Sentía el mundo dar vueltas, mi alrededor era difuso y mis pulmones estaban comprimidos a falta de aire, padecía un ardor en la parte trasera del cuello que avanzaba hasta mi cabeza, complicándome más las cosas.
Me hallaba débil, y lo notaba con solo respirar o trataba de visualizar lo que se encontraba alrededor.
De la bruma del bosque surgía un bulto aún indefinido, que fue poco a poco concretándose. Se acercó lentamente y se acuclilló frente a mí, tomó mi barbilla bruscamente y la giro hacia él examinando mi rostro.
-Veo que no eres tan fuerte- Susurró a centímetros de mis labios.
-¿Qué quieres de mí?- Pregunté cansinamente, tratando de mirarlo a la cara.
-Muchas cosas pequeña Leah- Soltó mi rostro y se erguió- Una pena que no esté esa persona para salvar tu vida.
-Deja de boberías Severus y déjame la chica a mí.- Detrás de él apareció una chica de estatura parecida a la de aquel hombre o criatura.
Su vestimenta era muy peculiar y extraña a la vez, podía decir que ella habría salido de alguna especie de revista, porque de pies a cabeza era perfecta.
Con más claridad y detalle me digné a observarla. Era muy blanca, como el papel y su largo cabello caía en ondas hasta llegar a su pequeña cintura...
Demonios, a su lado soy toda un asco.
-Así que tú eres la famosísima Leah, la chica de la cual todos hablan.- Mostró su deslumbrante dentadura.
-¿Y tú quien eres?- Hablé dificultosa.
-Alguien muy importante para Acheron- Me tomó bruscamente de la cazadora y me puso a su altura.
Vi en sus ojos cambiar de color, tornándose de un color rojizo y de su boca surgir unos grandes colmillos enterrándolos de nuevo en mi cuello.
Volví a sentir ese horrible ardor y esta vez era insoportable.
Con mis débiles brazos traté de zafarme, pero me era imposible, aquella chica era más fuerte que yo, así que, como pude tiré de su cabello, soltando al instante un quejido en mi cuello.
-Eres una perra- Farfulló soltándome de inmediato.
Mi espalda chocó fuertemente contra el árbol, cayendo de bruces al suelo provocando un inmenso dolor en mi columna.
-No debiste meterte conmigo- Se acercó y con su bota golpeo mis costillas, encogiéndome al segundo. Volvió a tomarme, pero esta vez por el cuello, empujándome contra el tronco, sintiendo un espantoso dolor, humedeciéndose mis ojos.
-Veras que fue un error- Y de apoco fue aferrando sus largas manos a mi cuello, oprimiéndolas.
-No pu-e-do res-pi-rar- Balbucee.
-Esa es la idea pequeña Leah- Sonrió maliciosa.
-Lenore, basta- Habló el tipo a su espalda- Sabes perfectamente lo que pasara si la asesinas.
-Me importa una mierda.- Escupió la pelirroja.
-Si lo haces, no será nada bueno. Él no te lo perdonara y lo sabes.- Volvió a razonar aquel tipo.
Gruñó molesta y me soltó, cayendo al instante.
-Nos veremos muy pronto pequeña perra- Me guiñó y de un segundo a otro desaparecieron.
De pronto el silencio se extendió alrededor, la noche estaba muy helada. Quería irme, estaba asustada y agotada, mi cuerpo no me lo podía. Solo quería largarme a llorar, pero ni eso podía.
Con toda la fuerza que me quedaba me levanté y empecé a caminar en dirección a la carretera. Los pasos que daba eran torpes y mis piernas temblaban al no poderse mi cuerpo. Sentía un frio mortal que me subía por ellas, entumeciéndome el cuerpo.
Tenía que ser fuerte, como mi padre me enseño, si no lo hacía, moriría perdida en el bosque.
De repente, a lo lejos divisé unas luces aproximarse, eso significaba que era alguien, mi salvación.
Respiré dificultosa y extendí ambos brazos, haciéndole seña de que se detuviera.
A unos metros de mi el vehículo se detuvo y de el alguien bajó, ya no podía ver de quien se trataba, porque caí de rodillas.
-A-yu-da –Hablé cansinamente- por-favor...
De un momento a otro me desvanecí, mi cuerpo se desplomó cayendo al frio asfalto.
...
Escuchaba murmullos en mi entorno. Supe de inmediato que me encontraba en una habitación. También sentía a alguien acariciar mi mano en forma de confortación, mis ojos se sentían pesados, ni siquiera podía abrirlos. Tampoco podía hablar, quería hacer muchas preguntas acerca de lo ocurrido, pero no podía.
-¿Estará bien?- Preguntó preocupado.
Esa voz... Yo la conocía perfectamente.
¡Dios! Esta aquí.
Quería gritar y decirles que estaba aquí, que me encontraba en buenas condiciones, que oía todo lo que hablaban, pero me era imposible.
No sé cómo, pero de la nada mi cuerpo empezó a comportarse extraño, un dolor de cabeza vino a mí, provocando un malestar a través de mi columna vertebral y de un segundo a otro, volví a caer en el sueño.
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ORIGINALS
Science FictionCotswolds parecía ser un pueblito normal, situado a los alrededores de un frondoso bosque en Estados Unidos, con personas comunes. Pero, las apariencias engañan, más de un misterio ocultaba el pueblo, la gente escondía secretos y a medida que el tie...