Capítulo 2: Castigo.

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Narra Chenle:

Desde luego... ¿Qué se han creído estos? Vale, estoy a sus órdenes. Pero de eso a que ya me maltraten en mi primer día. El supuesto responsable es un patán, el pelirojo ese es el peor. Y el pequeñín también tiene tela. No me tienen ni el mínimo de respeto, si lo llego a saber rechazo el trabajo. Aunque después de todo no tenía muchas opciones... Ánimo, Chenle. Tu puedes. Un grupo de malcriados no me van a derrumbar, puedo ser más fuerte que ellos si me lo propongo.

—Niño —me llamó el tal Donghyuck.

—¿Qué? —respondí de mala manera.

—Tengo hambre, prepara algo. 

La rabia que me entró en ese preciso instante era indescriptible, no me cabría tiempo ni tendría adjetivos negativos suficientes para descargarme y describir el asco que me daba este sinvergüenza.

—¿Y a mí qué me cuentas?

—Que nos cocines algo, que para eso te pagamos, mierda.

—Primero; no soy tu chacha. Segundo; me pagan tus padres, no vosotros. Y tercero; yo no tengo la culpa de que se vayan de vacaciones y me encarguen a mí estar un montón de inservibles como vosotros porque estén malcriados y no os portéis en condiciones.

¿Enserio he dicho yo eso? En fin, qué a gusto me he quedado. Necesitaba soltarlo. No me arrepiento para nada de haberles dicho la verdad a la cara.

—Cuidado con lo que dices, pequeñajo. Porque nosotros no vamos a ser gentiles, así que ya nos estás preparando la cena, pequeña puta.

 Porque nosotros no vamos a ser gentiles, así que ya nos estás preparando la cena, pequeña puta

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El cara bollo este me estampó contra la pared y se fue por donde había venido. Enfadado cogí el cubo metiendo la esponja dentro canastándola y la llevé al armario de la cocina, aprovechando así para hacer la dichosa orden de aquel maleducado. Pues mira, ya que soy yo el que va a cocinar pues puedo hacer lo que yo quiera, ¿no? Así que cenaremos ramen.

Cuando terminé de cocinar los fideos los serví en un gran bol tradicional de barro. Ellos ya esperaban hambrientos en la mesa, ya que estaban mal sentados, dejándose caer en la silla y agarrando con fuerza los cubiertos. Esas miradas asesinas me mataban cuando me acercaba para dejar esto en la mesa. Una vez lo dejé cogí un paño y destapé la cena. Hmmm... Ese delicioso vapor salió disparado con ese exquesito aroma.

—¿Qué es esto? —exclamó el odioso de Donghyuck. Cómo no.

—¿No lo ves?, es ramen — respondí seco.

—¿Y por qué nos sirves comida de pobre?

—Mira mimado asqueroso, ni tendría que haberlo hecho. Así que ya que me he molestado en hacer esto, ten el mínimo de respeto y educación y cómelo. O si no te acuestas sin cenar, puedo vivir con eso por no decir que me la resbala y mucho.

🗝 𝐄𝐥 𝐒𝐢𝐫𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐋𝐨𝐬 𝐋𝐞𝐞 🗝 | ᴄʜᴇɴʟᴇ × ɴᴄᴛ ᴅʀᴇᴀᴍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora