VOLVER A VIVIR (Saga Vida #3)

FAMILIA AL RESCATE

MIKE

Caminábamos por las calles nocturnas de Buenos Aires, es cierto que esta ciudad nunca duerme, hay lugares que hasta podría jurar que jamás salí de Nueva York.

—Tío Mike— dijo Andy tirando de mi chaqueta.

—¿Qué sucede campeón?—

—¿Cómo es la tía Alexa?— cuestionó curioso.

Y tanta curiosidad se debía a la charla que habíamos tenido antes sus padres y yo en el coche saliendo del aeropuerto.

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—¿Cómo está eso de que la encontraste?— pronunció nervioso Jona.

—Sé que parece una locura después de tantos años y es por eso que necesito tu ayuda hermano, sobre todo porque Alexa ya no es Alexa— sentencié.

—¿Cómo que Alexa no es Alexa?— gruñó molesta Miranda.

—Eve Trovato— mascullé.

—¿Eve Trovato?— repitieron al unísono.

—Eso fue aterrador— sonreí al oírlos.

—Explícate hermano—

—Eve Trovato, esposa de Tyler Trovato y madre de Alexa Trovato—

—¿Alexa Trovato?— volvieron a repetir.

—Ya dejen eso, es... tenebroso— dije sintiendo un escalofrío.

—¡Como sea! ¿Quién demonios es Eve Trovato?— cuestionó Miranda.

—Alexa—

—Por ese motivo nos fue difícil rastrearla— murmuró Jona.

—Exacto, más aún al tener el apellido de su esposo— mascullé con tristeza.

—No pudo haberse casado, ella te amaba Mike—

—Lo sé Miranda, ella no sabe quién soy—

—¡Qué!— gritaron al mismo tiempo.

—Está bien, última vez que se los pido, es aterrador ver como dicen lo mismo al mismo tiempo—

—Es que estamos sincronizados, Alexa y tú también lo hacían y seguido— reprochó Jona.

—Lo sé— suspiré largo recordando esos momentos.

—Por eso no entiendo cómo es que pudo casarse y formar familia estando enamorada de ti— murmuró Miranda.

—Su memoria...—

—¿Jona?—

—Ese hombre debe de estarla manipulando, si es aquel médico que la sacó del instituto...—

—Debe ser un psiquiatra y tiene acceso al expediente completo de Alexa...— siguió Miranda.

—Por lo tanto sabe cómo puede mantener a Alexa fuera de juego a base de tratamientos...— continuó Jona.

—¡Es un maldito infeliz!— gritaron.

—Está bien, me rindo con ustedes, son aterradores y gracias al cielo los niños están dormidos— dije negando ante el acto que acababa de presenciar.

—Yo estoy despierto, papi y mami con su grito lo hicieron— añadió bostezando Andy.

—Se los dije, hablar más bajo— reproché.

—Papi y mami siempre hablan alto y al mismo tiempo, tío Mike tiene razón, dan miedo—

La confesión del pequeño hizo que las risas llenaran el coche en un segundo.