El bautismo

838 46 4
                                    

Salimos de la cabaña en dirección al bosque, yo con Gwyllt en la bolsa colgando de mi hombro. Noto como se mueve dentro de la bolsa.

-Por hay vienen esas lapas a las que tu llamas amigos -me dice Jack señalando con la cabeza a Kat y a Travis que vienen hacia nosotros.

-No los llames así, que a ti no te han hecho nada, solo querrán saber donde he estado -digo encogiendo los hombros y pongo una mano encima de la bolsa para proteger a Gwyllt.

-¿Dónde has estado? Te hemos estado buscando para que vengas con nosotros al lago -dice Kat, mientras mira de arriba a abajo a Jack, y finalmente posa los ojos en la bolsa y levanta las cejas. Travis se queda algo más atrás con los brazos cruzados sobre el pecho y sin decir nada- ¿y qué haces aquí con él?

-Eh... vamos a buscar setas, uhmm, Jack me ha dicho que ha visto un sitio en el bosque donde había setas, y como... no estabais, pues he decidido ir con él a buscar setas, por eso llevo la bolsa, para coger setas.

-Entonces, ¿setas, eh? Pues antes de que empecéis a buscarlas, ¿puedo hablar un poco contigo, Elisa? -Travis se adelanta y se pone enfrente mio y descruza los brazos.

-Claro, ¿de qué se trata? -me coje del brazo y me aleja un poco.

-Puede que Kat se lo halla creído, pero yo no. No te voy a decir lo que debes o no debes hacer, pero creo que ir con Jack por ahí no es buena idea, no acabo de confiar en él, -me dice mirándome a los ojos, él es más alto que yo, así que tengo que levantar algo la cabeza para mirarle directamente a los ojos- No quiero me te haga daño.

-Pues claro que no me va a hacer daño, no le conoces -digo mientras le doy la espalda y me voy donde esta Jack- Vamos Jack, nos vemos luego Kat.

Nos ponemos en marcha de nuevo y ninguno de los dos habla, solo se escuchan los ruiditos que hace Gwyllt desde dentro de la bolsa.

-Setas, bueno, no se lo han tragado pero ha sido una buena salida -me dice encogiendo los hombros.

-Lo que pasa es que soy una actriz muy buena -y nos reímos los dos.

Nos adentramos en el bosque y nos ponemos a buscar algún lugar para esconder a Gwyllt. Jack me señala algunos, pero no me acaban de convencer. Saco a Gwyllt de la bolsa y le llevo en las manos para que se valla relacionando con su nuevo hogar. Ya nos hemos alejado bastante cuando nos escontramos que en la pared de una montaña hay una gran puerta de metal.

-Parece un bunker -digo señalandolo

-Lo sé, mejor será que no nos acerquemos, por si hay alguien y nos ve, o por si hay algo más peligroso.

Al final encontramos un lugar, es como una pequeña cueva hecha con rocas, no muy grande pero con el tamaño justa para que Gwyllt pueda estar por ahí a su aire. La única duda que me queda es que se escape, que le vea alguien, o que desaparezca.

-¿Crees que se escapará? -le pregunto a Jack acariciando a Gwyllt

-No, pero díselo tu.

-¿Cómo que se lo diga?

-De un modo u otro, tu eres su madre, ya se que suena raro, pero es así -Esto me hace recordarme de una estrofa de la profecía:  "la madre del fuego", pero me lo quito de la cabeza rápidamente.

-Gwyllt, quédate aquí hasta que...mama o Jack vengamos a cuidarte, ¿vale? 

Y aparentemente el dragón parece que lo ha entendido porque hace con gesto con la cabeza y pone su hocico en la palma de mi mano. Decidimos dejarle ahí, y antes de irnos veo como calcina a una mariposa que pasaba por su lado y se la comía.

Cuando salimos del bosque nos paramos. El lobo de Jack llega corriendo a nuestro paso, como si supiera que ibamos a salir en ese momento. Jack le acaricia, y yo como todavía el lobo no me gusta mucho me alejo.

-No hace nada, solo debes de tener cuidado si le enfadas, pero a ti no te hará nada, -asiento,aunque unas cuentas palabras no me van a quitar el respeto que tengo por el lobo- vendré a cuidarle cuando pueda -me dice Jack.

-Sería de gran ayuda, gracias -le digo- Ahora tengo que ir a entrenar.

Cuando llego al campo de tiro con arco Kat y Travis me están esperando. Me acerco a ellos y les saludo.

-¿Qué tal la búsqueda de setas? -dice Kat arqueando una ceja.

-Bien, bien, aunque ya las he guardado.

-Espero que lo hayas pasado bien con tu nuevo... amigo,  pero ahora hay que practicar -dice Travis cogiendo el arco más cercano, se nota que todavía está enfadado por lo que pasó antes, yo cojo el mio y empiezo a tirar.

No me gusta estar mal con mis amigos, pero tengo que tener algo de privacidad, no les voy a estar contando cada cosa que me pasa.

Cuando acaba el entrenamiento los tres nos sentamos bajo la sombra de un gran sauce con unos botellines de agua en la mano. El silencio es el rey del ambiente.

-Elisa, ya sabes que no tienes que contarnos todo. Lo único es que nos molesta que confies en ese más que en nosotros, eso es todo -dice Kat poniéndome una mano en el hombro.

-Solo queremos que no te pase nada. Llevas aquí muy poco tiempo, pero lo has revolucionado todo, por lo menos para nosotros. Queremos que estés bien -dice Travis con una sonrisa timida.

-Lo sé, pero... me gustaría contároslo, pero no puedo. Me encantaría.... -digo encogiendo los hombros.

-Si no nos lo quieres contar no te vamos a obligar, ¿vale?

Y ahora entiendo que se lo tengo que contar, no todo, pero algo. Se lo contaré, al fin y al cabo son mis amigos.

-Sois mis amigos, deberíais saberlo -digo, aunque cuando se lo voy a contar oímos un gran rugido y unos campistas vienen corriendo hacía nosotros.

-¡Vamos, que tenemos invitados y hay que darles una fiesta de bienvenida! -dice Percy cuando llega donde nosotros, que al instante nos ponemos en pie- ir a la armería y cojer armas y rápidamente ir al árbol de Thalia.

Salimos los tres corriendo a cojer nuestras armas. Travis coje una larga espada, al igual que Kat. Yo cojo mi arco y una daga. Kat y Travis me guían hasta el árbol.

《GGGRRRRRRRRRRRR》 Otra vez el rugido y suena más fuerte a medida que nos acercamos. Mi cuerpo es una fábricade adrenalina constante.

Cuando llegamos a la cima, la mayoría de los campistas; algunos enfundados en armaduras, otros simplemente con las camisetas naranjas al viento, luchan contra algo enorme que se eleva un par de metros por encima de ellos.

Una monstruosidad horrible, a la que no tengo ningunas ganas de acercarme, el miedo me paraliza. Noto una mano en la espalda, me giro y es la de Travis. Este me sonríe intentando animarla para la batalla.

-Nadie puede llamarse a sí mismo campista si nunca antes ha luchado contra algún bicho horrendo, es tu bautismo, vamos -me dice, y nos adentramos en la lucha.

Vida de una semidiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora