PRACTICAS

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El calor, el olor y unos estupendos y cálidos dedos que pasaban a través de mi pelo, hicieron que mis sentidos salieran de su sueño y me despertara. Ronroneé, desperezándome, y ceñí aún más mis brazos sobre su espalda para apretarme contra él y achucharle otro poco. Jacob hizo lo mismo. Aún estábamos desnudos, así que no pude evitar estremecerme cuando noté su ardiente y sedosa piel tan pegada a la mía. Giré mi cara, todavía con los párpados cerrados para apreciarlo mejor, e inhalé el maravilloso efluvio de la piel de su pecho hasta que mis bronquios ya no se pudieron llenar más. Pero cuando abrí los ojos, los alcé y vi su hermoso rostro, fue mucho mejor. Sus grandes ojos negros y brillantes, penetrantes y dulces al mismo tiempo, me observaban como si hiciera un millón de años que no lo hubieran hecho. Mis mariposas ya querían escaparse con él. Todas las mañanas me pasaba igual, no sabía si seguía soñando. No podía creerme que un hombre como este estuviera imprimado y enamorado de mí, que todas las noches mi alma fuera libre entre sus brazos, que me despertara a su lado todos los días, que abriera los ojos y lo primero que viesen fuera ese hermoso semblante mirándome con ese amor y esa adoración. Casi me parecía estar en el cielo.

Aunque yo también debía de tener la misma cara que él, porque esbozó una de sus mejores sonrisas torcidas al verla.

- Buenos días, preciosa – murmuró.

Sí, si el cielo existía, debía de ser lo más parecido a esto.

- Buenos días – sonreí, aproximándome a sus labios y llevando mi mano a su nuca.

En cuanto acercó su rostro al mío y comenzó a besarme, mi cuerpo empezó a reaccionar como siempre. Era inevitable, y tan fácil.

Hoy era sábado y teníamos toda la mañana para nosotros, puesto que Jake no tenía que irse a trabajar y también era su día libre en la manada.

Desde que Jacob había encontrado un empleo a media jornada como mecánico en un taller de Port Angeles, patrullaba menos horas. Yo lo prefería, la verdad, así él no estaba en peligro tanto tiempo y me iba a clase más tranquila. Su jefe, el señor Farrow, era un poco estricto, pero era un buen hombre y no pagaba mal. Al principio, no estaba muy seguro de contratar a un chico de veinticuatro años sin estudios ni título alguno relacionado con el mundo de la mecánica, sin embargo, en cuanto vio la destreza y el talento de Jake dentro del compartimento del motor, no lo dudó ni un instante y le dio una oportunidad. Las buenas artes de Jake con la mecánica, la labia y el carisma que derrochaba y le caracterizaba, hicieron que en sólo tres meses se ganara al señor Farrow, tanto, que ahora incluso era su ojito derecho. Por eso Jacob solamente trabajaba de lunes a viernes y había conseguido que su jefe le dejara los fines de semana libres.

Aunque habíamos pasado buena parte de la noche deshaciendo la cama, aprovechamos la mañana para deshacerla un poco más.

Tanto como había criticado a mis padres por su fogosidad y apasionamiento, y ahora nosotros éramos peores que ellos. Nuestra vida sexual no era activa, era activísima. Puede que fuera porque solamente llevásemos pocos meses viviendo juntos, pero teniendo a un hombre como Jacob a mi lado, con esa forma de ser y ese cuerpazo perfecto, era completamente imposible resistirse, aparte de la energía que nos rodeaba y que, encima, nos incitaba aún más.

Cuando conseguimos convencernos el uno al otro de que ya era hora de levantarse, y después de charlar y juguetear un poco en el lecho, nos levantamos.

Como la ducha era bastante grande, nos duchamos juntos para ahorrar agua, aunque acabamos jugueteando otro poco bajo el agua.

En cuanto terminamos, abrí la mampara y cogí mi toalla.

- Espera – me paró cuando la extendí.

Me la quitó y me la puso por encima de los hombros. Se arrimó a mí por detrás y me rodeó con sus brazos para cubrirme bien con ella y arroparme. Su abrazo fue cálido y acogedor, como él. Después, me dio un beso en la sien que me puso todo el vello de punta.

JACOB Y NESSIE NUEVA ERA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora