Capitulo 25

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― Bueno, Abby, no quiero parecer grosera pero tú no entiendes nada de esto. Yo siempre he estado con Thomas en sus cumpleaños, he tenido la oportunidad de celebrar quince de ellos― Kendall se recargo en el hombro de Thomas.
¿Por qué Thomas no la alejaba de él? Grite en mis adentros. Vamos Thomas suéltala, abrázame a mí, yo soy tu esposa, no ella. ¿Es que acaso eres ciego para no notar que esta provocándome?
No había duda, los celos estaban consumiéndome. Jamás en la vida había experimentado un sentimiento tan doloroso.
― Estoy consciente de ello, Kendall. Pero créeme tu familia es más importante que yo. Así que me gustaría que fueras con tus padres― Dijo Thomas sonriendo
Kendall lo abrazo fuertemente
― Esta bien, iré con ellos― Suspiro ― Pero solo lo hago por ti
― Esa es mi chica― Dijo Thomas mientras le hacía cosquillas.
Yo desvié mi mirada, si seguía presenciando esa escena lo más seguro es que explotara de los celos que se estaban generando en mi estomago.
― Bueno iré a hablar con tus padres― Thomas salió del despacho.
Kendall y yo teníamos la mirada fija mutuamente.
― ¿Feliz? ― Kendall cruzo los brazos a la altura del pecho
― ¿Disculpa? ― Fruncí el ceño
― Tranquila, Thomas ya se encuentra en el comedor así que deja de fingir― Camino hacia mi― Se honesta y dime porque te casaste con Thomas
― Kendall, creo que eso no es de tu incumbencia― Trate de mantener la calma― Pero veo que tu estas muy interesada en Thomas
― Si, lo estoy― Dijo con tono de ironía― A diferencia de ti, claro esta
― ¿Qué insinúas? ― Dije poniéndome muy cerca de ella
― Que tu, Abby no amas a Thomas―
Golpe bajo, sin duda alguna.
― Tú no puedes saber eso. Nadie puede, salvo yo que conozco mis emociones y sentimientos― Conteste irritada―
― Es más que obvio que no lo amas, querida. Así que porque no nos haces un favor a ambas y dejas a Thomas en libertad, para que se dé cuenta de que se ha casado con la mujer equivocada― Elevo una ceja― Después de todo saldrías ganando con el divorcio. Obtendrías una buena cantidad de dinero más tu libertad.
― Escúchame bien Kendall― Dije entre dientes― Si crees que…
― Abby, cariño, es hora de despedirnos― Dora y Alan iban entrando al despacho
Yo fingí relajarme y los mire.
― ¿Ya se van? ― Dije caminando hacia ellos
― Si― Dora sonrió― El avión sale en dos horas. ¡Dame un abrazo! ―
Abrace a Dora y después abrace a Alan. Intercambiamos unas cuantas palabras más y después los tres salieron del despacho, pero claro está que Kendall no podría marcharse sin antes dedicarme una mirada llena de coraje. Yo le dedique una igual y después burlándose salió del despacho, dejándome sola.
<<Eres una mujer muy fuerte, Abby, y esa es una cualidad muy valiosa. Por fortuna heredaste el carácter de tu papá y no el mío>> Esas palabras habían salido de la boca de mi mamá, cuando yo había alcanzado la mayoría de edad.
― Estamos muy orgullosos de ti, Abby. Jamás te doblegas ante la adversidad y siempre logras ser fuerte y no les permites a los demás verte llorar o explotar de coraje― Esas habían sido las palabras de mi papá, después de un día desastroso en mi vida.
¿Se sentirían orgullosos de mí en este momento? Claro que no, pues en cuanto me había quedado sola en el despacho yo rompí en llanto. Gracias al cielo que Thomas no estaba presente, gracias al cielo.
No podía controlarme, las lagrimas brotaban aceleradamente, trataba de detenerlas pero no podía, por fortuna era un llanto silencioso, solo un par de veces se había escuchado el retumbar de mi llanto entre las cuatro paredes. Me deje caer sobre el suelo alfombrado y sentándome me abrace para controlar la manera en que mi cuerpo temblaba.
Jamás pensé que mi vida se complicara tanto debido a las mujeres. Primero Kim, luego Kendall y ahora Caroline. ¿Quién más? Muchas más, me auto respondí. Solo que el resto disimulaba.
― Yo ni siquiera lo elegí como esposo― Dije susurrando mientras las lagrimas cesaban momentáneamente― El me eligió y yo solo acepte para no decepcionar a mi familia.
Mi espalda se reunió con la alfombra y contemple el techo. Después de algunos minutos cerré los ojos y por mi mente pasaron infinidad de cosas.
Te amo Thomas Weig, dije mientras sentía como las lágrimas volvían a mojar mi cara.
― Abby― Se escuchaba la voz de Thomas a lo lejos― ¿Dónde estás, Abby? ― Repetía una y otra vez.
Me tape la boca para evitar que el escuchara mis sollozos y apreté los ojos lo más fuerte que pude, pero pronto sentí como mi cuerpo de separaba del suelo.
― Abby, ¿qué tienes? ― Preguntó Thomas preocupado― Amor, contéstame. ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame al doctor? ― Thomas me apretó contra su pecho mientras se sentaba en una de las sillas que había en el despacho.
― No tengo nada― Dije en apenas un susurro― Solo ha sido un momento de debilidad― Apenas y podía distinguir su cara a causa de las lagrimas que aun salían de mis ojos.
El se apresuró a secar mis lágrimas con su dedo pulgar y me beso en la frente.

