Capítulo 1

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Lucian, otro de los protagonistas de la serie y la persona por la que de alguna manera estaba ahí, lo observó detenidamente, como intentando evaluar el sentido de sus palabras.

–Creo que... no te conviene ir por ahí –Lucian comentó despacio–. André es...

–Tu cuñado –sonrió divertido Nick– y no estoy interesado en su novia.

–Es un alivio –pronunció Lucian y realmente se notaba–. Entonces, ¿por qué la pregunta?

–Es solo que... –Nick rió un poco y negó–. No importa. ¿Entramos?

Lucian asintió, mirándolo detenidamente por última vez. Nick puso en blanco los ojos, dándole a entender que en verdad no estaba interesado en la chica. Había sido un error preguntar. Ni siquiera la había visto bien. Quien le parecía intrigante era la chica con la que había tropezado.

Bien, esto era una boda. Habría una recepción. La encontraría de nuevo.


***

Si había algo que Emma no terminaba de entender era el matrimonio. Absurdo. ¿Qué se suponía buscaba una pareja que se casaba? Un final feliz sin duda no era. ¿Una familia? Bien, tampoco era necesario un espectáculo así. Y no, no se consideraba resentida con la vida de ninguna manera, solo un poco con la idea romántica del amor. No importaba cuan felices se vieran los novios en ese instante. El tiempo pasaría y...

Había visto suficientes matrimonios fracasar para saber lo que quedaba. No era algo agradable. Y con el pasar de los años, solo había confirmado su postura escéptica. Bien, era cierto, a sus veintitrés años no es que hubiera vivido toda una vida, solo ciertas experiencias no muy agradables. Especialmente si se referían a él.

No pudo evitarlo. Cerró los ojos con fuerza, intentando borrar la imagen que había venido a su mente de aquel hombre que le había roto el corazón y todas sus ilusiones. A veces se sentía agradecida... si no fuera por él, seguiría siendo la misma joven ingenua que creía en los cuentos de hadas y los príncipes azules; aquella que entregaba su corazón sin reservas, soñando con que sería para siempre; la misma que había sido traicionada por largo tiempo sin notarlo. Sí, más que ingenua, había sido una idiota.

Por eso le daba tanto temor la cercanía que había tomado Alessandra con André. Y cuando ya empezaron a tener una especie de relación, supo que Alessandra estaba ciega. Ella ya lo había estado una vez... tendría que salir sola. No podía hacer mucho más de lo que ya había hecho. Frunció el ceño hacia André, observando por un breve instante sus ojos grises y sus rasgos perfectos. Demasiado perfecto.

Y eso solo le dejó una certeza más. Hombres así no se enamoraban. No sentían. No consideraban absolutamente nada más aparte de sí mismos. Ojalá pudiera hacer algo por su mejor amiga...

– ¿Acaso no te gustan las bodas? –escuchó a su lado y giró para observar al hombre que le hablaba. Eso era por demás extraño por varias razones. Primera, por regla general, ningún hombre se le acercaba por iniciativa propia ya que su actitud denotaba que no estaba dispuesta a conocer a nadie. Segunda, ella no era alguien atractiva, con sus ojos castaños comunes y su extraño color de cabello indefinido entre castaño y rojo. Tercera, él era increíblemente guapo y no había más que añadir. Así que no... esto no era algo que le pasara a ella–. ¿Hola?

Emma volvió a mirar al frente, ignorándolo deliberadamente. Quizás así dejaba de hablarle. ¿Qué quería? ¿Por qué, de entre todas las mujeres mucho más bonitas e interesadas en él, precisamente le hablaba a ella?

–Soy Nick Wright –sonrió, pero notó que ella ni se inmutó–. Nos vimos en el pasillo y no tuve oportunidad de presentarme.

Emma sabía que permanecer en silencio sería terriblemente descortés pero era lo único que se le antojaba. Y, Dios, si realmente era el hombre con esa sonrisa... ¡mucho menos quería hablarle!

