CAPÍTULO 20

2 0 0
                                    

- Carlota, cariño, despierta, son ya las nueve. Dentro de nada deberíamos ir a por David y Aurea.   

- Jordi, mi amor, no sé si lo recuerdas, pero vivimos en su mismo piso.

- Que sí lo recuerdo cariño, pero que hoy vuelven de Viena.

- ¡Ay, qué cabeza! Sí, sí, que fueron a ver cómo les iba a Oliver y Hannah. ¿Te han dicho si ya han salido?

- Sí, por eso, que dentro de media hora llegan. Deberíamos ir presentables, por parte de las otras personas que habitan este mundo y que no nos acostumbran a ver las veinticuatro horas del día.

- Vale, pero si me das los mimos de cada mañana.

- ¿Cómo te voy a decir que no? Con esa cara de dormida que me llevas, te mereces una sesión mañanera de cosquillas.

- Prefiero rosquillas entonces! - No le da tiempo a levantarse cuando ya la he envuelto en mis brazos y con las manos he alcanzado los laterales de su abdomen. - ¿Quién tiene cosquillas? ¿Quién ha pedido doble ración de risoterapia?

- ¡¡Yo no!! ¡He pedido mimos! ¡La hoja de reclamaciones, la exijo!

Nuestras risas deberán despertar a medio edificio seguro. Pero que les jodan, hay que disfrutar de pequeños momentos como estos, si no, se van a suprimir en la lejanía de nuestros recuerdos. Des de la vuelta de Áurea en septiembre de 2017, todo fue una felicidad constante para ella, David, Marta, Carlota, Oliver y Hannah. Rehicimos juntos nuestras vidas, nos salía más a cuenta vivir en casa de Au y David a tener que venir desde Corbera cada día para trabajar, ahorramos mucho tiempo aquí, vimos una mejora exponencial en cuanto a ganas de vivir y salud, tal vez estar en Barcelona conlleva el riesgo de alta contaminación, pero si llevas un estilo de vida como el nuestro, no hay de qué preocuparse. Aunque Oliver y Hannah solo vienen en las vacaciones de invierno, los tenemos muy presentes en nuestras vidas. Al fin y al cabo, la huida voluntaria de Áurea hace años, ha cumplido un objetivo no decidido de unir a la gente. Menos en el caso de Víctor, Ana y Gabriela. Intentaron tener una relación los tres, pero se fue al garete y montando un buen espectáculo en el que Gabri vino hasta mi trabajo para pedirme que volviéramos, que ahora con lo de Áurea no tenía dudas de mi fidelidad, que habíamos dejado muchas cosas a medio hacer. Creo que hasta ese día no había sido tan honesto o sincero, al decirle que para estar con ella me haría falta la más extrema paciencia y que pasaba de dejar mi vida en su punto más estable para estar con alguien que me desequilibraba con solo dos frases. Recuerdo su cara de rabia al no conseguir lo que quería, pero creo que al final lo entendió todo, aunque le tuvieron que ayudar el alcohol, las drogas, un intento de violación y casi su pérdída de vida. Ahora vive en Chicago, no sé cómo consiguió mantenerse allí desde entonces, pero ya no me importa. Estoy más feliz que cualquier otra persona, vivo con mi novia y mis dos mejores amigos, tengo trabajo y cuando lleguemos al aeropuerto le pediré matrimonio a Carlota. Porque, realmente, es con ellos con quién quiero vivir, pero a quién después de muchos años, necesito que forma parte de mi vida para siempre.

- ¡Es que hay que tener valor! No sé si agradecerte lo casto que te mantuviste mientras no daba señales de vida, al menos en los primeros cinco años.

- Insisto que solo lo hice una vez con Gabriela porque estaba muy estresado y ella llevaba desde su ruptura con Jordi tirándome los trastos.

- Y por ello tienes valor tio! Si no te hubiera importado ni mi marcha ni nuestra relación, lo hubieses hecho des del primer instante que quedó soltera. - dice Jordi mientras gesticula con la cerveza en la mano.

- No lo hace cualquiera, al menos no hoy en día. - Marta da un sorbo de tanto en tanto a la cerveza de Jordi. En uno de sus dedos anulares lleva el anillo sencillo que le regaló, hace ya dos años.

- Chicos, cojamos todos nuestras copas y brindemos por esto: ¡porque una huida fuera solo el principio hacia la más bonita y duradera felicidad!

Todos juntos alzamos nuestras copas, cada uno con el contenido que les gustaba y con el único objetivo de no dejarnos pisar por aquellos que nos quisieron ver en una tumba demasiado pronto.

Llevo ya dos años así de feliz, parece que Viena se queda lejos aunque solo han pasado esos dos desde que la pisé por última vez (al menos por ahora).

FIN

La huida soñadaWhere stories live. Discover now