O2. » Impulsos «

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— ¿Porqué miras tanto tu mano?

La voz de Plagg me sacó de mis turbios pensamientos. Me costaba conciliar el sueño y a pesar de la fría ducha obligada por la torrencial lluvia del exterior no lograba bajar mi temperatura corporal. Plagg abandonó la comodidad de la almohada que utilizaba como cama y voló hacia mi para posar su pequeña mano sobre mi frente.

— ¿Tienes fiebre? Tu rostro está muy rojo.

Pocas veces mi kwami se preocupaba por mi. En su lista de prioridades, el camembert me superaba por mucho. Lo tomé entre mis manos y lo coloqué sobre mi pecho a la vez que cruzaba los brazos por detrás de mi cabeza.

— Estoy bien, Plagg, sólo un poco sorprendido por el rumbo que tomaron las cosas esta noche.

Aún podía sentir la sensación del pecho de Marinette en mi mano... Tan suave, blando, cálido, a pesar de ser pequeño encajaba perfectamente cual pieza de rompecabezas.

¿Como fue que las cosas resultaron asi?

Hasta donde recordaba, la había visitado en busca de algún consejo amoroso. Según Kim, ella lo había animado en aquella ocasión que confesó sus sentimientos hacia Chloe, aunque las cosas no habían resultado del todo bien. Incluso Iván había mencionado como ella lo habia animado a escribir una canción para confesar sus sentimientos a Myléne. Ingenuamente, creí que tal vez Marinette podría ayudarme a mi con respecto a estos sentimientos que cada vez me atormentaban más.

Pero en lugar de eso, terminé embriagándome con su aroma y tocando accidentalmente su esquisito pecho... Quería apretarlo, joder.

 ¿Te refieres a tu visita a la habitación de esa niña?

Plagg, amigo, Marinette ya no es una niña, te lo puedo asegurar.

— Ella es buena dando consejos amorosos, pensé que tal vez podría ayudarme a saber que hacer con estos sentimientos hacia my lady, cosa que a mi kwami le ha sido indiferente por casi un largo año.

Plagg se rascó la oreja con su pata, al parecer no prestaba mucha atención a mis palabras.

—  Tan solo deberías decirle lo que sientes y si te rechaza, te quedas con otra chica y ya, pretendientes te sobran.

— Como si fuera así de fácil.

El pequeño kwami se levantó y voló hacia su improvisada cama, no sin antes sacar un trozo de queso que guardaba debajo de la sábana y devorarlo de un bocado.

— Hora de dormir.

Un bostezo fue lo último que escuche de él. Cerré los ojos e intenté dejar de pensar en Marinette remplazando su rostro por el de mi querida LadyBug, pero no funcionaba, mis hormonas insistían en mantener una lucha contra mi corazón. ¿Qué diablos me pasaba? Marinette era mi amiga, sólo eso ¿Porqué ese simple incidente tuvo que ponerme asi?

Tal vez porque eres un tipo de 18 años con las hormonas a flor de piel que nunca había tocado la delicada anatomía de una chica tan linda como Marinette.

Bien, eso no podía negarlo, a pesar de ser increíblemente popular entre las chicas, siempre había sido un caballero, respetuoso y al margen de mis impulsos sexuales.

A excepción de contadas ocasiones en que LadyBug y su entallado traje moteado te habían orillado a complacerte en la ducha ¿No?

Bueno, algunas veces mis impulsos me dominaban, más sin embargo jamás me había atrevido a tocar a una mujer de una forma tan íntima, mucho menos sin su consentimiento, además no es como si mi padre y su ajustado horario me dieran el tiempo suficiente para salir con chicas ¡No había dado siquiera mi primer beso! Patético ¿No?

𝗗𝗘𝗧𝗥𝗔𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗦𝗖𝗔𝗥𝗔 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora