CAPÍTULO 3

3 0 0
                                    

- Tío, es el tercero que te bebes, ¡para!
- Víctor, ¡déjame en paz! – noto que tengo la voz ronca – Sigo pensando en lo que ha dicho hoy Jordi mientras estábamos entrenando. ¿Porque él no se preocupa por donde puede estar Áurea? ¡Es su mejor amiga, no está aquí, nadie sabe dónde está!
- Porque tiene a Carlota, a sus amigas y amigos de ahora, Au forma parte de su pasado. Ha sabido cómo olvidarla.
- ¿Y qué pasa si no quiero olvidarla? Víctor, me deberías entender, también estuviste saliendo con ella. ¡Que lleva 7 años sin dar señales de vida!
- Estará bien, sabes que es muy lista y tiene astucia; también juicio para saber qué hacer en cada momento. Es responsable, y, si por alguna razón la hubieran raptado, lo más seguro es que hubiera sabido cómo deshacerse de sus captores.
- Y seguramente si hubiera escapado, habría vuelto, ¿no?¿Crees que sigue viva?
- Sí, sólo que no tengo ni idea de dónde puede haberse ido. Nadie lo sabe, ni la policía.

Y con ello, apuro mi tercera copa de whisky y pido otra. El camarero, que es el padre de Jordi, se niega a venderme otra. Me pide que me relaje, me sirve un Nestea. "Con que tú también piensas como Víctor, pues vaya" Lo acepto, se lo pago y me voy antes de que me dé el cambio. Doy la espalda a la barra y observo el panorama del bar más importante de Corbera. Veo a niñatos de 14 años, entre ellos mi hermana, el grupo de chicas con quién Áurea se juntaba, a padres tomando cervezas entre risas y abuelos destruyendo sus pulmones con puros en la zona de fumadores; y alejado, veo a Jordi, está con Carlota, se la mira con mucha ternura y acaricia sus manos mientras ella permanece apoyada en su hombro. Me veo reflejado en ellos, a mí y a Au, yo también hacía eso, tal vez de vernos así tantas veces lo ha adaptado a él.

Voy al ropero, cojo mi americana, aquella que me regaló Au por nuestro segundo aniversario, aquella que con el tiempo no he querido deshacerme. Sé que debería continuar con mi vida, he salido con otras chicas, he idealizado la relación que tuve con ella y he querido moldearlas como era Au. Eso era lo que ha hecho que me dejaran, porque se acababan sintiendo incómodas al, inconscientemente, compararlas con ella. Mencionarla siempre, cada día, investigar en lo más profundo de mi cabeza, rebuscar conversaciones con ella que me puedan dar pistas de dónde coño está. Pero nada, imposible, no encuentro nada.

- Eh, ¿eres David? ¡Cuánto tiempo! – una voz, preciosa a mi parecer, suena a mi izquierda. Es ella, seguro, Au ha vuelto.
- Tú has decidido que fuera tanto... - Empiezo a decir mientras me giro para verla, mirarla a los ojos, pero una bofetada de realidad llega cuando veo que no es ella, sino Marta. – Oh, perdón Marta, te había confundido.
- ¿Tú también? Tampoco nos parecíamos tanto, nadie sabe cómo debe ser su voz a día de hoy, las constantes confusiones empiezan a comerme el alma, cada día me hacen referencia a ella. No es que la haya olvidado, pero tampoco quiero tenerla en mente todo el rato.
- Yo la tengo siempre, no pretendo sacármela de la cabeza.

La huida soñadaWhere stories live. Discover now