•Capítulo 28•

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—¿Julián, no puedes hacer nada?, ¿la familia? —preguntó el boricua, su abogado había ido directo donde él, apenas sucedió aquella desgracia.

Prefirió no meterse en el atropello del testigo, pues demás que la policía le haría preguntas sobre él, ya que estaban en busca del culpable, que se había fugado.

—¿Como quieres que vaya y diga si tienen información? Están en duelo, hombre. — cuestionó. Zabdiel se encogió de hombros.

—¡Es tu trabajo! Tienes que hacer algo, eres mi abogado. —exclamó, Zabdiel no era consiente de lo que decía, estaba desesperado.

Estuvo a muy poco de "capaz" probar su inocencia. Al menos una parte de ella.

—A ver, te calmas, estoy tratando de hacer de todo y tu me reprochas que no hago nada. —Julian estaba igual que el puertorriqueño, con la única diferencia que no sentían la misma impotencia.

Para Julian resolver el caso, seria muy favorecible, ganaría una gran reputación y les vendrían más caso encima pedidos por los clientes, ya no sería que los fiscales lo asignaran como si fuera un novato. Y obviamente ganaría más dinero.

Y bueno, Zabdiel solo quería que su vida volviera a la normalidad, con la única diferencia que ahora un Christopher se incluiría.

—Zabdiel... —el nombrado lo miró—¿Tú crees que fue tu hermano?

—¿Sebastian? No sé, en estos momentos creo que sí. —le respondió los más sinceramente, pensando en eso se colocaba mal.

Él y su hermano cuando pequeños, sin contar que eran familia, eran mejores amigos y compañeros de aventura. El puertorriqueño no encuentra una razón coherente que de un momento a otro su hermano lo empezó a odiar.

¿Envidia? Zabdiel no piensa que hubo más preferencia con él, todo lo contrario desde que su madre se casó con su difunto padrastro. Pues Zabdiel supo cosas del viejo, secretos, que pudo haber herido a su mamá si esta los hubiera sabido.

Sin embargo, nunca se metió con él y menos le hizo algún "daño".

—Necesitamos confirmar lo que hace Sebastian, de donde saca tanto dinero... — empezó a decir, mirando a un punto fijo, muy pensativo. Zabdiel trataba de leerle la mente con sus ojos, aunque fuera imposible.

—¿Cómo haríamos eso? —preguntó descifrando la idea de su abogado, o la que se estaba formando en su cabeza.

—Esa es la cuestión... Necesitamos a un infiltrado, no sé, que pueda sacar información. —explicó mejor, pero aun así no le quedaba en claro—Alguien que por si las dudas, tu hermano nunca ha visto en su vida.

—Pero, ¿qui...

—Les traje unos cafés... ¿Qué? —llegó desde la cocina, Christopher, con una bandeja en mano. Miró confundido al par cuando estos, en especial Julian, se les quedaron mirando.

Zabdiel leyendo los ojos del chico, se negaba rotundamente su loca idea.

—No, Gwen conoce a Chris, y esa mujer esta involucrada con Sebastian. Él si lo ha visto. —en verdad no sabía, pero no quería meter a su chico en sus problemas.

Con que los este escondiendo es mucho.

—Mm... ¿Tu hermano tiene mejor amigo? —le preguntó a Zabdiel, asintió. —¿Y si Christopher intenta sacar información por él? Sin que Sebastián se entere, claro.

Negó varias veces. —No quiero meter a Chris.

—¿Qué más quieres que hagamos? Sebastian pidió dinero por ti, técnicamente como que pidió tu cabeza muerta o viva. —sacó el periódico que traía en su bolso, en toda la cara de Zabdiel se la colocó. En primera plana, una foto de él y el título, "Hermano de prófugo ofrece dinero por cualquier información de su paradero"

Y demás información que llenaba la noticia.

—Yo me apunto. —habló el ecuatoriano, viendo por último el diario. Zabdiel lo miro pidiéndolo que no lo hiciera, pero lo ignoró. Simplemente quería ayudarlo, y le gustaría ser una pareja normal, sin incluir los problemas que hay por ser pareja homosexual.

—Bien, ¿qué tengo que hacer?

(*)

Recibió una explicación larga de su misión, Zabdiel no tan cómodo, y un poco molesto por como Christopher lo ignoraba.

Mientras eso, Zabdiel tuvo una llamaba, de su madre, la mujer alterada por lo sucedido en los medios de comunicación. Desde entonces que su otro hijo no ha aparecido, el chico tenía en claro que la mujer no estaría para nada orgullosa de su acción.

—Adiós Zabdiel, cambia la cara, todo va a cambiar para bien. —se despidió Julian, Christopher cerrando la puerta detras de él.

—Chris... —murmuró el puertorriqueño ya estando a solas con el mayor.

Este se colocó en frente de él y tomo sus dos manos junto a las suyas, uniéndolas. —Quiero ayudarte, Zabdi.

—Es que... —lo calló con un beso.

—Yo decidí por mi cuenta ayudar a mostrar tu inocensia, y no permitiré que me niegues mi ayuda. —le habló seriamente mirándolo directamente a los ojos.

—Una de las razones por las que te quiero mucho.


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