Los birretes amarillos volaron por los aires cuando todos los alumnos que nos acabábamos de graduar los lanzamos con entusiasmo entre voces y risas alegres. ¡Por fin nos habíamos graduado!
Lo primero que hice antes de despedirme de mis compañeros fue mirar al fondo del gimnasio. Jake me sonreía con una mezcla de orgullo y atontamiento, y no pude evitar quedarme embobada yo también y corresponderle la sonrisa. Hasta que una de mis compañeras de clase interrumpió mi viaje astral para felicitarme y despedirse.
Después de mantener una corta conversación con ella en la que solamente cruzamos un par de palabras por cortesía, mis ojos se desviaron hacia mi familia. Se encontraban junto a Jake, Charlie, Sue, Billy y Seth – que también había venido para ver a Brenda –, y, como me había pasado cuando los vi durante la ceremonia, me salió una risilla.
No sé lo que parecían, la verdad. Alice y Rose llevaban un pañuelo en la cabeza y unas enormes gafas de sol que, en el caso de la primera, cubría su menudo rostro casi por completo, parecían unas de esas actrices de Hollywood de los años 60. Mi madre y Esme habían optado por unas pelucas, se notaba que de pelo natural, y otras grandes gafas. Se me hacía extrañísimo ver a mi madre de rubio dorado y a mi abuela de negro azabache, y encima, las pelucas llegaban por los hombros; la de mamá era algo rizosa, pero la de Esme era lisa y con flequillo, parecía la protagonista de Pulp Fiction. Mi sonrisa se amplió al imaginarme que Jake seguro que había pensado lo mismo. Pero ellas no eran las únicas que iban raras.
Emmett llevaba una sudadera gris con una capucha que le tapaba la cabeza, la cual ya llevaba una gorra negra, y su cara también estaba oculta tras unas gafas de sol. Parecía un rapero de esos que salen en los vídeos de los programas musicales de la televisión. Jasper, Carlisle y mi padre sólo se habían limitado a cubrirse la cabeza con una gorra y los tres también llevaban gafas.
En definitiva, a mi modo de ver casi llamaban más la atención, que si no se disfrazaran de esa forma, pero, claro, tenían que hacerlo así, puesto que en Forks podían identificarles. Siempre era mucho mejor que la gente pensara que solamente se trataba de un grupo de gente rara, que no de aquellos famosos Cullen que no habían cambiado nada en siete años.
Mi familia al completo me sonrió al unísono, me imaginé que también con orgullo, aunque con esas gafas no se les veía los ojos y no podría asegurarlo. Les sonreí y les saludé con la mano.
Me di la vuelta y me topé de frente con Matt Hoffman y con su grupito de amigotes.
- Felicidades, por la graduación, digo – matizó con chulería -, porque ya he oído que vas acasarte con ese indio – le costó soltar los dos vocablos -, pero no sé si es cierto.
La panda de idiotas que le seguían le rieron la frase despectiva.
Me chirriaron los dientes. Ahora mismo me apetecía sacar todo este lado de vampiro que tenía escondido para lanzarme a su yugular sin tapujo alguno, aunque no para beberme su tóxica sangre, precisamente.
- Sí, me caso el próximo sábado – le confirmé, mirándole con un aire de desprecio que bien se lo podría adjudicar Jacob.
A veces, me salían gestos suyos, no podía evitarlo.
Por el rabillo del ojo vi a mi chico. Se había despegado de la pared y miraba con mucha atención a Matt, que se percató de esto enseguida.
- Bueno, me tengo que ir – alegó, serio.
- Mejor – contesté sin cortarme un pelo.
Y se marchó junto a sus monigotes.
Jacob se volvió a apoyar en la pared, completamente relajado, y yo seguí mi camino hacia mis amigas. Pero me encontré de frente con algunas de mis compañeras de clase.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA I
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