El agua caliente le caía en la nuca, repartiéndose después por el resto de su cuerpo. Jacob estaba en la ducha, llevaba un buen rato con las manos apoyadas en la pared y los brazos estirados para inclinarse un poco hacia delante, y su rostro seguía sosteniendo esa amargura de siempre mezclada con esa mirada perdida.
Verle así me dolía como si me clavasen un puñal, pero verle y saber de él era una de las pocas cosas que me mantenían cuerda, que mantenían mis esperanzas arriba, lo que me motivaba para seguir luchando. Ya llevaba diez meses aquí, diez insoportables meses.
Estar separada de Jacob era una agonía, me subía por las paredes, me sentía como un drogadicto al que le falta su droga, porque Jake siempre había sido mi droga, lo necesitaba como el oxígeno, y ahora me estaba ahogando, me ahogaba en esta celda. Me pasaba las horas pegada al espejo, sin apartar la vista del mismo ni un instante, ni siquiera cuando se transformaba y salía la niebla, todo con tal de no perderme ni un segundo de su vida, para no perderme ni un segundo de ese privilegio que tenía por poder verle. No podía escucharle ni olerle, pero ver su rostro, aunque bañado en esa amargura, era lo único que me sostenía en este mundo, era lo único que hacía que no me volviese loca, que no terminara rompiendo la reja para tirarme por la ventana.
Jacob parecía estar llevándolo realmente mal. Desde que había regresado a La Push, todavía no le había visto sonreír ni una sola vez, ni siquiera una mueca, ni siquiera una ligera curva de su labio. Cuando regresaba de patrullar, siempre se marchaba solo, y nunca se iba a las playas, ni a First Beach, ni a Rialto Beach, ni siquiera a la playa más alejada, Hole in the Wall. Seguramente le traían demasiados recuerdos, recuerdos que ahora le resultaban muy dolorosos. En cambio, se internaba en el bosque y siempre iba al mismo sitio, se sentaba en una roca que quedaba debajo de un abeto enorme y centenario y se pasaba allí horas, con la mirada perdida y ese rostro angustiado, él también parecía sufrir esos horribles pinchazos en el estómago, hasta que se hacía de noche y regresaba a casa de Billy, caminando como un alma en pena entre la negrura. No había vuelto a pisar nuestra preciosa casita desde que yo me había marchado, ahora volvía a vivir con Billy. Eso me tranquilizaba un poco, porque por lo menos cenaba con su padre y no dormía solo.
No podía escuchar lo que hablaban, pero Billy parecía intentar animarle continuamente, aunque sin éxito. Jacob siempre terminaba levantándose de la mesa, enfadado, y encerrándose en su cuarto para tirarse en la cama y quedarse con el mismo rostro del bosque, a oscuras.
También sabía que seguía trabajando para el señor Farrow y, por primera vez, podía ver todo lo que hacía allí, cómo se metía debajo de los coches para arreglar algo, cómo trabajaba dentro del compartimento del motor, cómo cambiaba alguna pieza, cómo eran sus compañeros… y también lo guapo que estaba con ese mono de trabajo gris y esa camiseta blanca que siempre terminaban llenos de grasa.
Entre nosotros parecía seguir habiendo esa telepatía y sincronización, incluso estando tan lejos el uno del otro, sin poder vernos y con esa diferencia horaria, era increíble. Al poco de que él regresara a La Push con ese pelo largo, un día me dio por pensar en que me parecía que estaba más guapo con el cabello corto. Al día siguiente se fue a la peluquería y se lo cortó.
La telepatía también se había hecho evidente el día de nuestro aniversario. Deseé con todas mis fuerzas ver ese horizonte amaneciendo de Rialto Beach, como habíamos hecho en nuestro pasado aniversario, y ese día fue el único que Jacob pisó esa arena de piedrecillas, para ver salir el sol. No vi el amanecer en el mar, pero pude verlo en su rostro, aunque ambos terminamos llorando, él con angustia y dolor, yo con añoranza, frustración, rabia y tristeza por verle así y no poder hacer nada.
Las navidades habían sido horribles. Jake sólo se había unido a Billy, Charlie, Sue, Seth, Leah, Paul, Rachel, Sam, Emily y los niños para cenar en casa de mi abuelo, y pareció ausente durante toda la cena. Nada más terminar, se marchó y se fue a casa de Billy él solo para tirarse en la cama con ese rostro amargado. Yo las pasé encerrada en esta celda de la que solamente salía para comer delante de Razvan, aunque Teresa me había traído una cena algo especial y se había quedado conmigo un ratito para hacerme compañía, luego, había hecho lo mismo con Helen.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA I
FanfictionEste libro está registrado en Save Creative para evitar posibles plagios. Todos los derechos están reservados a Tamara Gutiérrez Pardo, la mala utilización de los mismos por parte de otras personas podría ser objeto de sanción y/o delito. No. Regist...