Step#15

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Disclaimer: Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta obra fue creada sin fines de lucro.

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— ¿Entonces, ¿qué dices? ¿Te casarías conmigo?

Akane agitó su cabeza con ímpetu, deseando diluir las anteriores palabras de sus memorias. Se sentía sonrojar cada vez que la mente le susurraba aquella oración por sobre su conciencia. No podía evitarlo, simplemente resonaba en el fondo de recuerdos suprimidos, asaltándola en cualquier inoportuno momento. Justo como ahora, mientras contemplaba - culposamente y con admiración- el entrenamiento de su bien constituido prometido. Aumentando con ello su vergüenza.

Ya no sabía si aquellas difusas imágenes -de una noche estrellada y un Ranma encantador- habían ocurrido realmente o sólo eran borrosas escenas de los alocados sueños. La incertidumbre era una tortura, pero tenía miedo. Tenía miedo de preguntarle a Ranma y confirmar que aquello no era más que delirios de su desbordado deseo y amor hacia él. Crueles juegos de su corazón enamorado, de su imaginación añorante, de su ilusión infantil. No quería desilusionarse de la viva voz de su prometido. No otra vez. No de manera contundente.

Ranma le comentó, días atrás, que Shampoo la embrujó con alguna especie de hechizo que retrocedía el tiempo de existencia; en pocas palabras, que te convertía nuevamente en un infante. Le confesó que, no fue capaz de encontrar ninguna cura y que incluso él y la familia se habían resignado a su "nueva" condición, pero justo una noche regresó a la normalidad mientras dormía con él. Casi lo mata ese día. Si no fuese por Kasumi y Nodoka, su prometido no hubiese visto otro amanecer. Fuera de la historia de Ranma y la confirmación de su familia ella no recordaba nada más. Sus memorias se limitaban a esa tarde en que Shampoo arribó a la casa, con el propósito de buscarle bronca, hasta la mañana que despertó completamente desnuda en la habitación de Ranma. Sin embargo, desde esa precisa mañana, una opresión más insistente se anidaba en su pecho cada vez que estaba con su prometido y él, por su parte, había sido más amable con ella. Los días subsecuentes al indecente despertar fueron tranquilos y armoniosos. Ranma casi no se metía con sus defectos y, de alguna forma u otra, siempre encontraba algún momento para estar cerca de ella. Era como si hubiesen madurado, un poco; lo suficiente para expresarse, el uno al otro, las ganas de permanecer juntos sin terminar insultándose. Al menos no tan seguido. Lo necesario que hacía más evidente la fortaleza de sus lazos, esa conexión tan extraña y profunda que compartían. Lo justo para que ella no se sintiera amenazada por la insistente competencia entre las autoproclamadas prometidas. Aunque, el muy "Don Juan", aún no les hubiese aclarado nada, pero para ellos estaba claro, quizá no con palabras. Sin embargo, sus almas se reclamaban. Ella lo sentía así, y estaba segura que para Ranma era lo mismo. Y le gustaba, por supuesto que sí. Le gustaba ser consciente que, entre ellos, existía alguna especie de vínculo especial que nadie más compartía o siquiera entendía. Era un mudo secreto entre ambos.

— «La vida ha sido buena» —decretó para sí, mirando el espectáculo de Ranma sin mirar. Sonrió satisfecha.

— ¡Hey!

Akane se sobresaltó, saliendo de su letargo, ante el repentino y brusco llamado de su prometido. Quien ya se encontraba de pie frente a ella, con los rastros líquidos del esfuerzo físico recorriendo sus fornidos brazos y la región expuesta de sus pectorales. La peliazul tragó saliva, era una visión digna de repetir, una y otra vez, entre candorosos sueños.

— ¿Qué quieres? —preguntó lacónica. Tratando de contener la turbación que le provocaba la presencia del azabache; concentrando su atención en las iridiscencias azuladas que la observaban desconfiadas.

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