Mi pausada y rítmica respiración se mezclaba y contrastaba con el frenético quejido de las ramas, hojas y tierra que mis pezuñas producían por el contacto de mis veloces pisadas. El zumbido del viento no era lo único que podía escuchar, las aves que nos sobrevolaban de vez en cuando acariciaban el cielo con sus alas, se podía percibir el sprint de un grupo de lobos un poco más allá, alertados por mi presencia, y la vertiginosa escalada de una ardilla por uno de los troncos hacia lo alto de las ramas.
Ella estaba sobre mi lomo, montándome con esa asombrosa habilidad de siempre, como sólo ella podría hacerlo. Y no hacían falta palabras ni señas, cuando yo tenía que virar, ella ya se colocaba automáticamente en la posición correcta, sabiendo en todo momento lo que iba a hacer.
No podía creerme lo que estaba haciendo, me estaba tirando al vacío yo mismo, realmente era un imbécil. Pero el sentimiento de protegerla era superior a cualquier otra cosa.
Llevábamos varias horas de viaje en las que habíamos galopado entre valles, atravesado ríos, subido y bajado las empinadas cuestas de las montañas arboladas, serpenteado por las faldas de las mismas para esquivarlas y no tener que volver a subir por otra más. Después de todo ese tiempo en el que mi concentración tenía que estar al máximo, volví a conectarme con la manada para que me dieran el último parte.
Quil, ¿cómo vais?, le pregunté.
Esto… Ya nos estamos preparando para partir mañana, me reveló.
¡¿Mañana?!, bufé, enfadado. ¡Ya teníais que estar de camino!
Ya, bueno, es que… Es que esos chupasangres nos han llevado más tiempo del que creíamos.
¿Era yo, o eso sonaba a excusa barata?
¡Venga ya!, protesté.
En serio, tío, deberías de haber visto cómo luchaban, intervino Embry.
Algunos se piraron y tuvimos que perseguirlos, siguió Quil.
Resoplé.
Espero que, por lo menos, los hayáis aniquilado a todos.
Ah… Bueno, verás…, eran realmente rápidos, colega, y unos cuantos se nos escaparon, me reveló él.
Mierda, ¿cuántos?, quise saber.
No sé… Puede que cinco o seis, confesó, pronunciando los números a toda prisa.
¡¿Cinco o seis?!
No podía creerlo.
¿Qué dices, Quil?, rió Embry, nerviosamente. Explícate bien, hombre. No hagas caso, Jake, después les pillamos y terminamos con ellos en un plis.
Ah, sí, claro, es cierto, y Quil también soltó una risotada nerviosa.
Esto olía a chamusquina por todas partes. Además, podía ver cómo esos dos, más el resto de la manada, se esforzaban en cambiar esas imágenes de persecuciones alocadas por otras cosas.
No me estaréis tomando el pelo, ¿no?, solté con voz amenazante.
Que noooo, afirmó Embry, alargando la negación con voz despreocupada. Tú sigue tu viaje con Nessie y no te preocupes por nada.
Hablaba como si nos fuéramos a Disney World.
Sí, mañana ya partimos hacia allí. Os alcanzaremos pronto, tranqui, continuó Quil.
¡No, tenéis que venir ya!, volví a protestar, esta vez enérgicamente.
No, no quería pasar la noche con ella a solas.
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JACOB Y NESSIE NUEVA ERA I
FanfictionEste libro está registrado en Save Creative para evitar posibles plagios. Todos los derechos están reservados a Tamara Gutiérrez Pardo, la mala utilización de los mismos por parte de otras personas podría ser objeto de sanción y/o delito. No. Regist...