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Al abrir mis ojos, lo primero que vi fue a mi madre, dormida en la incomoda silla junto a la camilla:

ALEXIS: - Ma...

Dije débilmente, sintiendo un collarín inmovilizando mi cabeza, impidiendo moverme con normalidad, ella se sobresalto despertando y se acerco a mi:

ALEXIS: - ¿Que paso?

Pregunte algo confusa y al quererme mover sentí un fuerte dolor en mi pierna que me hizo soltar un ahogado gemido de dolor.

PATRICIA: - No hagas esfuerzos hija...

Dijo acercándose y sujetando mi mano, me acomodé en la camilla y espere una respuesta de lo sucedido:

PATRICIA: - Pues, un imbécil que iba borracho se estrello contra tu carro. Dicen que fue un milagro que te salvarás hija. Hable con Adam y me dijo que pronto estarás mejor, él te atendió, en cuanto supo lo que paso llego casi de inmediato y estuvo al pendiente de ti hija.

Mi piel se erizo al escuchar las palabras de mi madre. Adam, mi mejor amigo, me atendió, lo que en otros momentos me daría risa, ahora me dejaba atónita. Mire a mi alrededor tratando de recapitular lo que había pasado:

ALEXIS: - ¿Cuando podré ir a la escuela otra vez?

Pregunte con la mirada fija en ella. Iba a contestarme cuando entro el medico a la habitación:

MEDICO: - Porfin despertó señorita... Riggs...

Dijo el alto hombre revisando la tabla llena de hojas perfectamente ordenadas en sus manos. Se acerco revisando las etiquetas del suero y la correcta entrada de la intravenosa:

ALEXIS: - Si...

Dije algo cohibida ante su imponente presencia y voz grave. Puso su estetoscopio en mi pecho y empezó a escuchar mi corazón y pulmones. Apunto unas cosas en la tabla y empezó a hablar:

DOCTOR: - Soy el Doctor Bruno Carson, quién  le atendió, déjeme decirle que usted es una mujer muy fuerte... La felicito señorita...

Dijo serio sin levantar la vista de la tabla y salio sin decir más.

Después de unos minutos pude divisar como mi mejor amigo entraba a la habitación sin su uniforme de enfermero:

PATRICIA: - Los dejaré solos hija... Si necesitas algo estaré afuera.

Yo asentí, sonreí y mire como desaparecía tras la puerta:

ALEXIS: - Hey...

Dije en forma de saludo a mi mejor amigo con la voz ronca y tratando de sonreír obteniendo de eso una mueca.

ADAM: - Hey...

Dijo con una sonrisa en sus labios pero una vista algo desanimada y triste:

ALEXIS: - Me hubieras dicho que vendrías, para peinarme o algo...

Dije colocando algunos mechones de mi melena tras mi oreja. Este soltó una pequeña risa, se sentó en la orilla de la camilla y su sonrisa se borro, para después hablarme algo serio:

ADAM: -Me asuste cuando supe que estabas aquí... Leer tu nombre en esa lista fue horrible.

Trague saliva al escucharlo. Jamás había visto a Adam tan agobiado, quizá solo algo estresado por algún examen o algo... quería suavizar la situación y decidí cambiar el tema:

ALEXIS: - Creo que tendré que faltar un par de días a la escuela.

Dije recostandome con una mueca casi sonriente:

ADAM: - Cuando te dio varicela faltaste casi dos meses...

Dijo conteniendo una risa, yo lo mire entrecerrando los ojos y después de un punzante dolor en la pierna cerré los ojos, conteniendo el aire evitando gritar del dolor:

ALEXIS: - Me duele mucho mi pierna...

Dije y sentía mis ojos arder, y lágrimas a punto de salir, al cerrar los ojos nuevamente salieron un par, fugitivas, mojando mi rostro, para aterrizar en las blancas almohadas. La calidez de su mano seco mis lágrimas mas recientes, dirigí mi vista a el:

ALEXIS: - Gracias por estar aquí...

Dije tomando su mano:

ADAM: - Como no iba a estar, que clase de mejor amigo sería si no estuviera, yo mismo te atendí primor...

Dijo con un toque de ego en su voz a lo cual sonreí de lado.

ALEXIS: - Lo sé, lo sé... Me lo dijo mi madre...

Dije mientras rodaba los ojos fingiendo fastidio:

ADAM: -Mañana vendré a verte, ahora tengo que irme...

Dijo poniéndose de pie, mirando su reloj de mano, yo asentí, beso mi frente y vi como se alejo sin decir nada mas, casi de inmediato entro mi mama y se sentó en la orilla de la camilla, estuvimos charlando un rato hasta que se terminó la hora de visita y se marchó, dejando el cuarto en total silencio, sin contar las máquinas, el chillante sonido de las camillas y susurros de enfermeras o médicos fuera de la habitación.

Recosté la camilla y me dispuse de a descansar.









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La Excepción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora