SÍ, DEFINITIVAMENTE ME HABÍA VUELTO CHIFLADO, MAJARETA

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Sí, vale, una vez más, no dormí casi nada.

Me pasé todo mi desvelo mirando cómo dormía ella, con ese careto de tonto, dejando que el gusano me comiese el tarro, y eso que intentaba luchar contra él con todas mis fuerzas. Idiota de mí. De nada me servía tanto esfuerzo, porque ya había conseguido comerse todas las zonas blandas de mis sesos, y ahora esa necesidad de estar junto a ella la sentía como nunca.

Ahora ya había recordado qué se sentía al cogerla de la mano, qué se sentía al tener su rostro a un palmo, notando el roce de su frente, de su cálido y dulce aliento…

¡Arg, mierda! Era un estúpido integral, sabía que iba a pasar esto, que era muy peligroso este viaje con ella, y sabía lo que iba a suceder una vez que se la dejara a Emmett en esa montaña, pero, ¡sí, maldición!, ahora la idea de que desapareciera de mi vida de nuevo no me gustaba ni un pelo, me desesperaba. Era un idiota, un auténtico idiota, un desgraciado, qué patético. Había pasado de no querer verla en la vida a suplicarle a Dios que se quedase conmigo. Lo mío era demasiado, demasiado grave. ¿Pero qué podía hacer? Ese estúpido gusano ya había hecho que esos sentimientos quisieran aflorar de nuevo sin que yo pudiese hacer absolutamente nada. Y ahora la necesitaba aún más, la necesitaba conmigo, con todas mis fuerzas. Lo único que se me ocurría era que, si fuéramos amigos…

Ni hablar, no. Yo jamás me conformaría sólo con eso, siempre querría más de ella, era mi droga, si probaba una gota, ya no podría parar. ¿O sí? ¿O me conformaría sólo con eso? La amistad era mejor que no tener nada. Sin embargo, ¿cómo iba a soportar que estuviese con ese otro, con ese imbécil? ¿Me lo terminaría presentando? ¿Lo haría siendo él su novio o ya como su marido? ¿Podría soportarlo? Porque la palabra novio relacionada con otro hombre ya me hacía rechinar los dientes y hacía que la llama encendiese mi columna vertebral. Maldita sea, claro que no podría soportarlo, terminaría tarado en algún psiquiátrico, o me lanzaría a todas esas sanguijuelas nómadas que venían por la tribu, para que me despedazasen de una vez por todas. Pero pensar en vivir sin ella… Bueno, tal vez una amistad más a distancia o algo... Dios, mi desesperación ya empezaba a ser ridícula.

Al menos, sí tenía clara una cosa. Yo siempre la protegería con mi vida, siempre. Me enfrentaría con el mismísimo Satanás por ella, iría a buscarla al infierno, si hiciera falta. Me importaba una mierda ese cretino con el que estuviese, porque yo siempre iría volando allí donde se encontrase ella para protegerla. Y no era sólo por esta pulsión de imprimado, no, era porque seguía…

Dejé el pensamiento colgando, era mejor así.

Me pregunté qué clase de tipejo era ese con el que estaba. ¿Es que ese idiota no era capaz de protegerla? Estaba visto que no. Esto también lo dejé colgando, para no alimentar más a mis crecientes celos.

También tuve tiempo de preguntarme de nuevo por qué seguía llevando mi pulsera de compromiso. ¿Por qué no se la había quitado? No lo entendía, mi embarullada cabeza no pudo dejar de pensar en esto.

¿Y qué sería esa telaraña que la envolvía? No dejé de darle vueltas a ese asunto tampoco. No me explicaba qué era ni cómo narices habían hecho para ponerle algo así, pero llegué a la conclusión de que tenía que ser fruto de algún tipo de don extraño de una de esas sanguijuelas que la perseguían. Bueno, si había chupasangres que conseguían manejar los elementos de la tierra, supuse que no era tan raro que otros consiguieran crear ese tipo de redes que oprimieran a su contrario, redes que impedían que su rival pudiese hablar para no desvelar nada sobre ellos. Y era un don muy poderoso, al parecer, ya que mi poder espiritual no había sido capaz de deshacerse de esa telaraña. En fin, ya sabía que no era invencible, pero eso me chocó bastante, la verdad. Me pregunté qué era eso tan importante que esos vampiros que la perseguían no querían que nadie supiese. ¿Y qué tendría que ver ella con ellos? ¿En qué lío se habría metido para toparse con esos chupasangres? Una vez más, preferí dejarlo en el aire, ya era acercarse demasiado a ella, a su vida, y eso era muy peligroso para mí, demasiado.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora