Step#7

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Disclaimer: Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta obra fue creada sin fines de lucro.

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—Me duelen los pechos —habló firme y sin rodeos. Las dos mujeres se encontraban sentadas sobre su rodillas, una frente a otra, en medio del dojo.

— ¿Disculpa? —La pelirroja dio un respingo y lo miró con el rostro desencajado.

—S-sí, bueno... —Ranma se sonrojó—. No de doler doler más bien están muy sensibles. Incluso el sostén me molesta.

¡Ya no lo soportaba!, cualquier roce -por sutil que fuera- era capaz de atribular sus pechos. Bueno, no exactamente todo el seno sino esas, ultrasensibles y minúsculas, regiones rosadas que parecían haber endurecido perpetuamente. ¡¿Cómo Akane soportaba aquello?! En una ocasión, cuando la opresión del sostén fue insoportable, Ranma permitió que los pechos de su prometida descansaran libres bajo la camisola. Sin embargo, el simple roce de la ligera tela, al bajar por su torso, logró arrancar de sus labios un inconfundible gemido cargado de molestia y sensaciones placenteras. Se quedó petrificado ante tal reacción, ¡¿cómo era eso posible?! Ni siquiera su cuerpo femenino era tan sensible. Por si fuera poco, aquel provocante sonidillo musitado -con ese tentador tono de voz- de la boca de su prometida no hizo más que llenarlo de expectación. A punto estuvo de olvidar la caballerosidad para dedicarse a experimentar con las explosivas sensaciones y brindar la atención que demandaban aquellos montículos; sólo el fugaz pensamiento de estar profanando lo que más atesoraba en la vida lo detuvo de su bajeza. Incluso en momentos era sobrepasado por un inexplicable fuego que lo consumía desde el interior y por poco se lanza a los pies de Akane implorando que lo tocase para sosegar aquel tormento. Estaba al borde de la locura. Tenía pensamientos extraños y, aunque le costaba admitirlo, necesitaba ayuda.

Ranma observó como a la pelirroja le temblaban los labios y perdía el color de sus mejillas, mientras sus ojos parecían querer salir de sus cuencas. El estado de estupefacción que reflejó su prometida no le dio buena espina. ¿Estaría seriamente enferma?

— ¿Cuánto... cuánto tiempo llevas así? —preguntó trastabillando, con las iridiscencias azules fijas en él. Sin embargo, ya no le miraba, Akane parecía perdida en otra dimensión.

—Tres días, supongo —respondió cauteloso, analizando detalladamente cualquier gesto que se dibujase en el rostro de la pelirroja.

— ¡Oh, cielos! —Akane se cubrió la boca conteniendo el asombro, pero la histeria de sus ojos gritaban lo que sus labios habían callado. Aquello "pintaba" mal, muy mal.

— ¡¿Qué?!, ¿qué pasa? ¿Estas enferma? —Su voz vibró más aguda de lo que hubiese gustado. El mismo terror que su prometida reflejaba comenzó a poseerlo también.

—Debemos encontrar a Happosai, pronto. —Akane se alzó cual resorte encaminándose apurada hacia la salida.

— ¡Oye!, ¿a dónde vas? —Ranma se incorporó a la par acompañándola en el trayecto—. Akane, ¿qué pasa? —insistió preocupado, mas su prometida ya no lo escuchaba —. ¡Hey!, ¡te estoy hablando! —La tomó por el antebrazo girándola para que lo encarase.

— ¡Suéltame! —rezongó, safándose con brusquedad—. ¡No podemos perder ni un segundo! —Lo miró con desesperación—. Recorreremos toda la isla de Honshū si es necesario.

—Akane, me estas asustando. ¿Qué le está pasando a tu cuerpo?

— ¡No hay tiempo de explicaciones! Andando. —La pelirroja reanudó su cometido.

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