonrisa cuando tropezamos en la boda.
–¡Aquel día! –Nick tomó la mano de su esposa–. ¿Quién habría imaginado que terminaríamos felizmente casados?
–Precisamente, no habría apostado a que eso pasaría alguna vez –sonrió Emma– pero nunca había estado más aliviada de haberme equivocado.
–¿Sabes lo feliz que me siento mi Emma? –pasó la mano por el vientre de ella– aquí está nuestro bebé, no puedo esperar para tenerlo en mis brazos.
–Te amo –susurró contra sus labios– y estoy feliz de que estés de regreso.
Nick guió a su esposa hasta la habitación que compartían juntos. La había extrañado demasiado y solo quería amarla porque ella era la persona que más merecía ser amada. Aunque, por supuesto, el tiempo ni siendo eterno alcanzaría para demostrarle el amor que inundaba su corazón con solo mirarla. Definitivamente eso tenía que ser amor.
Emma sonrió, consciente de que tropezar con Nick había sido lo mejor que le había pasado en la vida hasta el momento. Desde aquel día, el futuro se veía brillante y al esperar a su hijo solo se perfilaba aún más radiantemente feliz para ellos. Y todo por Nick. Su amado esposo Nick.
Fin

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Definitivamente amor
RomanceUna razón válida para no asistir a un matrimonio debía ser la circunstancia en que Emma se encontraba. Hacía un par de meses había conocido al hombre perfecto... el mismo que se casaba aquel día, absolutamente enamorado por supuesto. Y no con ella (...