CAPÍTULO 15

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2017

Viernes. Me gustan, más si me echo unas risas con Jordi mientras corremos por los caminos de bosque que tiene Corbera. En los últimos 4 años me he unido más a él. Ambos llenábamos en el otro el vacío creado por la marcha de Au, tardamos en llegar a esa conclusión, pero ahora somos bastante inseparables. Cabe decir que la relación entre Víctor y Gabri ha enfriado las nuestras con los dos. Ninguno lo aceptamos, pero bueno, tampoco me influye tanto como para juzgar lo que hacen o dejan de hacer.

Mientras me estoy preparando el desayuno recibo un mensaje de Jordi -No podré ir a correr, estoy de celebración con Carlota. Hacemos 7 meses - acompañado de caritas orgullosas. Me alegro por él y se lo hago saber. ¿Y ahora qué voy a hacer si no me gusta correr solo? No entro a trabajar hasta las 9 y son las 7. Decidido, voy a hacer una vuelta por el pueblo, pasear no me cansa tanto como correr y sigue siendo hacer ejercicio.

Después de media hora paseando por las calles estrechas de Corbera, paso cerca de donde vivía Au. La casa de sus padres ahora tiene la fachada gris. Desde que hablamos todos con la policía, ya no pude dirigirme a ellos. Fui la última persona con quien saben que estuvo su hija desaparecida y de alguna forma me han hecho notar que me culpan de ello. Maldita sea, yo no sabía que le iba a pasar nada a la mañana siguiente y que estaría siete años sin saber de ella. Miro la hora, me quedan más de una hora antes de ir a la oficina de correos. Tengo suerte de haber conseguido faena justo en mi pueblo, así no debo preocuparme por el tráfico: voy andando hasta allí. Cojo el valor y me paro enfrente de su casa. ¿Cuántas veces me esperé en este portal? Ni con las manos de toda mi familia juntaríamos los dedos suficientes para contarlo. Pico al timbre suavemente, con la presión que acabé aprendiendo que sí se oía y no llegaba a molestar. Bajo mi cabeza, mirando mis zapatos, los debería haber limpiado hacía semanas, pero lo acababa alargando.

-¿Quién es? - se oye al otro lado de la puerta. Sé que están mirando por la mirilla, siempre lo hacían.

-Soy David, que pasaba por la calle y quería verles, hace mucho que no hablamos... ¿Podría pasar?

-Ahora nos pillas mal. - Noto cómo está pensando una excusa de las suyas, antes de responder abre por fin la puerta - Estamos preparando las maletas para irnos de fin de semana a Andorra. Marcharemos antes de comer y no queremos dejarnos nada.

-¿Pero no podría pasar ni para ayudaros?

-Me da que no David, estamos ocupados.

-Son casi las 8 y, ¿ya os estás excusando?

-No es excusa, es la verdad.

-Bueno, que os vaya bien la salida - digo mientras hago un paso hacia atrás, pero antes de emprender la marcha le pregunto - ¿Y Marta está por aquí?

-No. Ha salido a correr hace un rato, supongo que vendrá dentro de un buen rato.

Detrás de mí empiezo a escuchar una respiración agitada y pasos que van frenando mientras se acercan.

-Hola mamá, hostia, hola David. - dice casi sin conseguir armar otra frase Marta.

La huida soñadaWhere stories live. Discover now