Capítulo 24

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Ana
Desperté y sentí la respiración de Fer sobre mi. Sonreí y me levante de la cama para darme una ducha rápida, entre y entonces vi mi ropa en el suelo al parecer estaba húmeda, pero ¿por qué?

Decidí volver a la cama, Fer aún dormido se ve exquisito veo como duerme plácidamente, me dan ganas de ser el en estos momentos.

Antes de que despierte me dispongo a terminar lo que inicie, me doy una ducha rápida y levanto la ropa que estaba mojada, me cambio y de nuevo veo a Fer dormir.

De un momento a otro se levanto sobresaltado de golpe, con su respiración agitada y comenzando a palidecer.

Me acerqué a el, me vio y me abrazo fuerte.

— ¿Qué pasó?

Se aferró más a mi:— No me sueltes.

— Nunca.

Cuando se calmo se separó de mi, me tomo la mano y bajo la mirada.

— Fue una pesadilla... pero te juro que parecía súper real.— levanto la mirada y fue ahí donde supe de qué hablaba.

— Te ves muy tierno.

— Perdona si te asuste...

— Tú eres el que está aturdido. Vamos a desayunar y después regresamos con nuestros pequeños.

— Está bien, pero primero dame un...

— ¡Beso!— me lancé contra el besándolo al acto, tirándolo a la cama y quedando sobre el.

— ¡Jovencitos!— oí gritar a mi padre.

Ambos nos reímos, ya eran dos las veces que nos agarraban con las manos en la masa.

Fer se incorporó después de mi rápidamente,

— Es hora de ir a desayunar.— habló tenuemente.

— En un momento bajamos...— dijo Fer.

Antes de que mi padre se fuera, noté que le hacía señas a Fernando, sobre de que lo estaría vigilando.

— ¡Hola a todos mis hijos!— habló Ana al llegar a casa y encontrarse a todos los niños reunidos.

Absolutamente todos se acercaron a darle  un abrazo y beso. Primero fueron sus gemelas, después Alicia y Nando, posteriormente Fanny.

El resto del día lo tomaron libre tanto ella como Fernando, así que se la pasaron haciendo cosas con los niños.

Vieron una película, jugaron videojuegos, entre otras cosas.

— Así que ella fingió su muerte.

— Algo así, además me enteré que regreso por sus hijos, se los quiere quitar a Fernando.

— ¿Y que esperamos?

— A ella.

Al llegar la noche Fer y Ana les dieron las buenas noches a todos los niños. Después bajaron a la cocina.

— ¿Recuerdas cuando fuimos al centro comercial? Cuando nos encontramos con mi hermano y mi padre.

— Si, ¿qué pasa?

— No lo vas a creer pero juro haber visto a Estefanía. Estoy casi seguro de que era ella.

— ¿Y como estaba? ¿Tú pesadilla tenía que ver con ella?

— No, no te preocupes. Es solo que... recuerdo que me había dicho que su enfermedad era terminal, y que no quería ver sufrir a nuestros hijos.

— Lo entiendo...

— Pero cabe destacar de que si fuera ella, ya habría tenido la decencia de llamar o hacer algo para estar cerca de sus hijos.

— Pero... ¿y si no es así?

— No lo se Ana, esto me parece muy raro.

— ¿Lo viste?

— Él a mi, yo a él no tengo ni el más mínimo deseo de verle.

— ¿Que te pareció el plan?

— Muy bien elaborado, pero yo había echo lo que hice... por qué quería deshacerme de esos escuincles.

— No te preocupes, lo único que nos importa es Ana, al quedarse Fernando loco, y Ana encerrada... los mocosos serán enviados a un orfanato.

— ¿Y los abuelos?

— se irán de viaje pronto.

— ¿Por qué quieren hacer esto?

— Venganza cariño. VENGANZA.

— Bueno, es hora de darle una lección a Ana por haberse metido con un hombre casado. Mi hombre.

— Bien dicho nena.

— ¿Quieres ser mi novia?— estaban ahí, ambos alrededor de todas las personas las cuales le importaban a los dos. Era una cena especial.

— ¡Por supuesto!— fue entonces donde todos aplaudieron y festejaron por el amor de Ana y Fernando.

Todo por fin estaba como ambos deseaban.

Lo único que faltaba era casarse.

Así, pasó un mes. Los padres de Ana se irían de viaje al día siguiente, dejándoles la empresa a ambos, sería la prueba de fuego.

Nicolás estaba del otro lado del mundo, llegaría en un par de semanas.

El plan de Estefanía y Enrique estaba previsto para el lunes por la tarde, un día después de que Antonio y Soledad se fueran.

Llego así el domingo, los abuelos se despidieron de sus nietos, diciendo que llegarían en menos de lo que creen.

Por la noche, Fer y Ana como siempre arroparon a los niños y les desearon las buenas noches, todo seguía marchando bien.

Se fueron a su habitación, después de unos cuantos besos, se comenzaron a desnudar mutuamente, fundiéndose en uno mismo, fue lo que habían deseado desde hace ya tiempo, desde el primer instante en que se alejaron uno del otro. Por fin hicieron el amor, y este los hizo uno solo.

El lunes por la mañana, Fernando se despertó primero que Ana, se levanto y ducho, fue por el desayuno que Manuela había preparado y se lo llevó a Ana.

Ambos desayunaron en la cama, después fueron por los niños, Fer los llevaría a la escuela, y Ana se adelantaría a el trabajo.

Los dejo y al darse la vuelta la vio a lo lejos, ¿era ella en verdad? ¿O su mente le estaba jugando con esto?

No se quedaría con la duda. Camino lo más rápido que pudo hacia el lugar que le pareció haberla visto...

¿Y tú?, ¿Me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora