¿QUERÍA QUE ME ENTREGASE A ELLA? PUES LO HARÍA SIN DUDARLO NI UN INSTANTE

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No me dio tiempo ni a gritar. Una gruesa grieta se abrió justo donde sus pies y la placa de hielo que pisaba se quebró en dos, hundiéndola en ese agua congelada junto con los trozos que se habían roto.

- ¡NESSIE! – grité, provocando otro quejido en las montañas.

No podía ir hasta allí, si yo pisaba la placa, se rompería del todo, y había mucha distancia, aunque mi temperatura corporal era muy alta, no podría resistir ese agua durante mucho tiempo, así que no podía sacarla de allí nadando, me quedaría a mitad de camino y ella…moriría. Ni pensar en esa palabra podía.

Corrí como un misil hacia el primer árbol que encontré y arranqué dos ramas largas, las cuales enganché vertiginosamente con un improvisado machihembrado, para hacer de ellas una sola con el doble de tamaño. Regresé hacia mi posición inicial, ya estirándola hacia ella.

- ¡Nessie, coge la rama! – grité con nerviosismo.

Ella consiguió salir a la superficie y tiró la dichosa caja en el hielo, aunque volvió a hundirse, agitando los brazos sin parar. ¡¿Pero por qué demonios salvaba antes a esa estúpida caja antes de salvarse a ella?!

- ¡JAKE! – chilló, intentando salir a la superficie para tomar aire.

- ¡Coge la rama!

Si no lo hacía, me tiraría al lago de cabeza.

Consiguió agarrarla, pero sus movimientos se volvieron más lentos y torpes, señal de que el frío gélido ya estaba haciéndole efecto, y justo cuando estaba sacándola del agujero, la rama se le escapó de la mano, hundiéndose de nuevo en el agua, aunque se sujetó con los dedos en el propio hielo y no llegó a sumergirse del todo.

¡No, maldita sea! ¡Maldita sea!

- ¡Dios, Nessie, coge la rama! – repetí, neurótico perdido.

- No… pppuuuedo – murmuró, claramente fatigada y helada.

- ¡Claro que puedes, preciosa! ¡Vamos, cielo, cógela!

No, iba a por ella YA. Era un suicidio, pero prefería morirme con ella a dejar que se helase allí.

Sin embargo, estas palabras parecieron surtir un especial efecto en ella, y cuando ya iba a tirar la rama para tirarme yo en el hielo, Nessie hizo un último esfuerzo y la sujetó con una mano.

- ¡Sí, así, muy bien, cielo! ¡Agárrala todo lo fuerte que puedas!

Sus dedos llenos de convulsiones se agarrotaron en la rama, de lo que apretó.

Tiré despacio, puesto que si lo hacía demasiado deprisa o con mucha potencia, la placa podía volver a romperse y ella se caería en el agua de nuevo, lo cual iba a ser catastrófico, ya que sufría una fuerte hipotermia y estaba agotada, ya no podría salir a la superficie.

- Aguanta, preciosa – le dije mientras le sacaba, para calmarla.

Su cuerpo salió del agujero y seguí tirando con suavidad, acercándola hacia mí.

- Eeel cccoorazzzón – dijo de pronto, estirándose para coger la caja.

- ¡No, vamos, Nessie! – le regañé, frenético.

Pero ella logró alcanzarla, la arrastró hacia su cuerpo a duras penas y la cogió, apretándola contra su pecho con esa mano temblorosa.

Volví a tirar, esta vez un poco más deprisa, y después de unos segundos que se me hicieron más que eternos, llegó hasta mí.

Dejé caer la rama y la cogí en brazos vertiginosamente para echar a correr de igual forma hacia la cueva.

- Jjjjjaaakkkeee… - susurró, llena de convulsiones, intentando aferrar esa mano que casi no era capaz de quedarse quieta a mi camiseta.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora