Chenle despertó dolorido. Las agujetas, moratones y escozores que invadían su cuerpo eran insoportables, quería gritar. Pero no tenía fuerzas ni ganas de que los otros seis le escuchasen. La luz mañanera que le cegaba directamente no ayudaba mucho. Miró a su alrededor. Estaba solo. Esos malditos enfermos se habían ido, lo dejaron como si fuera un juguete obsoleto. Como si se le acabasen las pilas al regalo de navidad.
Se levantó de aquella cama. Había tenido una noche de perros.
Intentó estirarse, pero las molestias aumentaban y no le permitían hacerlo. Casi ni podía caminar. Pero no importaba en qué estado se encontrase. Los iba a denunciar. Por una parte les dió pena sus padres. Ocupados, no podían atender ni educar bien a sus hijos... Tal vez por eso se volvieron así.
Se vistió con algo de cólera y se dió prisa en reorganizarse la mochila. Luego se colocó los zapatos y terminó por irse de aquella acogedora mansión. Encendió su teléfono y fue sin rodeos a llamar a la policía.
Chenle estaba por marcar el número de emergencias cuando notó algo envolver su muñeca y tirarlo hacia atrás.
—¿Se puede saber a quién llamas? —era Mark. Con ese rostro tan serio daba miedo. Su mirada penetrante lograba imponer y petrificar a Chenle.
—A... A-a nadie... —tartamudeó el pequeño.
—¿Te crees que soy tonto? Ay pobre..., se cree que puede denunciarnos...
Envolvió al chino por el torso mientras su boca se encontraba con el oído del contrario. Chenle podía oír la respiración de Mark, por alguna razón le excitaba un poco, aparte que también encontraba bastante "agradable" el calor que emanaba el mayor.
—Nunca podrás culparnos, cielo. Podemos contratar a unos buenos abogados que puedan manipular la situación y que el culpable seas tú. —susurraba. Rayos, ese tono de voz era seductor, y sus manos se deslizaban por su cuerpo en zonas no muy debidas.
—Por favor, no te tomes la molestia. Después de todo... No sólo podemos contratar a buen abogado sino que podemos comprar al juez —amenazaba el mayor.
—...
—¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato? ¿Qué piensas hacer? Puedes ser nuestro esclavo sexual, callarte todo esto y obedecernos sin rechistar. A cambio nosotros te pagaremos bien... Te daremos un sitio en dónde hospedarte, ropa muy bonita que te quedará muy bien...~ ¿No es un precio justo?, ¿quién aparte de nuestros padres te iba a contratar? — Sí, el responsable de los Lee estaba chantajeando al pobre Chenle.
—¿L-lo prometes...? — El menor ya no sabía que hacer y se dejó convencer.
—Claro. Seremos ruines y todo lo que tu quieras... Pero no rompemos promesas o juramentos...
—Entonces... A... Acepto...
Una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios de Lee mientras se alejaba y notaba que el otro estaba algo colorado y excitado por la escena. Se apuntó la idea de susurrarle al oído para próximas maldades y lo dejó solo.
Nuestro protagonista se derrumbó, se había vendido. Se sentía humillado. No sabía que era mejor, si vagar por las calles de Seúl, en un país desconocido o volver a casa con el rabo entre las piernas. No sólo decepcionando a su propia familia, si no que a él mismo. No le habían pagado el viaje a Corea para que sólo una familia rica con descendencia maleducada de la cual no se quieran hacer cargo le contraten.
También se sintió enfermo. ¿Por qué decidió aceptar? ¿Fue por el chantaje? ¿Aquella amenaza? ¿O realmente le estaba gustando todo esto? ¿Y si era masoquista?
—Chenle..., ¿qué has hecho? ¿Por qué eres así? —se culpaba así mismo.
Apagó de la pantalla de su móvil y decidió adentrarse a la casa de donde debería haber huído. Entró con miedo e incluso intentó cerrar la puerta lo más sigilosa y lentamente posible.
—Anda...