― ¿Cómo que un momento de debilidad? ― Tenía el entrecejo fruncido― Vamos linda, respóndeme, siempre es bueno hablar y no quedarse callado.
― ¿Sabes cuantas veces me he cuestionado el porqué te casaste conmigo? ― Dije mientras fijaba mi mirada en la suya.
― Veo que aun sigues arrepintiéndote de haber contraído matrimonio conmigo― Apretó sus labios
― Es solo que nunca pensé que…habría personas empeñadas en separarnos― Sentí como su mano se ceñía con fuerza a mi cintura― Yo no quiero que te canses de mí y me dejes. No quiero que… no quiero que…― Me costaba trabajo seguir hablando
― Abby, eso jamás pasara― Dijo apartando un mechón de cabello de mi mejilla― En todo caso yo soy quien debe estar preocupado.
Esta vez fui yo quien frunció el ceño y trate de incorporarme lo mejor que pude.
― Ahora dime tú, ¿Sabes cuantas veces he temido que me pidas el divorcio? ¿Sabes cuantas veces estuve a punto de alejarme de ti debido a tu rechazo?― El acerco su cara a la mía― Muchas, pero fueron más las veces en que me aferre a ti, porque te amo.
Todo mi ser colisiono. Simplemente sentí como la alegría inundaba mi interior y hacia a un lado a la desesperación y temor.
―Thomas…
Pero el me beso, me beso de una manera especial. Simplemente me beso como nunca antes lo había hecho. Yo rodee su cuello con mis manos y cerré los ojos. El me besaba con una ternura excesiva, de manera lenta y abrazadora.

