28. » Placer «

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El hombro me dolía, sin embargo eso no me importaba, quería besar a Marinette, sentirla, quería excitarla... Dejarle claro quien era el único que podía besarla y tocarla como yo lo hacía. Levanté su blusa junto a su sostén y sin poder contenerme más, atrapé uno de sus deliciosos y rosados pezones dentro de mi boca, ella al instante se estremeció y sentí perfectamente como su pezón se endurecía contra mi lengua.

— Adrien... N-no...

Ignoré el dolor en cuanto escuché como comenzaba a gemir suavemente ante mis caricias, en ese momento lo único que sentía era placer, necesidad, estaba totalmente hambriento, necesitaba a Marinette, la necesitaba en todos los sentidos... Había pasado casi una eternidad desde que la tuve entre mis brazos antes de que todo pasara y ahora que volvía a tenerla así, completamente a mi merced, simple y sencillamente no podía controlarme.

— ¿Tienes idea de cuanto extrañaba escucharte gemir?

Pregunté a la vez que mordisqueaba suavemente su pezón, ella cubrió su boca con su mano, casi olvidaba que ya no estábamos solos en su casa.

— No podemos... B-bueno... Tal vez mañana si... Aunque tu hombro...

Sonreí ante sus palabras.

— Duele, pero no se compara al tremendo dolor que es estar sin ti.

Ella se ruborizó al instante y sin decir nada comenzó a besarme suavemente en los labios, poco a poco fue bajando por mi mentón hasta que culminó sobre mi cuello, ante cada beso, ante cada caricia, mi miembro se endurecía cada vez más.

— Joder... Quisiera poder entrar en ti...

Ella apoyó su dedo sobre mis labios.

— Yo quiero lo mismo, pero no podemos, así que debemos calmarnos...

Tomé sus pequeños pero increíblemente hermosos pechos en mis manos y los mecí lentamente de arriba a abajo, no eran tan chicos pero tampoco grandes, tenían un tamaño promedio y aún así me volvían completamente loco... Su forma, su tamaño, la manera en como se amoldaban a mis manos y como rebotaban un poco al mecerlos, eran simplemente perfectos.

—  Adrien, no me tortures así... - Susurró mientras apretaba sus piernas, estaba excitada y podría apostar que inmensamente mojada.

— Es tu castigo por haberme torturado con tu indiferencia estos días... — Susurré contra sus labios y ella jadeó en respuesta.

— Creí que estabas mal herido

— Lo estaba, ahora estoy muy caliente.

Respondí, ella soltó una risita y llevó sus manos a mi rostro para acariciarlo.

— No tienes remedio — Murmuró antes de comenzar a besarme, yo correspondí sin dejar de mecer sus pechos mientras apretaba sus pezones con mis pulgares, ella suspiró y cerró los ojos dejándose llevar ante mis caricias, el rubor de sus mejillas combinaba a la perfección con el rosado de sus pezones.

— Eres precio... Auch, carajo.

El punzante dolor de mi hombro me impidió continuar con mis movimientos, Marinette me rodeó cálidamente con sus brazos.

— Adrien, no te sobreesfuerces ¿Si?

Besó mi frente y me atrajo hacia su cuerpo obligándome a recostarme sobre ella, lentamente acarició mi espalda con sus manos.

— Sin duda, este es mi lugar favorito en el mundo... — Susurré, pude sentir su sonrisa contra mi frente.

— Descansa gatito... — Casi como si hubiera sido una orden, me relajé sobre ella, apoyando mi rostro entre sus pechos, cerré los ojos mientras ella acariciaba mi cabeza y peinaba mi cabello con sus dedos, sus caricias eran tan suaves y reconfortantes que sin darme cuenta me quedé profundamente dormido.

𝗗𝗘𝗧𝗥𝗔𝗦 𝗗𝗘 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗦𝗖𝗔𝗥𝗔 | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora