XLIV

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"Lo que sostengo en estas asustadas manos es el valor de las flores arrancadas, mis sentimientos son todo en lo que confió un deseo que despertara a la luz..."


Mira con asombro la habitación llena de libros, escucha la puerta abrirse por el albino quien entra con una bandeja en manos, sobre ella dos tazas de té y un plato lleno de aperitivos.

Se dirige hacia él para ayudarle, el mitad ingles le sonríe agradecido, el estar con él le emociona, pero al mismo tiempo le hace sentir nostálgico, Atem ha vuelto y Yugi se ha ido, piensa en el espíritu de la sortija del milenio, este debió de haber sido destruido, pero a su mente el podría se estaciona y se pregunta ¿Acaso si Akefia volviera él tendría que morir como Yugi lo hizo?

Aun no comprende como la situación se ha tornado así, Rebeca le ha dicho los detalles que el mismo Yugi le dio, pero al fin de cuentas no son muchos, no comprende la situación y aun así ve adelante de él el producto de esta.

—¿De verdad no te molesta que tome algunos libros prestados? —pregunta Atem con su voz solemne, aquella misma sin duda y ese semblante estoico, ahora ya tiene 16, la misma edad que alguna vez tuvieron cuando todo empezó.

Asiente ante su pregunta, él empieza a hojear algunos libros, es listo lo reconoce, aún falta tiempo para que piense sobre la universidad, pero su personalidad le ha hecho ser precavido.

Mira el reflejo de la imposibilidad frente a él, siempre ha amado lo paranormal y el ocultismo, pero ahora que tiene una frente a sus ojos no sabe cómo reaccionar sin rememorar el pasado.

—Supe que quieres ser arqueólogo —suelta sin más, sea algo propiciado por la magia antigua aun Atem es su amigo y además es humano, solo puede tratarle como tal.

—Sí, me gusta la historia, el poder descubrir pasajes de lo que cimento nuestra sociedad es un sueño para mí —afirma y una sonrisa se asoma.

—Me alegra que sigas los pasos del profesor Hawkins —sonríe mientras se dirige a tomar asiento, pero antes de ir al sillón de gamuza rojo su vista se posa en el viejo piano, un fugaz recuerdo, una tonada para ellos dos.

Se dirige hacia él, ve la tapa cubierta de polvo, la levanta y roza los dientes de marfil, toma asiento en la butaca, el recuerdo le invade, sus dedos bailotean por encima de las teclas.

La tonada, una canción de amor trágica que le deja un sabor agridulce, gira a un lado para ver a Ryou Bakura amigo de la familia tocar el viejo piano en el estudio que alguna vez fue de su difunto padre, a pesar de su edad no se ha casado al igual que su madre, ha escuchado que en su corazón se estaciono un amor que no pudo ser, la persona de quien se enamoró se ha marchado muy lejos. Suspira ante la tragedia, si fuese aquel niño de antes hubiese preguntado sin reparo ¿Por qué no le has seguido si le quieres? Pero hasta él comprende la soledad de amar algo que ha dejado de existir.  

The Soul →【Blindshipping】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora