CAPÍTULO 14

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2013

Un cuerpo femenino se rendía a mis pies. Desnudo, mostrándome todos sus centímetros de piel. Le deseaba, psicológicamente lo hacía, pero había cierta parte física de mí que no pensaba lo mismo. Por mucho que lo intentara animar fijandome en ese cuerpo no podía. Entonces, vino a mi mente Áurea. No estaba desnuda ni en forma sensual justa para provocar que el calor ascendiera por mi cuerpo, sino con su bata de navidad, la que se ponía cuando venía el frío más mortífero de diciembre. Eso le sentaba muy bien, más de una vez se la acababa quitando porque me ponía verla con ella puesta. Mi miembro también lo notó, se animó más que las últimas veces que lo había logrado.

-¿Qué te ocurría al principio? - Preguntó Gabriela mientras se comía una manzana verde.

-No lo sé, debe ser que estoy agobiado con tantos trabajos en la universidad.

-Por eso te lo he propuesto, porque yo quería y para relajarte. - dijo mientras con la otra mano me acariciaba mi espalda.

-Gracias, ha estado bien mientras ha durado, pero sigo encabezonado en qué me ha podido ocurrir.

-No habrá hombre en la tierra que nunca haya tenido un gatillazo justo antes de empezar.

-Si tu lo dices... Y si que habrá alguno, que hay de los sacerdotes, representa que nunca lo pueden hacer.

-Eso es lo que nos hacen creer. Y si quieres averiguarlo, hazte uno de ellos, ves a un seminario y ya verás como no completan nunca su abstinencia sexual.

-¿Cumplirán alguno de sus objetivos realmente?

-Si robar dinero indirectamente es uno de ellos, lo cumplen, bien lo sabemos.

-Bueno Gabri, me temo que debo pedirte que te marches. Tengo trabajos por hacer, como bien sabes.

-Por supuesto, me acabo la manzana y me voy. ¿Uno de los trabajos es seguir investigando la desaparición de Áurea?

-Sí, creo que va estar en mi mente para siempre. Su desaparición ha cambiado mi vida por completo.

-Pues claro, ¿a quién no? Al menos no te puedes quejar de que seas menos activo sexualmente, ¿antes de dejarlo cuanto llevabais sin hacerlo?

-No hagas como que sabes de lo nuestro, porque vas muy equivocada, tienes una idea muy llana de lo mío con Áurea. Si quieres saberlo, se lo preguntas a ella. O a Jordi, a no, que lo dejaste por haberte cansado de él. Supongo que eras tú la poca activa sexualmente. Venga, ¡vete! No quiero verte más si siempre te vas a ir hablando de lo mismo.

-Lo que tú digas, pero no nos quitarán lo bailado esta tarde. - Y tan pronto dijo eso, dejó la manzana a medias, cogió su bolso y se fue.

¿Qué se pensaba? ¿Qué era una enterada? Me extrañaba que fuera ella quién dejara a Jordi y no al revés. Aún no sé cómo acepté a hacerlo con ella. Si quería hacerlo, que lo hiciera con Víctor, bien que se lo montaban cada dos por tres mientras estaba con Jordi. El pobre chico sufrió mucho después de enterarse y no tenía a su mejor amiga cerca para que le calmara frente a su situación sentimental.

En algo tenía razón Gabri, uno de los trabajos era pensar dónde estaría mi Princesa. Así le decía desde cuando me declaré, aquella noche de verano. Un ocho de julio grabado a fuego para siempre en mi memoria. 

La huida soñadaWhere stories live. Discover now