― Estoy casado contigo, Abby. He elegido pasar el resto de mi vida junto a ti, y créeme no parare hasta conseguir que me ames― Una vez más el me beso y yo sentí como un par de lagrimas brotaban de mis ojos, pero estas eran lagrimas de felicidad.
El no necesitaba conseguir que yo lo amara. Yo ya lo amaba.
― Thomas, yo te quiero, te quiero demasiado y no solo eso yo te…
― Shhh, con eso me basta, por ahora― El tomo mi cara entre sus manos― Ha sido un día agotador para ti hermosa. Será mejor que vayamos a descansar.
El me apretó contra su cuerpo y como si fuera una niña pequeña me llevo hasta el dormitorio entre sus brazos. Yo me acurruque contra él.
― Thomas― Dije cuando entramos en la habitación
― ¿Si? ― Pregunto poniéndome de pie junto a la cama―
― Gracias por quererme tanto y por aguantarme― Hice una mueca
― Amor mío― Dijo riendo y entrelazo su mano con la mía― No tienes nada que agradecer
― Por supuesto que si― Comencé a jugar con sus dedos― Te quiero mucho Thomas
Por un momento Thomas se quedo pensativo y apretó mi mano
― Aclárame algo, Abby― Dudo por un momento― ¿En realidad me quieres?
― Si, demasiado― Lo abrace― ¿Lo dudas? Se honesto, Thomas― Lo mire directo a los ojos
― Un poco, si― Apretó los labios y desvió la mirada―Es solo que en un principio no te cansabas de demostrarme que me odiabas― Suspiro― Y de repente cambiaste, comenzaste a ser más cariñosa conmigo… ¿por qué?
― Jamás te he odiado― Fruncí el ceño― Si algún día te lo dije, lo lamento. Pero todo eso es parte del pasado, en el presente te quiero y en el futuro… te amare aun más
Thomas se puso tenso y tomándome por los hombros me puso a una distancia considerable para poder verme a la cara
― Esperemos que así sea― Beso mis labios con avidez― No sabes como agradezco el haberte visto aquella tarde… tan hermosa, con esa sonrisa resplandeciente y la manera en que pronunciaste tu nombre, desde ese momento me gustaste
― ¿Tanto así? ― Levante una ceja― Bueno caballero, quiero decirle que usted me dejo cautivada con su atractivo y elegancia.
― Lo se, simplemente no puedo evitarlo― Soltó una carcajada
― Eres el hombre más modesto que conozco― Lo bese― Y guapo también
Thomas me miro con ternura y acarició mi mejilla
― Sospecho que esta semana será maravillosa. Solos tu y yo en esta casa― Dibujo una sonrisa picara en su cara― ¡Y con tanto tiempo libre!
― Ya veremos― Mi cara se tiño rojo escarlata
― ¡Pero Abby! ― Dijo escandalizado― Te has sonrojado, cariño mío ¿qué ha pasado por tu mente? ― Fingió inocencia
La habitación comenzó a llenarse con nuestras risas

Después de una semana llena de tranquilidad, sin Kendall, sin Caroline; Thomas y yo habíamos pasado mucho tiempo juntos. Cada segundo estaba grabado en mi memoria, cada beso, cada caricia, cada vez que me había dicho un te quiero y más aun… un te amo.
Ese viernes la tarde en la oficina había estado un poco estresante, por lo que llegando a casa lo primero que hice fue tomar una ducha, salí con mi camisón de dormir y me recosté en la cama. Tome un libro y comencé a leer, quería distraer mi mente un poco. A medida que las páginas pasaban y pasaban, el sonido del agua en la regadera llamaba mi atención. Thomas estaba ahí adentro. Sentí un poco de sueño así que guarde el libro en el cajón del buro y cerré mis ojos.

Y ahí estaba yo, soñando una vez más con él. Thomas. El hombre que había logrado cautivar y ganar mi corazón. Te amo, le repetía una y otra vez y el solo me miraba y sonreía. ¿Cómo es que era tan fácil decirlo en sueños y tan difícil decirlo en la realidad?
Abrí mis ojos y lo primero con lo que me tope fue el leve brillo de la luna que entraba a través de las cortinas entreabiertas. Mire el reloj y descubrí que había dormido durante poco más de una hora. Me gire pero no vi a Thomas. Eso sí que era extraño. Me levante de la cama con muy buen humor, como si hubiese dormido ocho horas. Me asome por la ventana, el cielo estaba lleno de estrellas. Mientras las contemplaba escuché como la puerta de la habitación se abría.
Thomas apareció ante mi vista. No llevaba camiseta puesta, por lo que inmediatamente me sonroje.
― Veo que has despertado― Dijo Thomas sonriendo y quedándose al pie de la puerta
― Si, la siesta me ha relajado― Lo mire y me percate de cómo me miraba de arriba abajo, repetitivamente― ¿Pasa algo?
El no dijo nada simplemente llevo su mano a su cabello y sus dedos se hundieron en sus rizos.
Me moví un poco y camine hasta el.
― ¿Todo bien? ― Puse mi mano en su mejilla. Apenas sintió mi tacto el cerro los ojos y apretó la mandíbula
― Ya no puedo más― Dijo tomándome de la cintura y acercándome a él―
― ¿Qué es lo que no puedes más? ― Fruncí el ceño y él me acerco aun más a su cuerpo
― ¡Te deseo tanto! ¿No puedes sentir cuánto te deseo? ¿No te das cuenta? ― Su cálido aliento choco contra mi cara.

Amor SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora