Disclaimer: Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta obra fue creada sin fines de lucro.
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Ellos peleaban mucho.
Bastante.
Demasiado.
Las connotaciones y matices de sus guerrillas campales fluctuaban dependiendo de: el tipo de receptor, quien como ente individualista interpretaba -dentro de su propio entendimiento y conveniencia- los resultados arrojados en la fase de exposición; y la naturaleza de las variables utilizadas para evaluar las causas del conato o para predecir las posibles resoluciones -en diferentes escenarios- de un mismo fenómeno.
En pocas palabras, todo dependía del cristal con que se mirase. Y de la persona que miraba el cristal.
Así pues, de acuerdo a la opinión de la comuna, ellos no aparentaban ser una pareja. Mas la prueba factible y fehaciente de que tenían una relación, la cual estaba mucho más allá de cualquier ordinario entendimiento, eran irónicamente sus peleas. O al menos eso era lo que Ranma aseguraba.
Y aunque sus disputas parecieren vagar dentro de los engranajes retorcidos de lo absurdo, sin ningún principio o fin aparente que rigiere los fundamentos de su existencia, el azabache clasificaba sus discusiones en tres categorías esenciales.
Las importantes, que abarcaban desde la puntualización sobre quién arriesgaría su vida por el otro y quién debía vivir, pasando por todo el meollo relacionado con su compromiso hasta llegar a la sección más prioritaria que era, por supuesto, las comidas de Akane; luego estaban las pasionales, que obviamente englobaba cualesquier mal entendido con sus autoproclamadas prometidas y los incompetentes e interminables pretendientes de Akane, así como las consecuencias que estos especímenes provocaban en su -de por sí poco convencional- relación, estando estipuladas también las susceptibles cuestiones de sus mutuos sentimientos; por último figuraban las reafirmantes.Sí, re-a-fir-man-tes.
Aquellas cuyo único propósito era, precisamente, reafirmar su conexión. Equivalente a lo que en el reino animal se denominaría "ritual de cortejo", en su particular situación claro está. Eran circunstancias donde ponían a prueba sus voluntades, sopesaban sus alcances y tentaban la sublevación que ejercía el uno sobre el otro. Variando en tono, relevancia, coherencia, insustancialidad, ambigüedad, equitatividad, convicción, objetividad o lo que sea que fuere. Cualquier nimiedad por más mundana que resultase estaba obligatoriamente incluida en aquel tipo de discrepancias.
Y era, justamente, en una de esas donde se encontraba ahora.
Pero antes de llegar a ese punto de la disputa, todo comenzó a causa de una discusión importante. Para ser exactos, por la importante prioritaria o sea...
La comida de Akane.
El día "pintaba" verdaderamente tranquilo. Ningún percance al despertar, ningún contratiempo del camino al colegio y ningún incidente en las clases.
Hasta la hora del almuerzo. Cuando Akane le ofreció, con la más hermosa de las sonrisas de todas las dimensiones existentes, el desayuno que ella misma preparó.
¡¿Pero en qué momento había cocinado?! ¡No se percato de aquello en la mañana! Ni siquiera la familia tuvo la decencia de advertirle sobre la mortífera situación. Una mirada de horror a la caja de bento le hubiese bastado para decodificar el mensaje. Pero, ¡no! Cerraron la boca como viles cobardes rastreros. Hasta su madre dimitió de salvarle el pellejo. Eso no lo olvidaría fácilmente. En fin...
Hace tiempo su prometida llego a preparar un platillo escuetamente decente. Curry, si no le fallaba la memoria. Pero, ¿por qué tentar a la suerte? No le apetecía mucho dejar a Akane viuda antes de las nupcias.
Era obvio que, ante el peligro de morir, su instinto lo obligaba a buscar cualquier salida posible e imposible para asegurar su supervivencia. Y la vieja confiable siempre fue: despreciar su comida frente a todo y todos.
— ¡Entiende que las marimacho no deben cocinar!, ¡¿cómo sabes que no le pusiste cianuro en lugar de aceite?! ¡No comeré esa asquerosidad!
— ¡¿Qué dijiste?!
La discusión siguió el rumbo natural. Con los predecible insultos que ambos utilizaban para esa específica ocasión. Hasta que, entrado en el calor de la batalla, su estúpida boca se salió del libreto despotricando innecesarios vituperios de más.
— ¡Pues me casaré con U-chan porque ella si sabe cocinar!
Fue ahí donde iniciaron el segundo tipo de litigio. El cual le desagradaba sobremanera, pues tocaba fibras muy sensibles de la seguridad y autoestima de Akane. Por lo menos en esta concisa tesitura. Otras veces era él quien recibía severos porrazos a su estima. Para este punto a Ranma se le dificultaba en demasía desintegrar las obstinadas inseguridades de Akane. Que, por cierto, él se encargaba involuntariamente de acrecentar. Se sentía como el mayor patán en la historia de la humanidad. Y sí, lo era. En lo referente a lastimar los sentimientos de su prometida. A quien, irónicamente, deseaba proteger con fervor y de todo mal. Incluso de palabras realmente hirientes. Sin embargo, el estúpido se volvía muy estúpido cuando tenía que afrontar, con seriedad, los sentimientos albergados entre ambos. Volviéndose inestable y desacertado a causa de sus propias inseguridades. Sin más preámbulos, fue un verdadero dolor de cabeza.
Cuando llegaron a la casa, dando porrazos y cancelando compromisos, sus padres reventaron en un mar de lágrimas, lamentándose la mala voluntad del destino por evitar unir las dos escuelas. Pero ellos redirigieron la riña a un terreno más estable. Nuevamente, a las discusiones importantes. Se pasaron otro par de horas tratando que, indirectamente, el adversario contrario desistiera de romper cualquier pacto de esponsales. Sin meterse en el delicado tema de los sentimientos. Ya que, de ser ese el caso, regresaría al segundo tipo de disputa, y ese día no podrían reconciliarse.
Eran pasadas las once de la noche cuando, por fin, estaban peleando para saber si ya se habían reconciliado.
— ¡Bien! —finiquitó su prometida con los ojos arrojando fuego y el entrecejo deformado. Acto seguido, le cerró la puerta en la cara.
— ¡Bien! —vociferó contra el obstáculo de madera, y con estruendosas zancadas se marchó a su habitación.
Una vez entrado a sus aposentos el azabache exhaló, con alivio, el aire atorado en sus pulmones y relajó la tensión de sus hombros. Sonrió satisfecho. Fue una batalla digna de escribir en los libros de historia pero ya estaban reconciliados, podía dormir tranquilo.
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Step by Step
Fiksi PenggemarPorque existen relaciones que avanzan poco a poco... paso a paso. Precuela de Ranma 1/2: Kizuato o koete.