Mi huésped (Nick Jonas y tú) TERMINADA

Capítulo 28

— Nicholas, no vas a estar conmigo toda la vida— digo cuando ya estamos todos dentro del auto.

—También lo sé, ___. Pero quiero que estés bien mientras yo esté acá— me calla por completo. Lo dice en serio, puedo verlo y sentirlo en cada palabra. Soy importante para él... Oh, por Dios. — ¿No tienes una llamada por hace? Recuerdo el camino de regreso.— pregunta encendiendo el auto y volviéndome a la realidad asiento con la cabeza. Y marco.

—___— Emmanuel me nombra casi en un jadeo.

—Estoy bien, olvidé decirte que...—

—Escucha— me corta —Necesito verte... Necesito ver que estás bien— siento una sensación extraña. Pero sonrío.

—Estoy saliendo del hospital— le aviso. —En cualquier momento estaré en mi casa... Podemos vernos ahí— digo sin cuestionar nada. Quiero verlo... Necesito verlo también.

—Estoy llegando a la puerta de tu casa— dice sorprendiéndome para mal.

— ¿QUÉ? Dime que no estás conduciendo y hablando al mismo tiempo— siento a Nicholas mirarme pero yo no lo hago.

—Tranquila, ya llegué— responde relajadamente.

— ¡Al diablo con eso! No vuelvas a hacerlo. Nunca— me enojo de nuevo. Está LOCO.

—Necesitaba escucharte— se justifica dejándome sin nada para decir. Solo suspiro.

—De todas formas... No quiero que te pase nada— es lo único que digo.

—Nos vemos— se despide casi tan tranquilo y relajado como yo.

—Nos vemos— digo y espero unos segundos más para cortar. —Está en la puerta de la casa— decido finalmente ver a Nicholas. Él simplemente asiente sin decir nada. — ¿Estás bien? — pregunto extrañada.

—Estoy bien— responde sin más.

—Gracias por todo, Nicholas. En serio— vuelvo a repetirlo.

—No tienes nada que agradecerme— sonríe y ya estamos a unas cuadras. Veo el auto de Emmanuel. —Hoy ha sido una larga noche— comenta mirando al frente.

—Aún no termina— lo miro de nuevo y me dedica una mirada corta, ríe bajo.

—Suena como una promesa de que lo mejor está por venir— murmura divertido.

—Lo está— le digo pensando en preguntarle qué película quiere que vamos antes de irnos a dormir.

—Oh, Para ti. Para mí la noche ya terminó— dice casi desinteresado tanto que olvido que iba a preguntarle. Y justo llegamos. Las puertas mecánicas se abren y deja entrar el auto.

Ahí estaba bajando Emmanuel de su auto con las manos en los bolsillos. Su cabello se ve casi tan negra como la oscuridad a pesar de los faroles. Pero su piel es clara y brillaba sobre la ropa toda negra.

—Ve— dice Nicholas distrayéndome. —Yo me encargo de esto— agrega refiriéndose al auto. Le sonrío no tan convencida.

—Podemos ayudar...— me corta con un gesto de negación con él dedo índice y señala a Emmanuel que se detuvo fuera de la casa. —Gracias— digo y salgo del auto caminando cuidadosamente, no me sentía del todo segura a pesar de las vendas.

Emmanuel me sonríe y creo que... Oh, Dios es la primera vez que me derrito por su sonrisa. Realmente... Esto no es normal.

—Emmanuel— le sonrío saliendo del garaje y casi corro hacia él y lo envuelvo en un abrazo.