Step#17

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Anhelo gritar,

palabras ya perdidas.

Tiempo robado.

—PenBagu.

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Disclaimer: Ranma 1/2 y todos sus personajes son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta obra fue creada sin fines de lucro.

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—Esto va a doler un poco —habló conciliador—, ¿lista?

Akane asintió impávida.

Con un movimiento rápido y certero, complementado con un crujido de fondo, Ranma acomodó la dislocación del hombro derecho de Akane.

—Lo siento. —Se disculpó cohibido al avizorar el gesto de dolor cincelado en el rostro pálido de su prometida.

—Descuida... —murmuró ahogando un quejido.

Ella era tan valiente, admiró Ranma mientras evaluaba su trabajo y el resto de la precaria condición de la menor de las Tendo. Palmeó con extremo cuidado la espalda y el torso de Akane, en busca de alguna otra lesión interna. Cuando acercó el toque al área bajo su seno izquierdo la chica gruño. Mierda.

—Tenemos que ir con Tofú —decretó resuelto—. Tienes dos costillas rotas.

—Más tarde. —La peliazul se giró y caminó hasta sentarse, lentamente, en la orilla de su cama.

—Ahora, Akane —demandó con voz severa. Tener a su prometida con dos costillas rotas, heridas y moretones por casi todo su cuerpo no era algo que le brindase una sensación pacífica a sus nervios. Verla así, tan magullada, lo desarmaba hasta lo más profundo.

—Espera a que se pase la tormenta, Ranma. No deseo empaparme de nuevo —dijo fatigada, haciendo un puchero.

En efecto, y por insistencias de él, se encontraban ya secos y cambiados en la habitación de Akane. No deseaba que pescase un resfriado después de semejante paliza.

—Usaremos la sombrilla —resolvió.

—No me apetece caminar —susurró, contemplando el suelo.

—Te cargaré.

—No quiero.

Ranma chasqueó la lengua, molesto.

—Mira, Akane, no seas obstinada. Tienes que...

—Déjame estar contigo, Ranma —suplicó, interrumpiendo su monólogo. Viéndolo con ojos torvos. Al azabache se le crispó le pellejo—. Siento como... —tragó saliva—, como si fueras a macharte para siempre —confesó con la voz quebrada.

El heredero Saotome frunció el ceño y apretó los labios. Aquello era ridículo.

Que siquiera vislumbrase en su cabeza la posibilidad de dejarla se le antojaba un insulto. No existía motivo alguno para que ella se sintiese de esa manera. O tal vez, sí. Momentos atrás le gritó y agredió, con la familiaridad de su lengua suelta, para lograr el cometido de alejarla. No deseaba verle. Y es que nunca soportó que, de entre todas las personas, fuese Akane quien lo encontrase débil, indefenso... derrotado. Le hacía sentirse insuficiente para ella, sumado a la humillación de su maldición. Incluso pensó en marcharse esa tarde, lejos. Pero sólo para despejar su mente y entrenar, con rigor, hasta ser capaz de exigirle la revancha a la vieja momia por atreverse a lastimar lo más valioso que tenía en este mundo. Y volver a Akane con su honor restaurado, merecedor de convertirse en su futuro esposo. Sin embargo, abandonarla definitivamente o dejar que se fuese con otro, como anteriormente le "sugirió" aconsejado por la rabia y el miedo, quedaba fuera de discusión. ¿No le había demostrado ya lo comprometido que estaba en la "relación"? Quizá no se lo haya dicho con palabras claras porque, infiernos, no tenía las agallas aún. Pero, ¿no le había confesado que se casaría, únicamente, con ella? ¿Se le había olvidado tan pronto?, ¿lo creía un mentiroso? ¡Maldita, sea! Ella se preocupaba por inseguridades vanas y él estaba que se le revolvía la tripa por verla lastimada. ¿No era eso más importante que simples divagaciones sin fundamento?, ¿podía ser más ridícula aquella mujer? ¡Agh! ¡Mierda!

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