The Soul →【Blindshipping】

XXXVI

"El lugar donde cae un resplandor la Flauta de las tinieblas me embrujo"

Le vio morir nuevamente sin poder hacer nada, no era nada en ese mundo solo un simple vigilante sin voz, un mensajero que llevaría de regreso el fragmento del Dios que se vio deslumbrado ante la imagen de ser humano.

Sin embargo su espera no había terminado, su alma había sido sellada.

Una risa metálica dejo salir, se sentía repitiendo la jornada que alguna vez Isis ejecuto en pos de encontrar a su esposo y único amor.

Isis madre de crianza a quien amaba y odiaba a la vez no había notado aquello que su esposo había decidido perder ¿Pero quién podía culpar a Isis? Isis solo ve lo tangible y entonces a su mente vino la duda ¿Acaso Nefthys se había dado cuenta? No lo sabía y no quería hacerlo, ya no quería estos estúpidos sentimientos que le hacían añorar a alguien que le había dado tal penitencia ante su desliz, pero al mismo tiempo no podía dejarle, lo cierto es que lo que más deseaba solo él se lo podía dar.

Escucho la profecía dejando pasar el tiempo, pero nadie podía cumplir la tarea de armar aquel rompecabezas, cansado a sabiendas que la paciencia de su Yo verdadero pronto le consumiría se jugó la última alternativa que vislumbro.

El lugar que nadie debía conocer exceptuando Isis seguía en su memoria, entonces robo el cuerpo que estaba destinado de reencontrarse en el más allá con su portador original, en ese caso aquel joven llamado Atem.

Rio ante el juego de palabras, Akhenamkhanen antiguo Faraón había puesto aquel nombre a su primogénito como ofrenda a Aton sin saber el significado real del nombre olvidado.

El ardid del origen real.

Si bien él no tenía cuerpo las Sheut sirvientes que Anubis le había entregado fueron de gran ayuda para su cometido, pero lo que no previo fue el hecho que el Dios con cabeza de chacal les descubriese tan pronto, el llamado por el impacto de su báculo en el suelo fue hecho.

Las Sheut no podían quedarse y él no iría.

—Deben irse —dijo solemne, poco a poco fueron desapareciendo menos una— Debes irte —pero no se fue, quería preguntarle tantas cosas, pero la barca se estaciono encima de ellos entonces lo que jamás pensó que ocurriría paso.

Amón Ra confabulaba con ellos.