Capitulo 20 - La verdad

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Me sentía cansada, mi cuerpo pesaba, como si cada parte de ello lo hubieran movido de su lugar. Como si mis huesos estuvieran molidos, como si alguien hubiera caminado arriba de ellos. No podía moverme, me encontraba débil.

Además de Escuchar un molesto ruido, que se oía cada dos segundos. Era un desagradable pitido que retumbaba en mis oídos.

Con pesadez abrí mis ojos lentamente, viendo la luz del día obstruyéndome la vista.

Observé mí alrededor. Estaba en una habitación completamente blanca, justo a un lado había una pequeña ventanilla que daba vista al exterior. Dentro de la habitación había una camilla —en la cual estaba acostada—y un par de sillas a un lado de esta. A un metro de la camilla se encontraba un aparato, aquel proveniente del molesto sonido. Al parecer esa cosa medía el pulso, ya que estaba conectada a mi dedo.

Claramente estaba en un hospital, pero me preguntaba...

¿Cómo fue que llegué hasta acá?


Miré mis brazos y en ellos tenía conectado unos delgados y diminutos tubos provenientes de una bolsa que contenía dentro un líquido casi transparente.


Qué clase de experimento soy

¿Qué diablos hago acá?


-Muchas gracias, Doctor.- Oí la voz de mi padre. Miré en su dirección y lo vi entrar por la puerta junto a James.- ¡Oh Dios! ¡Al fin has despertado!


Se acercó a mí y me acurrucó en sus brazos.


-Estoy tan feliz de que te encuentres bien. No sabes el susto que me has dado al enterarme que estabas en el hospital- Me observó preocupado, dando suaves caricias en el cabello. En su mirada se notaba que anhelaba llorar. Sabía que no lo haría, el decía que eso lo hacía verse débil, incluso siempre decía aquellas palabras "Un hombre no debe llorar, por más que quiera, debe ser fuerte"


Su frase algo... ¿Estúpida? Puede ser...


Pero no importaba, lo conocía tan bien. Es mi padre, lo amo tal y como es.

Loco y afectivo.


Por otro lado, estaba mi hermano, quien me observaba con detenimiento y ternura.

A pesar de ser un antipático y molesto a veces, lo quería de todas formas.


Les sonreí a ambos, correspondiéndome.


-Al enterarnos de lo que te sucedió, vinimos de inmediato- Habló James.


-¿Y qué fue lo que me sucedió?- Pregunté dudosa, como si no supiera, aunque lo sabia perfectamente... 


-¿No recuerdas?- Preguntó, por lo que negué.


James y mi padre se miraron mutantemente por uno segundos, como si a través de la mirada se estuvieran intercambiando palabras.


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