CAPÍTULO 16

1 0 0
                                    

-Preparando maletas para irte de fin de semana. ¿Eso es lo mejor que se te ha ocurrido para evitarle entrar? Cada vez lo haces peor mamá.

-Ya sabes lo que pienso de David, no me acaba de gustar que se junte contigo y con Áurea en su momento. Nunca entendí cómo pudo estar tanto tiempo con él, tenía la característica de ser ingenua. ¿Como se atrevió a salir con el mejor amigo de su exnovio?

-Porque a diferencia de Víctor, David sí que le quería. Víctor solo estaba con ella porque era sexo seguro cada vez que quedaban, en cambio a David no le importaba si estaban una semana sin hacerlo. Porque era más detallista y inmaterial. Disfrutaba de las cosas escondidas en pequeñas acciones bondadosas.

-¿Así lo decía tu hermana? No recordaba que estuvieras tan unida a ella. Cuando te fuiste a Barcelona fue para que no te molestásemos ninguno de nosotros. En cuanto desapareció ella, volviste con un millón de preguntas, exigiendo saber cada nuevo progreso que hubiera en la investigación, incluso te quedaste en casa para buscar cosas en su habitación. Pero nunca pensé que fuera porque te importase tanto. Tal vez buscabas su dinero, cosas de valor sentimental para ponerlas en la lápida que contiene un ataúd vacío.

-Siempre estuve en desacuerdo a que hicierais eso. tu hija está viva para todo el pueblo, eres la única que la da por muerta. Bueno, tú y papá, a quien convenciste de ello. No he averiguado aún donde puede estar, pero en serio mamá, está más viva que Einstein.

-¿Porque Einstein y no que tu abuela?

-Porque mis dos abuelas aún están vivas, aunque una esté hospitalizada desde hace tres semanas.

-Esa que está hospitalizada tiene el coma inducido pequeña, mucho no le queda.

-Como se nota que tu suegra no te cae bien. Si fuera tu madre no dirías lo mismo. Me voy, que en esta casa no aguanto ni loca.

-Como quieras, ésta dejó de ser tu casa hace casi diez años.

-Por algo me marché en cuanto pude. No me extrañaría que Áurea se fuera para no veros nunca más.

-Hizo mal en cogerte a ti como ejemplo a seguir.

-Prefiero saber que hizo eso a que se hubiera suicidado al vivir por más tiempo con tu compañía.

Dicho eso, cojo mi bolso, mi móvil y chaqueta, ando hasta la puerta y me voy a casa de Ana. La verdad es que está lejos y aunque me haya dado una ducha, vuelvo a sudar. Pero no importa, estaré mejor en casa de mi pareja que no en casa de mis padres. Sí, Ana es mi pareja, algo que ellos aún no han entendido. Sinceramente, mi madre no lo ha entendido, pero papá sí. Con él puedo hablar tranquilamente sin que nos estemos echando trapos sucios todo el rato.

De mi bolso cojo las llaves y abro la puerta de la escalera. Un piso, dos, tres, cuatro y el ático. Pico al timbre como de costumbre aunque tenga las llaves, sólo para que Ana se despierte o sepa que vengo y ponerse presentable. Aunque está preciosa con cualquier cosa.

-Princesa, hoy he venido antes porque me he discutido con mi madre, como siempre, y no quería estar más en esa casa.

Oigo la voz de un chico murmurar que se vistiera rápido. Luego varias cosas caerse y, a medida que me acerco a la habitación, lo último que alcanzo escuchar antes de ver algo, es como se sube una bragueta.

-¿Ana? ¿Qué coño te crees que haces? Víctor, ¿porqué cojones siempre acabas con todas las parejas? Ya veo que en ninguna casa me voy a encontrar algo bueno.

Dos cosas en un día, ¿qué desgracia me tendría que pasar más hoy para culminar el día de mierda? ¿Dónde voy yo ahora? ¿A hablar con Jordi? No, ya me ha dicho que hoy no podía hasta después de trabajar. Aunque podría ir a su bar, pero es demasiado pronto para una botella de ron. No, mejor no desgarrarme la garganta con tal bebida. ¿David? Miro la hora, más de las nueve, ha entrado ya a trabajar.

Aún estoy en el portal de casa de Ana. Un día de fiesta que tengo en dos meses y se parece a uno de cuando estaba en bachillerato. Madre mía, ¿qué haré hasta la hora de comer? ¡La biblioteca! En la lectura seguro que encontraré un buen rato. Me dirijo hacia ella mientras en mi cabeza no para de surgir la imagen de Víctor levantado enfrente la cama cuando Ana estaba vistiéndose a toda prisa. En serio, ¿este tío no se conforma con estar solo con una chica? Maldito imbécil. Pero claro, es el guaperas de turno que se las camela a todas, incluso a las de otro bando.

Después de unas cuantas horas hojeando el mismo libro, lo cierro repentinamente. ¿Por qué? Mi barriga empieza a hacer ruidos pidiéndome comida que llegue a mi estómago. Ya será la hora de comer, por lo tanto, David ya estará en casa. Le envío un audio, explicándole lo ocurrido y si podría ir a comer con él. "Por supuesto Cuñada" dice comprensiblemente. Aunque ya no esté con Au me sigue llamando así, se ha quedado como mi mote. El suyo también "Gracias Idiota". Bien, pues voy hacia su casa, está bastante cerca de la biblioteca, así que no tardo ni diez minutos en estar sentada en su sofá, despojando sobre Víctor y, sin darme cuenta, poniendo a caldo a Ana.

-¿Sabes dónde ha podido ir Jordi esta mañana?

-Me ha dicho que iba de compras con Carlota y después pasaban a recoger en el aeropuerto a unas amigas austríacas de ella.

-Supongo que las conoce de haber hecho el Erasmus.

-Exacto. Dice que van a estar en su casa después de hacer un tour por Barcelona antes de que Jordi vaya a trabajar. Nos podríamos pasar por allí, ¿no?

-Sí, nunca he conocido el acento austríaco. ¿Es como el alemán?

-Más o menos.

Y vaya con las austríacas... Después de haber comido y ver una peli para hacer tiempo hasta que llegaran, hemos bajado a tirar la basura y de vuelta nos hemos encontrado a una chica rubia, alta y delgada descargando una maleta del gran maletero que tiene el coche de Carlota. Lo que ninguno nos esperábamos era que esa chica, al hablar, no tuviera acento austríaco, sino la misma voz que Áurea. Así es. Mi hermana estaba delante de mí, más viva y contenta que nadie. Tenía ganas de abrazarla, pero la voz de David, me paró en seco. Me tocó esperar un rato:

-¿Dónde has estado durante estos siete años? - preguntó comiéndose el croissant.

-En Viena, estudiando mi carrera. Y vale, eso quiere decir que me he pasado tres años de más, pero es que tenía trabajo fijo. Y hice amigos como Hannah o Oliver, que no aparecieron en mi vida por obligación, sino que nos encontramos por el azar, porque estudiábamos en el mismo lugar y vivíamos en la misma residencia.

La huida soñadaWhere stories live. Discover now