–¿Hola? –repitió Nick divertido, parándose frente a ella para que lo mirara. Emma tuvo que elevar sus ojos hasta encontrarse con los ojos verdes de él. Bufó irritada–. ¿Sucede algo? ¿Por qué no me hablas?

–Mira –soltó el aire con cansancio Emma–. No sé qué pretendas pero no me interesa. Lo que sea, simplemente vuelve por donde viniste y déjame tranquila. Sea lo que sea –enfatizó sus palabras– no quiero saber.

–¡Hey! –le tomó del brazo cuando Emma se giró para alejarse– ¿por qué tan agresiva?

–¿Agresiva? –Emma replicó despectivamente, mirando la mano que él posaba sobre su brazo–. ¿Puedes soltarme?

–No te enfades –Nick sonrió y Emma frunció el ceño ferozmente hacia él–. ¿Por qué mis palabras tienen el efecto contrario al que deseo cuando te hablo?

–Porque estaba perfectamente bien aquí sola –cruzó los brazos– ¿y qué sucedió? Un idiota quiso venir a pasarse de listo por quién sabe qué motivo.

–No lo entiendo –habló Nick desorientado.

–No me extraña –Emma sonrió burlona– no pareces muy inteligente.

Nick intentó decir algo pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta por la sorpresa ante aquella afrenta inexplicable. ¿Cuál era el problema de aquella chica? Y, contrariamente a lo que sus instintos le decían, la siguió.

–¿A qué te refieres con eso? –Nick dio dos zancadas y le obstaculizó el paso– ¿cómo puedes juzgarme sin siquiera conocerme?

–Dudo que me equivoque –Emma elevó sus ojos hacia él y ladeó el rostro lentamente–. ¿A qué te dedicas?

Nick se sintió aún más contrariado que antes. Por primera vez en la vida, deseó no tener la profesión que tenía. Soltó el aire con lentitud.

–¿Qué? ¿Lo has olvidado? –rió burlona y se encogió de hombros–. Con razón eres amigo de André.

–En realidad, soy amigo de Lucian –Nick respondió con tono frío–. A André apenas lo he tratado y no sé por qué tienes esta actitud tan resentida frente a los demás, pero déjame darte un consejo: no te servirá de nada. De todos modos, te herirán aún si alejas a los demás... solo conseguirás quedarte sola.

Se alejó furioso, sintiéndose ofendido como en muchos años no se había sentido. Así que podía llegar a tener mal genio. ¡Sorprendente!

Emma tenía la boca abierta aún, sin saber por qué las palabras de él le habían impresionado... y herido. ¿Cómo podía permitirse sentir algo así? ¡Ni siquiera lo conocía! Y él... no sabía nada. ¡Ni una maldita cosa sobre ella! ¿Qué se creía?

Y, claro, era ella. Generalmente tenía buen juicio, pero cuando estaba molesta, no. Aquel instante, estaba más que molesta. Así que bien... iba a encontrarlo y cuando lo hiciera. ¡Iba a escucharla!

Nick bebió una copa de vino rápidamente y de un solo golpe. Intentó dejar los pensamientos negativos y observó como una chica le sonreía, acercándose. ¡Esa era una reacción normal! Debería tomar nota aquella desagradable joven.

–Hola –ella le sonrió y miró a su copa con intención– ¿buscamos algo de beber?

–Por supuesto –Nick le ofreció el brazo y ella se lo tomó encantada–. ¿Qué te gustaría?

–Lo que tú bebas está bien –lo miró atentamente– y podríamos bailar.

–Sí, bailar es una buena idea –asintió Nick sonriente.

–¿Cuál es tu nombre? No me parece haberte visto por Italia...

–No soy italiano, pero...

–¡¡Claro!! –escuchó Nick antes de sentir como una mano se posaba en su brazo y lo halaba con fuerza–. ¿Qué más se podía esperar de alguien como tú? ¡Y después de lo que dijiste! ¿Qué? ¿Solo porque no caí rendida ante tus encantos como ella?

Nick tuvo una extraña sensación. Una mezcla de risa e incredulidad al verla así.

Definitivamente amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora