Step#1

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Disclaimer: Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta obra fue creada sin fines de lucro.

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— ¿Quieres dejar de hacer eso? —demandó ofuscada, sin detener su avance.

— ¿Hacer qué? —respondió con clara molestia en su tono de voz. Ranma caminaba como de costumbre sobre la valla del canal.

—Llevas todo el día observándome y refunfuñando en el acto. —Akane lo encaró, con el gesto ceñudo.

El hombre estuvo toda la mañana, de camino al colegio y durante las clases, acechándola con el ceño fruncido y la mirada punzante. Cada que ella lo encaraba, a la distancia, para intimidarlo y darle a entender que parara con su mudo hostigamiento, el muy idiota ni siquiera repelía sus ojos. Permnecía inmutable en su maquinación, sin importarle las claras insinuaciones que le hacían sus hormonales amigos. Yuka y Sayuri tampoco se quedaron atrás, así como el resto de las chicas, y se pasó el día excusando el extraño comportamiento de Ranma y desenmarañando las tórridas suposiciones que las románticas mentesillas entretejían. Además, el hecho de que Ranma la observara con descaro, la tenía con los nervios en hilo. ¿Qué tanto le miraba?, ¿qué demonios se proponía? ¿Aún estaría molesto por no advertirle lo del Nannichuan?, ¿por qué mejor no se lo echaba en cara?, ¿la estaba torturando a caso? ¡Agh! ¡Idiota!

— ¡Te has vuelto loca! —Ranma detuvo su caminar— ¡¿Quién querría ver a una marimacho fea como tú?! —dramatizó con aversión.

—Siento tú mirada taladrándome —aseveró, apretando los dientes—, ¡ni si quiera lo disimulas! ¡Tonto!

— ¡Ya has perdido la cordura!, ¡a mi no me gusta mirarte! —El ojiazul se cruzo de brazos arrugando el entrecejo. Pero al contrario de lo que decía, el hombre continuaba mirándola sagazmente.

—No dije que te gustara, idiota. ¡Dije que dejes de hacerlo! —espetó frustrada.

—Pues si lo hago es muy mi problema —gruñó—, ¡y no lo hago porque quiera! —El azabache puso los brazos en "jarra", entrecerró los ojos y apretó los labios.

— ¡Pues para de una vez!, ¡lo estas haciendo ahora mismo! —profirió— ¡Y dime qué te molesta!

— ¡Yo no estoy haciendo nada!, ¡y nada me molesta! —Ranma bajó los brazos y apretó los puños fuertemente a sus costados.

— ¡Bien! Entonces deja de seguirme.

— ¿Cómo quieres que deje de seguirte...? ¡Si también voy a casa! ¡Tonta!

— ¡Pues vete por otro camino!

— ¡¿Y por qué no te vas, tú, por otro lado?!

— ¡Porque no quiero!

— ¡Pues yo tampoco quiero!

— ¡Bien! —concluyó, dándose media vuelta.

— ¡Bien! —secundó con altivez.

Reanudaron el camino a casa en completo silencio, hasta que Ranma por fin volcó su preocupación.

—Iremos con Tofú —declaró saltando de la valla y plantándose frente a ella.

— ¿Qué?, ¿para qué? —preguntó consternada. Esperaba algún tipo de reclamo o inculpación de su parte. En realidad, pensaba que quería reclamarle, con mayor ahínco, lo respecto al Nannichuan. Porque el día de ayer fue todo un desastre, y Ranma perdió la última oportunidad de curarse. Ella aceptaría solemnemente su parte de la culpa.

—Para que te revise, ¿no es bastante obvio, boba? Es lo que hace un doctor.

—Que me revise... ¡¿a mi?! —¿De qué iba ahora el idiota?, si ella estaba completamente bien.

— ¿Es que ya estás sorda? Sí, a ti. ¿A quién más si no? —respondió mordaz.

—Ranma... estoy perdida. —Cerró los ojos y masajeó su entrecejo, tratando de seguirle el hilo a los pensamientos de su prometido. Nada, no podía hacer una conexión coherente. Lo miró con extrañes—. ¿Para qué querría, yo, ir con el Dr. Tofú? Me encuentro perfectamente sana.

—Será como precaución —aseveró, sobrado de suficiencia—, no voy a arriesgarme —murmuró en tono casi inaudible.

— ¿De qué estas hablando? —preguntó desorientada.

—Te revisará regularmente, una vez a la semana, hasta que estemos seguros que no haya efectos secundarios. —Ranma parecía enfrascado en un debate consigo mismo. Y ella se sentía como una estúpida e incompetente por no poder seguir su razonamiento, eso le picó el carácter—. ¡Sí, así se hará! He dicho.

— ¡Yo no haré nada de lo que tú me digas! ¡Bruto!

— ¡¿Pero qué demonios te pasa?! —objetó crispado—, ¡lo estoy haciendo por tu bien! ¡Eres una desagradecida!

— ¡Pues aclárame de qué va todo esto! ¡Idiota!

— ¡En serio Akane!, ¿no te lo imaginas? ¿Cuán bruta puedes llegar a ser?

—Yo... yo voy a mostrarte lo bruta que puedo llegara a ser —siseó con mortal amenaza. ¡Era suficiente!, lo mandaría a volar hasta Marte. Por qué no simplemente le aclaraba todo el misterio en lugar de insultarla y hablar con incoherencias, y contradicciones, en la conversación. ¡Oh!, su ansias le imploraban sangre. Apretó el puño derecho con vigor haciendo crujir sus dedos en el acto. Levantó el brazo con decisión y...

Antes de poder propinarle un merecido porrazo a su prometido, éste aprisionó su muñeca.

— ¡Suéltame! —gritó indignada.

—No —respondió calmado. Ranma la miró con restaurada severidad—. Iremos.

— ¡Ya te dije que no pienso hacer lo que tú dig...!

—Jusenkyo, Akane —la interrumpió de golpe.

—¿Qué? —parpadeó trastocada—. ¿Jusen-jusenkyo?

—Tu cuerpo —mencionó con convicción.

— ¿Mi... mi cuerpo? —Ranma asintió. Rápidamente la ira se desvaneció de su sistema, siendo reemplazada por un ofuscaste bochorno que se conglomeró en sus mejillas. A punto estuvo de gritarle que era un pervertido, degenerado y descarado, y a juzgar por el porte defensivo que adoptó su opresor, él también esperaba lo mismo. Sin embargo, en última instancia algo hizo "clic" en sus engranajes, desifrando a qué se refería. Su cuerpo, ¡claro!. Ranma estaba preocupado por la deshidratación que sufrió a causa de haber tocado el kinjakan, durante aquella férrea batalla con Saffron—. Oh... —Fue la exigua respuesta que logró pronunciar.

Ranma relajó su postura la notar que lo comprendía.

—Andando.

Caminaron con decisión hacia el consultorio del Dr. Tofú, y Akane no tuvo nada más que objetarle a su prometido. El mosqueo y la frustración fueron suplantados por la terneza, el asombro y la timidez; se sentía tan feliz. Ya que, aunado al brote de ternura que le causó comprender el verdadero motivo por el cual, el ojiazul, la observó receloso durante la mañana, Ranma no había soltado su muñeca en toda la travesía.

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