Otro susto casi mata de un infarto al chico. No faltaba uno de los hermanos más detectados por él; Donghyuck.
—Tengo hambre, haznos algo.
Recordó una y otra vez lo que le dijo su mayor, las palabras de Mark retumbaban por la mente de Chenle. Casi se le clavaban en la cabeza. ¿Cuánto tiempo podrían estar fuera los padres...? ¿¡Medio año?! ¿¡MÍNIMO?! Miró a Donhyuck con cara de pánico mientras el otro solo tenía rostro de extrañado e impaciencia, quería el desayuno ya listo.
Chenle pensó en tal vez unas tortitas y se puso manos a la obra, se dirigió a la cocina. Abrió la nevera, que esta hizo un agradable sonido que lo alegró un poco. Cuando tenía todos los ingredientes en la encimera listos para empezar notó algo agarrar sus cachetes. Y no los de la cara precisamente.
—¿Qué haces, guapo?
—T-tortitas... —respondió con miedo.
—Qué interesante...
Dijo Donghyuck mientras le apretaba de las nalgas. Chenle intentó cocinar como si no estuviera pasando nada, pero no podía parar de sentir raras sensaciones mientras el moreno tocaba su trasero a través de los pantalones.
—Vaya vaya...
—¿Q-qué...?
—No tienes ropa interior... —susurró cerca de su oído.
Terminó por verter la masa en la sartén mientras notaba que él empezó a lamer el cuello. No podía hacer como tres tortitas por persona en esta situación y aparto suavemente el mayor. El otro captó la idea y sonrió.
—Vaya..., eres tímido.
—...
—Si no quieres no te toco... Pero quiero que antes de continuar te pongas un traje de sirvienta corto y no te pongas ropa interior.
Chenle se traumó con la idea pero hizo caso. Fue hasta su cuarto y consiguió uno sin rebuscar mucho, pues cogió lo primero que encontró.
Se colocó las medias y el traje. Cogió el de anoche y lo puso para lavar. Siguió terminando el desayuno cuando el contrario relamía sus labios sentados en la silla al lado de la puerta. Se le cayó sin querer la espátula y Donhyuck observó descaradamente. Se mordió el labio inferior y lo sabroseó.
—¿Dónde están los demás? —preguntó Chenle.
—¿Eh...? ¿Qué? —se cruzó de piernas.
—Que dónde están los demás.
—Hmmm... No me acuerdo... Cada uno va por vía libre pero supongo que estarán jugando fuera.
—Llámalos por favor.
—¿A santo de qué?
Narra Chenle:
Maldito niñato asqueroso. ¿Cómo que a santo de qué? ¡Es lo mínimo que podrías hacer! ¡No te estoy pidiendo que me bajes la luna!
Pero tengo una táctica que no puede fallar a partir de hoy.
Dejé las tortitas preparadas con un poco de miel y fresas en la mesa. Me dirigí hacia la silla en la que estaba sentado ese asqueroso y me senté encima suya. Él se sorprendió y mis dedos empezaron a acariciar su barbilla. No es tan desagradable después de todo...
—¿L-lo haría usted por mí, señor Lee? —traté de sontar lo más vergonzoso posible. No me vuelvo a ofrecer de sirviente.
Tragó saliva y se enrojeció.
—C-claro... —desvío su mirada como estúpido y salió de la cocina.
Felicidades Chenle, te acabas de humillar por gusto. ¿Por gusto...?
Continuará...
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🗝 𝐄𝐥 𝐒𝐢𝐫𝐯𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐋𝐨𝐬 𝐋𝐞𝐞 🗝 | ᴄʜᴇɴʟᴇ × ɴᴄᴛ ᴅʀᴇᴀᴍ
Fanfiction⚠ Advertencias ⚠ 1. Si no te gusta este tipo de contenido, no lo veas. Advertencia: (Poliamor, sexo, groserías, violencia y contenido +18) 2. No se pretende degradar el nombre ni reputación de los idols que aparecen. Todo queda en la ficción. Se bu...